Entrevista a Javier H. Estrada, programador de FilMadrid

Después de disfrutar durante 10 días del Festival FilMadrid, que tras el éxito de su primera edición ha vuelto con las fuerzas renovadas para presentar en Madrid una experiencia cinéfila inolvidable. Con una sección oficial con títulos repleta de títulos que serán del gusto de todos, donde podríamos destacar Sayonara, Nausea, John From, etc. Films que esperamos poder volver a ver algún día en las salas de cine de España. Pero en este festival no solo es importante la sección oficial, porque sus otras secciones no son menos merecedoras de atención. La sección de Vanguardias, una experiencia visual que es difícil tener la oportunidad, de poder disfrutarla en una sala. Tres retrospectivas que nos ayudan a conocer en profundidad a esos autores con gran trayectoria pero que por desgracia en España pocas veces han tenido la oportunidad de mostrar sus obras. Si esto fuera poco, también cuenta con la sección de Pasajes de Cine que se realizo en un solo día en un maratón por los cineastas más jóvenes de España y con las Vanguardias Live una experiencia única que saca el cine de las salas para llevarlo a la calle, porque el cine es un arte, que no se entiende si se encuentra desconectado de la vida.

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FilMadrid abrió sus puertas por primera vez en 2015, acabamos de cerrar la segunda edición de este festival ¿Por qué decidisteis sacar adelante este proyecto?¿Y qué apoyos habéis en recibido en estas ediciones?

Javier H. Estrada: Por un lado estaba la idea, de que en Madrid no existía un festival internacional de cine abierto a todas las nacionalidades, formatos y duraciones. Empieza con tres personas:

Nuria Cubas, que estaba realizando Pasajes de Cine promoviendo a cineastas jóvenes y buscando la cara B de cineastas como Victor Iriarte, quizás no su última película, pero si obras anteriores, para sacar el germen de lo que hacía esta gente tan interesante.

Fernando Vilchez que programaba conmigo en el Festival Lima Independiente, me propuso si quería seguir haciendo lo mismo que hacía allí, ser el programador de FilMadrid. Yo tenía ese vacío de viajar por mi labor como crítico y ver que en Madrid no se mostraban todas estas películas que veía por todos los países que visitaba.

Entonces, la idea era esa, Madrid necesita un festival internacional de cine y seguro que hay un público  para esto, pero nadie lo ha intentado o al menos hace mucho tiempo que nadie lo ha intenta. Aunque hay plataformas interesantes como DocumentaMadrid, Márgenes y Muestras importantes de cine Rumano, Palestino, Coreano… Pero todo como muy aislado. Nos lanzamos sin ningún tipo de ayuda el año pasado, con un presupuesto muy pequeño y con el esfuerzo de todo el mundo con un equipo muy joven y entusiasta. Este año tampoco han cambiado muchos las cosas, el festival se ha hecho más grande y contábamos incluso con menos gente. Pero hemos tenido la suerte de que hay gente que ha confiado en el proyecto, a veces no tanto en el festival en conjunto, pero si en un evento puntual, por ejemplo la Asociación Cultural de Polonia nos ayudo a tener la clausura, los eslovenos a traer a Vlado Skafar y la embajada de Italia a Pietro Marcello. En general las embajadas y fundaciones de este tipo son las que más nos han ayudado. De todos modos, es el segundo año, es un proyecto demasiado joven, esperamos que ya el tercer año podamos atraer a instituciones más importantes y estamentos privados, porque un festival tiene a mucha gente implicada y profesionalizar esto es un trabajo muy grande.

En esa edición pudimos disfrutar en la apertura de la última obra del director ruso Aleksandr Sokúrov Francofonia y en la clausura de 11 Minut de Jerzy Skolimowski. Son películas muy distintas ¿Cómo tomasteis la decisión de abrir y cerrar el festival con estas obras?

Las dos películas eran las que deseábamos, por suerte en las dos ediciones hemos tenido lo que queríamos. En esta edición la idea era abrir con un maestro, un cineasta con una visión bastante innovadora a un nivel formal; introducir la primera persona con la historia, este punto de la realidad y la ficción, crear un dialogo de una forma única. La mirada de Sokúrov  es incomparable, el tiene un estilo que va mutando. Esta película creo que es importante dentro de su filmografía. Temáticamente nos atraía mucho, esa percepción entre el poder y la historia. Nos servía para decir, este es el inicio del festival, vais a tener este tipo de estimulación intelectual, histórica y estética…

La película 11 Minut nos pegó muy fuerte cuando la vimos en Rotterdam, también sucede que a veces tenemos películas, sin ir más lejos, Francofonia que creemos que van a despertar los sentidos. Pero nos gusta descolocar, nuestra visión del cine es muy amplia, no somos un festival que cierre caminos,  sino al revés,  que los abre. Entonces acabar con una película de acción, muy dinámica hasta un nivel visceral. Es una película que te proporciona tanta energía que nos permite acabar así de una forma tan festiva, pensábamos que era fundamental acabar con la fuerza con la que llegaremos el año que viene.

El año pasado tuvimos películas como Theeb que ahora se ha estrenado en España, una película de Jordania que ha sido nominado a los Oscar, un western ambientada en la Primera Guerra Mundial. Es una película que van nuestros padres a verla al cine y la disfrutan, aparte de tener en el festival una sección de Vanguardias, muy potente donde proponer películas que realmente pulsen los límites del cine, también queríamos tener películas con un carácter mas popular, porque nos gusta ese cine y sería absurdo dar la espalda algo que nos gusta. La idea de FilMadrid es de un cine abierto,  pero claro dentro de un cine más popular 11 Minut es una sublevación, cuando el cine de las salas, por lo general, es muy pobre. Aquí hay una puesta en escena, un montaje y una mirada.

11 Minut

La programación del festival ha sido muy amplia, contaba con una sección oficial y otra de Vanguardias pero también tres retrospectivas, la sección de Pasajes de Cine y las Vanguardias Live. ¿Como valoráis la acogida que ha tenido por parte del público?

Una maravilla, sería muy injusto verlo de otra manera. Se han superado nuestras expectativas, tanto a nivel de numero, como por el entusiasmo que se ha generado. Hemos tenido momentos muy bonitos, creo que está sucediendo una cosa muy interesante; hay una nueva hornada de estudiantes de cine, que están muy metidos en el festival y también gente más mayor que quizás estaba un poco desencantada que pensaban que estaba todo dicho en el cine, gente que se forjo con la Nouvelle Vague por ejemplo, pensaban que ya no se hacía un cine que apostara por nuevas formas y al mismo tiempo fuera emocionante, gente que a veces encontró el festival por casualidad y que le hemos dado una esperanza. El cine es un medio mutante, que está evolucionando hoy, es un arte demasiado joven para que se detenga. Hay tanta gente joven creando, con una mirada diferente a la del resto. Es un festival muy abierto algo que es esencial para nosotros. El combinar una Sección Oficial con un melodrama turco, con una comedia portuguesa y un documental ruso.

En la anterior edición decías que la sección de la que te sentías mas orgulloso eran las vanguardias Live ¿Cómo han sido las de este año?

Creo que esta edición ha sido más interesante aún, ha sido más grande, cuatro Vanguardias Live este año, hemos ido ampliando el espacio, la ruptura con la sala. Lo de Lluis Miñarro fue tremendo, es algo que nos interesa mucho, hacer partícipe al ciudadano físicamente, porque tenía que subirse a una escalera para cambiar el nombre de la calle. Los niños participaron, fue algo muy espontáneo, donde había gente que sabía a lo que iba y muchos que simplemente se sumaron. El de Javier Rebollo fue muy particular, reunirnos en una terraza y escuchar su visión muy excéntrica de la vanguardia. Al igual que lo de Luis López Carrasco que considero que ha sido bastante importante, había gente de muchas edades y ver las reacciones de la gente más joven con las imágenes que mostraban de la Expo del 92, son un show, te das cuenta que este país vivía en una realidad que ahora no comprendemos, era una sociedad que pensaba que era una  absoluta potencia y te das cuenta de que pasa factura. Te das de cruces con un pasado, tan sobrevalorado que es el causante de los problemas actuales. Fue muy bonito. Luego la vanguardia de Takashi Makino tenían un corte muy diferente, la proyección en el papel de aluminio, donde la luz incidía y generaba sombras con las personas que había. Para nosotros la Vanguardias Live son el punto esencial del festival, porque es la sección que nos diferencia de cualquier otro y las posibilidades de crecimiento son ilimitadas.

En esta edición hemos podido disfrutar de tres focos. ¿Por qué habéis elegido realizar la retrospectiva de estos cineastas?

El año pasado el esquema era: un foco a un maestro, que fue Lav Diaz y un foco a un cineasta joven, que fue Jan Soldat. Este año decidimos hacer tres focos uno a un maestro, a un cineasta joven y a uno especifico para la sección de Vanguardias, aunque también es un maestro en este caso Boris Lehman.

El maestro este año era Julio Bressane, era algo como de justicia histórica, porque nunca nadie le había dedicado una retrospectiva en España a este cineasta, que para nosotros, es uno de los mayores genios del cine latinoamericano. Es un tipo de una imaginación incontenible, que desde los años 60 hasta hoy, siempre se ha mantenido joven e innovando, muy excéntrico, muy brasileño pero que dialoga muy bien con otros referentes , como cuando trabaja con referentes histórico como Nietzsche y Cleopatra. Era un cineasta que conocíamos de hace mucho tiempo y que saliera bien la retrospectiva era muy importante. Todo venía en 35mm excepto Garoto, todo venía desde Brasil. Logísticamente fue muy complicado. Conseguimos que viniera Bressane, que resultó ser un foco de luz, como yo he visto muy pocas veces en mi vida, con una inteligencia y una calidez humana que solo he visto en gente muy particular como Pedro Costa.

Marcello Pietro era el foco joven, porque aunque no es tan joven, ha realizado cuatro largometrajes. La cuestión es que hace muchos años en Lisboa vimos La bocca del lupo y fue una película que nos enamoró, una película que dialogaba de una forma muy interesante con la poética. Vimos lo que había hecho antes, lo que hizo después y el año pasado en Locarno se estrenaba Bella e Perduta y decíamos vamos a darle una oportunidad, si es tan buena como las anteriores , le hacemos un foco en esta edición. Nos pareció la película de uno de los cineastas europeos, que están llamados  a marcar una etapa en el cine del continente. Es un cineasta que va cambiando mucho, pero que tiene una sensibilidad muy contemporánea, como trabaja con los animales en Bella e perduta, como dialoga con la historia con asuntos de actualidad como la mafia en La bocca del lupo.

Luego Boris Lehman, hacía 20 años que no venía a Madrid, dentro de lo experimental es un maestro. Un hombre que basa su cine en la amistad y esto conecta mucho con nosotros. con cómo se construye el festival. Es un cineasta muy prolífico que siempre va construyendo sus películas a raíz de sus relaciones con sus amigos y que a través de estas relaciones se va conociendo así mismo. Es fascinante y como tenía una obra nueva se lo propusimos y acepto.

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Una de las particularidades de FilMadrid con respecto a otros festivales, es que no hace distinción entre cortometrajes y largometrajes. ¿A qué se debe esta decisión?

La cuestión es simple, la genialidad, el carácter, la originalidad existe en una película de 400 minutos como en una película de 5 minutos. Esa convivencia, me parece natural y desde el punto de vista de la programación lo hace más divertido aún, por el dialogo que surge entre ambas obras. Al programar piensas en la experiencia del espectador, como en las Vanguardias hay que hacer que el espectador viva una experiencia única. El visionar juntas películas como The Digger con O Spelho o Casa Da Quina con Las lindas es muy interesante, porque tú propones una serie de estímulos para el espectador, lo que pretendes es que el festival sea un viaje, que veas distintas maneras de mirar el mundo desde el cine contemporáneo y que durante este viaje el espectador reciba una serie de reflexiones, sentimientos y estímulos. Esto convierte la programación en un trabajo muy divertido.

La película que recibió el premio de la Sección Oficial fue John From de Joao Nicolau. ¿Qué podrías destacar de esta obra?

Es una película con un espíritu muy luminoso. Joao Nicolau ha conseguido captar rasgos de la adolescencia muy complicados de representar, conservando su pureza y sin darle mucha importancia, es una película que desde ese punto es muy liviana, no es necesario sobredramatizar las cosas. Es una película muy sensible, muy bien interpretada, es muy importante encontrar las presencias adecuadas para las películas y esta obra tiene en las actrices y en los espacios luz. Es de esas películas que te dan una conexión con la vida muy luminosa. Un cineasta que en su segundo largometraje demuestra tener un futuro tremendo.

El cine que forma FilMadrid es un cine que suele estar al margen de los circuitos industriales y que difícilmente consiguen llegar a las salas. ¿Por qué consideras que es importante este tipo de cine?

Es el cine que creemos que es esencial, es el cine que se está haciendo con visión. Por otro lado, es el cine que no pasa por las salas y es necesario visibilizar este cine y reivindicar la sala. Estamos de acuerdo con las plataformas digitales, pero no hay nada como verlo en la sala, no es por nostalgia, es por la idea de comunidad y por las condiciones de visionado, que son infinitamente mejores. La experiencia es que es totalmente distinta, aunque puedas ver todas estas obras en tu casa, te estás perdiendo alrededor del 50% de la experiencia, puedes intuir que es, pero no sabes lo que es. Para nosotros, es muy importante, hay que mostrar el cine en las salas.

¿Por qué consideras que este cine muchas veces está condenado al silencio?

Es muy importante la cuestión mediática y la educativa, lo hablábamos mucho durante el festival, hay muchas películas en la sección oficial, que fácilmente podrían estar en salas, porque son de un corte más popular. Nausea es una película que podría disfrutar muchísima gente, pero pasa lo de siempre, es una película turca, el director no es conocido… Entonces las distribuidoras no se atreven, porque creen que van a fracasar, los medios no dan el impulso que estas películas se merecen y volvemos al mismo problema de siempre y es la invisibilidad de estas películas. Por otro lado, es una cuestión educativa, si no estamos acostumbrados  a determinados estímulos cinematográficos vamos a tener una visión superficial del cine, si nadie ofrece este tipo de obras ni televisión, ni salas ni siquiera escuelas de cine. Los espectadores no pueden demandar lo que no conocen.

Para terminar ¿Qué nos espera en la 3º edición de FilMadrid?

Espero que para la siguiente, haya más originalidad aún, mas valentía (nuestro carácter), más solidez pero sin perder el espíritu libre y el espíritu familiar que tiene este festival. Tener el peso de la experiencia, pero seguir siendo como dijo Liryc Dela Cruz «FilMadrid the punk film festival» pues de cierta forma, no perder cierto toque punk. Esa es nuestra actitud, seguid profundizando en descubrir directores, en romper moldes, buscar la forma de realzar la experiencia audiovisual y proponer mucho dialogo entre espectadores y cineastas, hasta el punto que se unan y creemos una familia. Esa es la idea.

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