La alternativa | La red Avispa (Olivier Assayas)

Olivier Assayas se rodeó de un lujoso elenco para dirigir La red Avispa, que en absoluto fue su primera incursión en el género del thriller. El cineasta francés ya nos había obsequiado con films extraordinarios como Demonlover, que anticipaba el mundo digital en las altas y bajas esferas o la miniserie Carlos, que se transformó en largometraje para su paso por festivales. A día de hoy, en la plataforma HBO también se pueden ir viendo semanalmente los episodios de su nueva serie televisiva, un remake de su obra magna Irma Vep, protagonizada por Alicia Vikander.

La red Avispa es uno de sus títulos menos reivindicados o que acostumbra a pasar desapercibido, aún con los rostros estelares que aparecen en ella, tales como el de Penélope Cruz, Ana de Armas, Wagner Moura o Gael García Bernal. El director la estrenó en 2019 para trasladarnos a la Cuba de los 90, donde se narra la historia del piloto René González, que roba un avión y se separa de su mujer e hija para trasladarse a Miami. Su misión allí es infiltrarse en organizaciones anticastristas responsables de múltiples ataques terroristas, lo que rápidamente iniciará una red de espionaje por parte de unos desertores que querrán seguirlo y apresarlo. El desarrollo del film va al hueso, cada escena parece impulsada a hacer avanzar la trama. Hay escasos momentos observacionales, pues todo goza de un ritmo interno que pretende prolongar los esquemas de Carlos, aunque sin tanto éxito. En cuanto a guión es una de las más ordinarias y deshilvanadas de Assayas, pero en lo que respecta al relato visual su huella es inquebrantable. Si bien no hay instantes que puedan ser congelados y analizados con lupa, las imágenes de las correrías aéreas pueden suponer expansiones del pensamiento cinematográfico del director.

¿Qué ha diferenciado y sigue diferenciando a los thrillers de Assayas del género del suspense norteamericano prototípico? El tratamiento de la imagen en los films del cineasta galo es esencial, sean thrillers o dramas familiares. Ha hecho de lo que es el fundamento técnico de las imágenes su sello esencial, incorporándolo al cine de género de forma muy parecida a figuras como Brian de Palma, cuyas filigranas formales iban de la mano con el arte de dirigir la mirada. En Assayas no se recala tanto en esta cuestión, sino más bien en la disolución de la mirada y del fantasma que dejan las imágenes una vez se huella se ha creado. No hablamos de imagen únicamente en relación a las texturas, los trampantojos o los movimientos de cámara que incorpora en sus relatos, sino también las imágenes que pretenden irradiar los personajes de sus películas. En el caso de Carlos, por ejemplo, hablamos de un hombre capaz de cambiar de identidad en función de sus necesidades, o en el caso de la Irma Vep de Alicia Vikander, de un fantasma que deambula por un rodaje que rinde tributo al cine silente. Desde la pantalla de móvil de Kristen Stewart en Personal Shopper, pasando por el ambiente helado de Viaje a Sils Maria, en La red Avispa se incorpora la avioneta como un dispositivo que recorre un espacio y que deja una estela a su paso, captada por los antagonistas. En la sociedad contemporánea todos dejamos rastro aún navegando por un inacabable mar azul, metáfora de los enormes pasillos cibernéticos. Por ende, si la nula construcción de la tensión puede dejar paso a la meditación sobre las imágenes y los reflejos que generan entre nosotros, bienvenidos sean siempre los directores y sus estilemas.

Así que con todos ustedes, Olivier Assayas, uno de los grandes cineastas teóricos y exponentes del cine contemporáneo del paso del analógico al digital.

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