Conclusiones del FICX 2022

El FICX alcanzó una edición tan señalada como la número 60 dando veracidad al slogan que ha ido acompañando últimamente al certamen: la gran ola del cine independiente. Y como tal, Gijón se volvió a vestir de gala para dar la bienvenida a las últimas propuestas del mejor cine ‹underground› y paralelo a la industria de cinematografías con origen de toda índole. Y, si bien sabido el mimo con el que el festival cuida su programación año atrás año, confirmado este año con las interesantes propuestas que dieron fortaleza a la programación, lo cierto es que a los presentes en las diferentes proyecciones les habrá llamado la atención la afluencia de público que este año ha inundado las salas de Gijón; si bien, tras dos ediciones enrarecidas por la pandemia y las restricciones derivadas de esta, el FICX alcanzó su sexagésimo aniversario bajo una esperada normalidad social que ha permitido volver a disfrutar de un ambiente de cine como hacía ediciones que no se recordaba. No cabe duda que la vuelta de algunas de las salas al centro de la ciudad también ha ayudado a enfatizar este aspecto.

Más allá de la afluencia de público, de la visita de importantes invitados (desde la actriz María de Medeiros hasta el cineasta Albert Serra, entre otros muchos) y de la amplia oferta en una programación distendida y variada, una de las mejores opciones para realizar unas conclusiones del festival es el prestar un mínimo de atención a su palmarés, muestra inequívoca de la diversidad de los productos cinematográficos que exponen con sentido la personalidad del festival: desde la virtual ganadora de la edición, Metronom [reseña, trailer] de Alexandru Belc, encarnizada en la represión de un juventud con vientos de cambio, hasta Rimini [reseña, trailer] de Urich Seidl, cineasta que por méritos propios (su legado cinematográfico está tan unido a Gijón que se permitió el lujo de presentar este año dos películas) se ha convertido en uno de los protagonistas de la semana, con una dupla fílmica que pasó a ser de lo más comentado en el festival por su innegable calidad. En el palmarés también se abarcan algunos de los ‹hits› de esta edición, como la argentina Estertor, que vino a representar el dulce estado del nuevo cine sudamericano al que Gijón dedica un espacio propio. Otros nombres ilustres del palmarés fueron Hong Sang-soo (premio a la distribución por La novelista y su película [reseña, trailer]) o Werner Herzog, cuyo documental The Fire Within: A Requiem for Katia and Maurice Krafft [reseña] cautivó al respetable y le permitió llevarse uno de los premios especiales del jurado. Theo Montoya y su Anhell69, Bread and Salt [trailer] de Damian Kocur o El reino de Dios de Claudia Sainte-Luce fueron otras de las películas que han dejado marcado a fuego su paso por el festival, llevando por ello varios reconocimientos. Para concluir este somero repaso al palmarés, cabe añadir que fue la norteamericana To Leslie la que monopolizaría la parte interpretativa de los premios, reconociendo el jurado el trabajo de la dupla actoral formada por Andrea Riseborough y otro viejo conocido del FICX, Marc Maron, quien lo visitó hace unos pocos años.

Como cada año, la Sección Oficial ha conseguido afianzar la marca personal que desde el equipo de programación del Festival se pretende adherir, que viene acentuada por las secciones paralelas que muestran los talentos, afianzados y emergentes, que dan forma al cine indie de todo el mundo. Con cintas como Grand jeté o la pasada ganadora en Cannes Triangle of Sadness [reseña, trailer], por poner dos ejemplos de dos películas de las que se habló ampliamente entre sesiones, el público gijónes volvió a probar las mieles de ese cine de limitada distribución y escasa repercusión por los medios habituales. Los invitados, las propuestas paralelas (charlas, presentaciones, etc.), una programación musical paralela y el sensacional ambiente vivido en sus diferentes sedes deja el regusto de que esta edición número 60 puede marcar un antes y un después en el status del certamen, demostrando estar en un estado de salud encomiable. Con todo, la sensación generalizada es que el FICX, al igual que antaño, vuelve a ser una de las citas imperdibles del panorama de festivales internacionales, a tenor no sólo de la calidad de las propuestas, sino de la trascendencia que tras su estreno en el festival alcanzan algunas de esas modestas cintas repletas de espíritu. Un espíritu hacia la vanguardia y la independencia y el compromiso de inconformismo de lo convencional, que da andamiaje a esa gran ola de cine que ha vuelto a inundar a la villa asturiana.

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