Los fenómenos (Alfonso Zarauza)

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Esta vez no hay excusa. Con películas como Carmina y Amén, Magical Girl o La Isla mínima tenemos el ejemplo perfecto de a qué podemos llamar “buen cine español”. Aquello de aclamar la mediocridad avalados por el pretexto “está por encima de la media” ya no es válido. Y gracias a este hecho, podemos decirlo sin tapujos: Los fenómenos no es para nada una mala película, pero tampoco se encuentra entre lo mejorcito del cine español. Incluso podemos decir (oh, alegría!) que no se encuentra entre lo mejor del cine español de este año. Se trata, aun así, de una película que compagina a la perfección modestia y valentía. Pues a pesar de su honestidad (respecto a sus intenciones), logra tocar muchos más temas de lo que se acostumbra a esperar en una cinta de esta clase. Lo que aparta esta película del terreno de las joyas es que Alfonso Zarauza no nos dice nada nuevo. Y lo que lo acerca a la sección del buen cine es que, a pesar de todo, estamos ante una película que consigue esta armonía tan difícil de mantener, vista en ocasiones en el cine de Loach, entre la denuncia social y el retrato de personajes complejos.

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Zarauza no nos cuenta nada nuevo, de acuerdo. Pero sí nos habla de una realidad vigente, de destino francamente desconcertante. Y lo hace sin olvidarse de pagar el peaje que todo buen producto de denuncia reclama: para retratar el entorno, más aún si es para criticarlo, hay que retratar primero al personaje (este tipo de cine que simpatiza con la filosofía “critíquese a usted antes de criticar lo que le rodea”). En este aspecto, el director cumple a rajatabla con los requisitos, sin temor a mostrar las imperfecciones del personaje interpretado por Lola Dueñas; sin temor, incluso, a no esconder la posibilidad de que parte del socavón económico que está apunto de sufrir sea responsabilidad suya. Y una vez hechos los deberes, ahora sí, se nos habla de los catastróficos resultados de una crisis económica que, como el director apunta, se veía venir a la legua. Pero incluso entonces lo hace sin perder de vista a su personaje, pues a pesar de mostrarnos cómo este topa de narices con fuerzas mayores, sus actos y decisiones jamás se convierten en algo secundario. Se trata de una historia en la que aparece la crisis, sí, pero ésta nunca llega a convertirse en la protagonista.

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A pesar de todas sus virtudes, Los fenómenos también cuenta con algunos defectos. Uno de ellos es que en ciertas ocasiones pueden identificarse sus hilos con demasiada facilidad. Me refiero a ciertas secuencias en las que el diálogo o la actitud de los personajes parece más interesada en cumplir su función argumental que en resultar creíble. Pienso, por ejemplo, en el chapucero diálogo sobre el vegetarianismo entre Neneta (Lola Dueñas) y uno de los obreros, o en el la precipitada resolución de la historia de amor entre la misma Neneta y Furón (Juan Carlos Vellido). En el fondo no son más que pequeños baches que tampoco resultan demasiado molestos, pero sí que en cierta forma evidencian este carácter de producto menor. Como si la película buscara conscientemente encontrar un equilibrio entre aciertos y defectos, tratando de situarse en un terreno neutral. Es por todo ello que la nueva película de Alfonso Zarauza resulta agradable de ver e incluso de recordar, si bien su acabado no reluce como una de las mayores joyas que vayamos a encontrar.

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