Dream Scenario (Kristoffer Borgli)

No me cabe duda de que entre el ‹fandom› de Nicolas Cage existe la teoría de que cualquier película que se haya realizado o esté por filmarse siempre mejoraría si cuenta con Nic en el reparto. Teoría, desde luego, algo peregrina, pero que a título personal no puedo más que compartir. Quizás Dream Scenario, sea ya desde su título metafórico (no existe mejor escenario ideal que A24 con Nic como protagonista) el ejemplo perfecto que respalde dicha presunción.

En el fondo, Dream Scenario no deja de ser la versión sofisticada, o sea, con imagen y factura de A24, de la anterior película de Kristoffer Borgli, Sick of Myself. De hecho, casi podríamos hablar de que es exactamente la misma en cuanto a desarrollo y tono. Una diatriba ácida contra el culto a la imagen en aquella sustituida en Dream Scenario por un retrato igualmente ácido sobre la cultura de la cancelación y la necesidad social de la popularidad y su precio. Pero claro, con el factor Cage a favor.

Puede que sea exagerado valorar un film solo por la presencia de su protagonista, pero lo que es innegable es que sí, que estamos ante un producto que observa las mismas virtudes que su predecesora, una crítica hacia la fama momentánea, a veces producto de un absurdo, y una caída igualmente dolorosa a través de la cultura de la cancelación vistas desde una crónica de comedia negra que curiosamente no resulta del todo extraña (a pesar de lo sobrenatural del evento narrado) y que encierra una peligrosa aproximación naturalista al asunto.

Sin embargo, también adolece de los mismos defectos que Sick of Myself: una tendencia a la sobre explicación, a disparar demasiado al bulto, a irse por las ramas hasta perderse en cierta nada. Y, sobre todo, una necesidad de alargar la “broma”, por así decirlo, hasta un desenlace que resulta anticlimático e incluso decepcionante. Y aquí es donde entra el factor Nic. Todo esto casi se perdona ante el peso que el Sr. Cage otorga a la cinta. Ya no es solo el carisma proveniente del meme, sino que sin duda sabe como adueñarse de la función, hacerla creíble hasta empatizar con los sinsabores de su personaje. Algo que nunca debería ser suficiente para obviar los problemas de una película pero que en este caso los tapa de una manera más o menos afortunada.

Finalmente, la sensación que nos queda es que estamos ante un producto que se presenta como afilado y mordaz pero que se queda a mitad de camino. A su favor cuenta, como hemos dicho, con la habilidad de su director a la hora de poner el foco en temas de actualidad, en fenómenos sociológicos contemporáneos y su peso en la vida diaria, pero que sigue sin saber concentrarlos de forma más reducida. Todo ello con la factura (que casi ya es una marca) de A24 que le otorga un cierto aire de calidad y al mismo tiempo sensación de película demasiado “repetida” por la productora. Un paradoja entre lo original y la producción en serie que, de todas formas, deja un buen sabor de boca.

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