La alternativa | Jacquot de Nantes (Agnés Varda)

Quizás hoy hablemos de un titulo que da más sentido que nunca al nombre de la sección. Y es que la alternativa a Los Fabelman (The Fabelmans, 2023) no solo es buscar un titulo de temática similar, se trata de la manera en que se aborda. Es decir, es algo más que el qué, también es el cómo. La escogida, Jacquot de Nantes, va más allá de lo que sería una película sobre el cine y sobre la fascinación que genera. Es una película acerca del amor, además de hacia el cine, hacia su protagonista.

Dirigida por Agnès Varda, estamos ante un film que no solo es una biografía de Jacques Demy, su marido, es asimismo una declaración de amor en toda regla. De esta manera, a través de las imágenes podemos conocer las primeras etapas de la vida de Jacques, de cómo vivió las vicisitudes de la Segunda Guerra Mundial y de cómo, poco a poco, fue cayendo rendido al embrujo del cine. Pero, curiosamente, esa fascinación queda relegada a un segundo plano en favor del amor que la propia Varda muestra por su marido.

En realidad el cine, aunque omnipresente en todo el metraje, se muestra como un elemento necesario, aunque en cierto modo desapasionado, en la vida de Demy. Varda retrata, eso sí, mediante la comparativa de aspectos de la vida de Demy y su reflejo posterior en algunas de sus películas, la importancia de la experiencia cinematográfica como formadora de inquietudes, pasiones e incluso valores. Pero todo desde un prisma en el que no importa tanto el cómo ni la interpretación del cine a modo intelectualización del mismo (a la manera de los jóvenes de la ‹Nouvelle vague›), sino su imagen como vía de escape y al mismo tiempo escuela formativa.

La cámara de Varda pues, no presta tanta atención a los aspectos formales que influyeron en Demy, aunque paradójicamente el metraje está impregnado de un tratamiento conceptual lírico y rico en su variedad, como a la propia vida en sí del director. De alguna manera Varda quiere capturar un pedazo de vida y no una lección sobre “cómo convertirse en director de cine”. Y a través de ese prisma se transmite el cariño, la admiración y un amor incontestable hacia el niño primero, hacia el adolescente después y, mediante insertos del propio Demy adulto, hacia el hombre (que no el cineasta) que nunca perdió su esencia, que siguió siendo él mismo más allá de modas y de tropos cinéfilos.

Probablemente esta no sea la historia de un cinéfilo, más bien es algo cercano a la de un cinéfago. A alguien cuya pasión eran las películas y no tanto el análisis fílmico de ellas. Un ‹biopic› que no trata sobre el cine sino sobre la vida en sí misma y sobre cómo el cine forma parte de ella, no a modo definitorio, más bien mediante un elemento tan capital como la música, las relaciones familiares o los traumas de la violencia bélica. Varda filma una carta de amor incondicional no desde la admiración al cineasta sino hacia la persona. Una película pues que en lugar de tratar acerca del Demy artista, gira en torno al Jacques Demy como persona amada. Un amor que Varda necesita transmitir y compartir con todos nosotros.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *