Flowers of Evil (Antti Jokinen)

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Puede que la mejor receta para un veinteañero no sea precisamente la de desafiar al orden a riesgo de acabar con sus huesos en la cárcel. Pero, a veces, la rebeldía frente al establishment es la única salida posible. O al menos eso es lo que piensa Juno, uno de los protagonistas de esta película finlandesa llamada Flowers of Evil (Pahan kukat). Interpretado por el conocido rapero de aquel país, Juno es un tipo de piel oscura y con largas rastas sobre su cabeza, lo cual ya le convierte en un objetivo muy fácil para las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. Ante la duda, es culpable hasta que se demuestre cualquier cosa. En este caso, por desgracia, suele serlo. Juno se relaciona con dudosos círculos de robo y tráfico de drogas. Sin una clara salida laboral y con un hogar bastante ambiguo, opta por una vía llena de tanta libertad como criminalidad. Lo malo, sin embargo, no solo le afecta a él. Su hermano Sipe es permeable a las actitudes que observa en su entorno y su carácter cada vez va acercándose más y más al de Juno.

Antti Jokinen dirige Flowers of Evil como un compendio de todo lo bueno y lo malo que nutre a esta atmósfera contracultural. Juno es retratado como un joven de buen corazón, pero demasiado implicado en asuntos turbios. No parece ser consciente de las consecuencias que su comportamiento tiene sobre su padre, que queda devastado cada vez que el hijo es detenido o desaparece. Sipe, a pesar de los prejuicios que muchos puedan tener sobre él por la roja cresta mohicana que luce en su cabeza, saca buenas notas en el colegio y no se mete en líos. Por así decirlo, es la contraposición de su hermano. Ambos se quieren, pero representan modelos distintos de rebeldía.

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La película nos transmite toda esta ambientación con gracia y tino. Jokinen no esconde lo sucio, oscuro y deprimente que puede resultar una Finlandia sobre la que aquí tenemos una idea muy diferente. Allá no todo es respeto y bonanza económica como a veces creemos. Los suburbios de Helsinki son un cóctel multicultural que ocasionalmente estalla a través de acciones colectivas. Personajes como Juno y Sipo existen en todos los países occidentales y el cineasta finlandés sabe hacer que nos acerquemos a sus maneras de pensar y de actuar. Ni los idealiza ni los criminaliza, simplemente nos los ofrece tal y como son. Tampoco quiere plantear el porqué de la personalidad de Juno, así es él y con eso basta. Es sencillo caer en la red que Jokinen teje, por poco que en un principio parezca importarnos el devenir de sus protagonistas.

Flowers of Evil tampoco pretende ser una crónica social detallada sobre este tema. No en vano, es imposible dejar de considerar el hecho de que la falta de moraleja es algo muy seductor. La película prescinde de moralinas y de explicaciones tan redundantes como vacías. ¿Es el padre quién arrastró al hijo a exhibir esa actitud o la culpa es enteramente de Juno? Este no es un santo y por ello recibe su castigo. A veces, de manera exagerada por motivos racistas y xenófobos. Pero el juicio definitivo a este joven lo realizamos únicamente quienes visionamos la cinta. Esto es lo mejor que se puede extraer de un film elaborado sin intenciones presuntuosas ni colorantes que maquillen su naturalidad. Por mucho que no ofrezca nada extraordinario ni original, Flowers of Evil funciona en su conjunto, hace gala de un desenlace a la altura y no prejuzga a ninguna de las partes implicadas en el film. Especialmente, al espectador.

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