Kiss of Vengeance (Fernando Barreda Luna)

Kiss of Vengeance

Últimamente parece estar presente dentro de ciertos círculos una notable reivindicación del llamado cine «exploitation». Subgénero, amparado en las libertades creativas de la Serie B, que expone el énfasis de una temática determinada, siempre lejos de lo convencional y en unos arquetipos basados en el extremismo y cierto cinismo. Ya bien sea con productos con una inherente etiqueta de homenaje como el Grindhouse perpetrado por Robert Rodriguez y Quentin Tarantino, o las ínfulas autorales de una nueva oleada de directores emergidos en la pasada década (aquí podemos mencionar al archiconocido «Splat Pack» con Eli Roth, James Wan o Rob Zombie a la cabeza…), parece existir un reiterativo rescate de las viejas fórmulas en el cine de género, capaz de revitalizar el descaro y falta de escrúpulos a la hora de mostrar lo narrativo y  lo visual de algunas historias, lejos de los clichés más habituales del cine de las grandes masas, experto en, su amplía mayoría, en edulcorar el tratado de algunas narraciones. Aquel cine de explotación debía esta etiqueta por una denominación que ligaba sus claras intenciones de explotar, dar énfasis o centrarse en una temática en particular. Podemos poner como ejemplo, una premisa argumental eternamente recurrida en el género, como es la de una sangrienta historia de venganza. Esta es la que hereda el cortometraje Kiss Of Vengeance, dirigido por Fernando Barreda Luna (responsable del falso documental Atrocius) con unas claras intenciones de repescar la falta de pretensiones, el extremismo visual y el descaro de ese cine que mencionamos.

Kiss of Vengeance

La historia centra su protagonismo en una joven que comete una majestuosa venganza contra un cartel de droga de México, el mismo que años atrás acabó con la vida de su familia. De Kiss Of Vengeance destaca en primera instancia su aroma western (dramatizado en una frontera mejicana dibujada como cuna del salvajismo y la ausencia de la ley) que Barreda fusiona con otras influencias como puedan ser el manga (créditos profundamente inspirados en él) o el cine de artes marciales. Ciertamente la naturaleza de la propuesta puede recordar a los esfuerzos de Quentin Tarantino de promulgar todas sus fantasías cinéfagas en su Kill Bill, con la que el corto comparte un argumento y pretensiones muy cercanas. La gran diferencia entre la obra de Tarantino y la de Barreda es que si la primera era todo un ejercicio de asimilación y reinvención de influencias, la obra mejicana parece querer emular constantemente a esos productos actuales que ya funcionaron a modo de gran guiño hacia ese cine, alejándose de algunas de las diatribas del espíritu del genuino cine de explotación. Quizá esto se deba a unas intenciones demasiado evidentes por parte del director, que impiden a este Kiss Of Vengeance de presumir de la espontaneidad del viejo cine de explotación.

Kiss of Vengeance

Aún así, es en los parámetros visuales donde el corto se guarda sus mejores bazas, ya que las escenas de acción gozan de una filmación bastante oficiosa. Aunque algún tramo peque de cierto efectismo (donde nuevamente entra esa influencia de la animación japonesa) algunos de los momentos de acción dejan secuencias con un lirismo de lo visual bastante meritorio, algo de lo que se beneficiará la primera mitad del metraje, mucho más interesante y acertada que su desenlace. La crueldad con la que son tratadas algunas de las escenas claves del corto también es digna de mención, ya que aquí es donde entra su falta de sutileza a la hora de retratar la violencia. De esto se beneficia la planificación majestuosa de la escena de acción, donde cabe destacar las buenas labores de Barreda para disimular su aparente escasez de medios.

Aunque la evidencia de sus pretensiones resten parte del encanto pretendido por el director, sí cabe mencionar de este Kiss Of Vengeance la fidelidad con la que se plantea la historia, siguiendo de una manera bastante leal el modelo clásico de las viejas historias de venganza, pero dentro de unos derroteros bastante enérgicos, imprimiendo un sello visual con el que dotar de cierto exotismo a una historia eternamente tratada, dejando al menos algunas secuencias dignas para el recuerdo.

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