Sick of Myself (Kristoffer Borgli)

Hace como dos semanas, comiendo en el trabajo, una compañera contó que últimamente le salen en Tik Tok o en Instagram muchas personas visibilizando trastornos muy raros de la salud, deformidades de nacimiento, las consecuencias de una mala praxis médica y otras movidas que, entre risas, dejó a todos los presentes con un poco de mal cuerpo, a pesar de seguir manteniendo la risita con algunos comentarios graciosetes. Entonces, como dos semanas después, aparece el director y guionista Kristoffer Borgli, como si hubiese sido uno más en aquella conversación, y estrena en España Sick of Myself, una comedia que combina lo más excesivo de Joachim Trier con lo más comedido de Ruben Östlund, dando como resultado una obra satírica bastante equilibrada (a su personalizada manera). No tanto por el tema de hablar de las redes sociales, cuya impronta pesa mucho en toda la cinta, como por cómo aborda el tema del ego y sobre todo las nuevas maneras de encontrar felicidad. Si en los 90, por decir una década, el consumismo era sinónimo de felicidad (al menos instantánea, si bien temporal), los nuevos tiempos han dado paso a otras formas de luchar por ella: la necesidad de atención, que ha evolucionado de los toques en el móvil a los zumbidos en el Messenger, para pasar en la actualidad a depender del número de seguidores, interacciones, mensajes y actividad en un mundo que ya no sólo es digital u online, sino que convive con la antes llamada realidad, difíciles de diferenciar por estar cada día más unidos y ser mucho más indisolubles.

Sick of Myself, que en este caso traduciría de la forma más literal (enfermo de mí mismo/a), disecciona milimétricamente todos esos elementos que conforman a la sociedad. Una sociedad expuesta que, ya muestre lo bueno, lo malo o visibilice lo peor, está eligiendo lo que expone constantemente, maquinando sobre las posibilidades de los actos y manejando frente a ellos unas expectativas y deseos que no siempre se tienen que cumplir. Quizá por eso resulte tan meritorio que Borgli consiga reflexionar con ligereza sobre todo eso en sólo hora y media de metraje, centrando casi toda su atención en un solo personaje: Signe (Kristine Kujath Thorp), así como en su pareja Thomas (Eirik Sæther), ambos narcisistas, cínicos y un poco trastornados, como la propia película. Y todo sin que parezca que existe una reflexión o una búsqueda psicológica que explique los porqués, incluso a pesar de mostrar posibles causas con frecuencia. Pues, como decía, Sick of Myself no intenta demostrar que es más listo que el espectador, como sí tiende a hacer Östlund, pero tampoco es tan cauto, reflexivo o grave (en su ligereza) como puede serlo Trier (el bueno). Y es que la corta aparición del actor Anders Danielsen Lie hace inevitable no pensar en La peor persona del mundo, mientras que la presencia del arte, el modelismo y las redes sociales recuerdan a veces a lo que quiso ser El triángulo de la tristeza (de la que sólo he visto el tráiler, que te cuenta la película) o The Square.

Incómoda, y cuanto más incómoda más graciosa, Sick of Myself es una película tóxica, de ahí lo mucho que se puede disfrutar. Es capaz de elevar los aspectos cómicos en cada escena y, al mismo tiempo, ser cada vez más inquietante, explorando la degradación gradual de la protagonista de una manera oscura y divertida, y aprovechando una edición de escenas que entrelazan realidad e imaginación con tal precisión y matices que, a pesar de la toxicidad, da gusto estar dentro de la cabeza de la protagonista, porque engancha tanto como poder ver ‹stories›, fotos, vídeos y seguir la vida de tus conocidos y desconocidos más interesantes a diario. Porque es exhibición y voyeurismo, porque, al menos a ratos, ves bastante honestidad. Si, entre medias de todo eso y sin apenas darnos cuenta, nos golpean en la cara con todas esas contradicciones vitales ya prácticamente inherentes a nosotros (a pesar de la novedad), encontramos una película que habla sobre nuestro narcisismo dentro y fuera de las redes sociales, sobre cómo aceptamos nuestros cuerpos y abordamos la enfermedad, sin ética o con ella, sin disfrute o con él, de acuerdo con qué estándares, etc.

Pero bueno, veremos qué me dice el tiempo sobre Sick of Myself, que hace dos semanas que empezamos hablando de dar visibilidad a movidas varias, pero acabamos el descanso viendo vídeos del hombre arbusto que da sustos a personas por la calle.

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