Entrevista a José Ángel Alayón y Slimane Larhroti

El pasado lunes 16 de Diciembre, en torno al mediodía, F. J. Guerrero se citó con José Ángel Alayón y Slimane Larhroti en Matadero de Madrid para charlar acerca de Slimane, película que ha unido en amistad y labor cinematográfica a director y actor, respectivamente. El Café-Salón fue el lugar indicado para dicho encuentro, que también estuvo acompañado por otros miembros creadores de la película, en las facetas del guión y la producción.

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F.J.G: José Ángel, director, y Slimane, actor de esta película independiente española titulada Slimane, valga la redundancia. Me gustaría comenzar por los orígenes: ¿cómo se gestó el comienzo de este proyecto y cómo parte tu vocación hacia él?

J.Á.A: Fue algo sorprendente porque nosotros ya teníamos un guión escrito y cerrado, que era muy diferente a lo que ha acabado siendo la película. Tuve la suerte de conocer a Slimane y a Moha y, en base a ellos, pensamos en hacer una historia sobre ellos. Con lo cual, empezamos a desechar cosas de ese guión, a reescribirlo de nuevo y, finalmente, acabamos teniendo algo totalmente diferente pero con lo que nos sentíamos con ganas de filmar.

F.J.G: Ese es un dato curioso porque Slimane y Moha son los nombres de los personajes en la ficción y de los chicos en la vida real.

J.Á.A: Sí, es lo que te digo. Al final acabamos reescribiendo el guión adaptándolo casi a cómo eran ellos y cómo veíamos su amistad y su forma de vivir. Por supuesto, Slimane no se interpreta a sí mismo en la ficción; él interpreta un personaje, pero este tiene muchos rasgos que lo asemejan a él con su vida cotidiana. Por supuesto, esta no es tan dramática como se muestra en la película. (Risas) Pero sí, hay similitudes.

F.J.G: Hay algo que me ha llamado especialmente la atención de la película, y es la naturalidad y la espontaneidad con la que fluye todo. Principalmente en la relación de los amigos. ¿Esto fue resultado de tu trabajo de dirección de actores?

J.Á.A: No, esto fue resultado de verlos a ellos y observar cómo se hablaban, cómo se reían o cómo se peleaban. Mi trabajo fue bastante observacional. Y, en ocasiones, aproveché esa espontaneidad para grabar planos in fraganti, sin que se dieran cuenta. A veces, me acercaba a uno de ellos y le decía: ahora te acercas a él y le pegas una patada. Y yo buscaba que ocurriera ese enfrentamiento lógico entre ellos para poder filmarlo. Cuando juegan al fútbol, yo me acercaba y me metía en medio, para estar con ellos e incitarles. En este sentido, debo decir que ha sido el rodaje más físico y más agotador que he tenido nunca.

F.J.G: Slimane se mueve en el lapso entre el realismo ficcional y el documental. ¿Cuál de los estilos crees que tiene más peso? Al menos en el origen de su concepción.

J.Á.A: Barajamos ambas opciones aunque personalmente quise desde el principio un relato ficcional, con unas acciones concretas, un guión cerrado y unos escenarios concretos. También hay cosas de documental; de hecho, me siento muy cómodo rodando ese género. A la hora de mostrar las localizaciones, has podido ver que la gran mayoría de cosas ocurren en zonas de extrarradio y en periferias, lugares que más nos cuadraban para esta historia. Queríamos centrar la acción en los chicos y en sus vidas desde la ficción, pero sí es cierto, por la forma en que los hemos filmado, que hay procedimientos que vienen del documental.

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F.J.G: Mencionas que las localizaciones son, en su mayor parte, en extrarradios y el periferias. Tú eres canario. ¿Cómo fue el proceso de búsqueda?

J.Á.A: Pues fue sencillo porque la mayor parte de los escenarios responden a lugares de mi infancia o a los que les tengo cariño. Al ser zonas periféricas, no tuvimos dificultad para rodar. Además, en algunas escenas rodábamos cerca de una carretera o de un sitio donde había ruido, y eso lo aprovechamos para complementar el sonido de fondo con las conversaciones y las risas. Ya te digo: lugares en los que crecí o en los que tengo buenos recuerdos.

F.J.G: Una de las cosas que pensé a los 20 o 30 minutos de película fue la evidente denuncia social que podía existir en un relato así. Sin embargo, no la percibí. O simplemente no está. ¿Quisiste rechazarla a propósito?

J.Á.A: Podría decirse que sí. En un relato como este, lo normal, aquello a lo que le prestamos atención, es al número de inmigrantes que llegan en una patera o a la precariedad de sus vidas una vez están aquí. Parece raro que esta película, en lugar de eso, trate sobre un grupo de chicos pasándolo bien y divirtiéndose un día cualquiera, sin hacer nada especial.

F.J.G: ¿Qué recordáis que ha sido lo más gratificante y lo más complicado del rodaje?

S.L: La experiencia, que ha sido muy bonita. Me lo he pasado muy bien grabando las escenas, pero era complicado cuando había que repetir una y otra vez alguna. Pensé que no se acabaría nunca y que no dejaríamos de repetirla. (Risas)

J.Á.A: Recuerdo la escena en la que estás fumando en el baño. ¿Cuántos cigarros te tuviste que fumar? ¿Veinte, treinta? (Risas) Esa escena la repetimos muchas veces, y alguna otra. Por mi parte, la satisfacción fue la experiencia completa: convivir con Slimane durante varios meses, conocernos y poder rodar esta película. Lo difícil, como te dije, fue la parte física. Ha sido un rodaje agotador.

F.J.G: Esta película es una coproducción. ¿Cómo crees que está funcionando en España?

J.Á.A: En España todo, o casi todo, se tiene que hacer ya por coproducción. No es habitual el caso de una película que está producida con capital propio, salvo algunos casos. En el nuestro, el productor era un particular que tenía un presupuesto pequeño pero seguro para la película. Luego, también contábamos con pequeñas inversiones de aquí y allá que al juntarse nos dieron un presupuesto con el que poder afrontar el rodaje.

F.J.G: ¿Podrías resumirme las cuentas de producción de la película? Últimamente, hay directores que están levantando películas con 2.500€, 3000€.

J.Á.A: En total, fueron alrededor de 200.000€. Contamos con un crédito ICO-ICAA, con un crédito del Gobierno de Canarias. Diferentes ayudas que se han ido sumando. A veces me preguntan: ¿crees que se pueden hacer películas con 300.000€? Y yo respondo: claro que sí. Y con 50.000€, y con 30.000€. En las películas que cuestan 2.500€ no cobra nadie, claro está.

F.J.G: En España se está haciendo, en los últimos años, un cine independiente muy potente. También está dando buenos resultados el cine industrial. ¿Crees que ambos son equidistantes o que, de algún modo, se complementan?

¿Complementarse? No. Yo diría que últimamente están tomando caminos muy diferentes. De hecho, es en el cine comercial donde se empieza a ver una pérdida de identidad. No se sabe muy bien qué quieren ofrecer y hacia dónde quieren ir. En el cine independiente eso no está ocurriendo: sabemos qué queremos contar, cómo lo queremos contar y lo estamos haciendo. Yo, además, estoy muy a gusto haciendo un cine de este estilo.

F.J.G: Me ha sorprendido la concisión tan extrema de la película, algo que hace que corra el peligro sobre su condición de largometraje, porque dura escasamente más de una hora. ¿Tuvisteis miedo al entrar en montaje y ver que el corte final estaba en el límite?

Sí, la película dura unos 64 minutos. Cuando entramos a montar lo pensamos: iba a quedar un poco justo. Que sea así hace que tengamos ciertos problemas con las distribuidoras, que no están seguras de coger la película. “Si durara 80 minutos”, nos dicen. En realidad, son casi 70 en el cine metiéndole publicidad y créditos. (Risas) De todos modos, te quedas tranquilo viendo que dura lo que tiene que durar.

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F.J.G: El cine de guerrilla se está convirtiendo en un género por sí mismo. ¿Cómo lo valoras?

J.Á.A: El cine de guerrilla me parece muy interesante y, sobre todo, necesario. No deja de ser una forma de rodar películas en base a una denuncia, a una necesidad. Y además te da mucha libertad. A mí me gusta mucho rodar así, de guerrilla. Slimane tiene algo de ello también.

F.J.G: ¿Qué recorrido ha tenido la película hasta ahora y cuál le espera por delante?

J.Á.A: Pues venimos de presentar la película en el Festival de Dubai. Nos pareció un poco extraño que una película de estas características la seleccionaran allí en sección oficial pero fuimos y la experiencia fue muy buena. Recientemente hemos llegado a Madrid. Ahora estamos aquí con el Festival Márgenes y esta noche es el pase. Y, de momento, nada más que sepamos con seguridad. Tenemos por ahí un par de festivales pendiente de confirmación pero, de momento, estamos en conversaciones. No hay nada seguro.

F.J.G: ¿Cómo te ves en el mundo del cine en un futuro?

J.Á.A: Como director, quiero seguir haciendo películas, y produciéndolas. Me gustaría ser director de muchas películas, unas más caras, otras más baratas. En definitiva, seguir contando historias a partir de ellas. E intentar vivir del cine, a ser posible. Hace poco hemos acabado el rodaje de otra y ahora en Enero entramos a montarla. Con Slimane nos hemos pasado varios meses montándola y ahora quiero disfrutar de ella y descansar un tiempo.

F.J.G: Ahora que se acerca el año nuevo, ¿qué 3 deseos le pedís al cine?

J.Á.A: Que sea ético y moral, en la forma de hacerse y en la forma en que se cuenta. Poder vivir de él, aunque sea muy difícil. Y, como tercer deseo, que siga acercando a las personas a través de la honestidad de las historias de gente cuya vida no tiene que ser especial para ser contada.

S.L: Es difícil elegir tres. La felicidad. Poder hacer más películas. Me lo tomé como un trabajo normal y me lo pasé muy bien. Ojalá que vengan más oportunidades en el futuro.

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