La alternativa | Cordelias (Gracia Querejeta)

Cordelia fue desheredada por el rey Lear al mostrar franqueza ante la mentira de otros, y ser tachada esta de poco leal, de poco amorosa, ajena al sentir de ese hombre. Cordelia es una afrenta, en femenino, a la verdad que no se acepta, permitiendo a Gracia Querejeta recrear diez pequeñas historias llenas de franqueza, de mirada directa a cámara, en su cortometraje Cordelias.

El drama carcelario puede tener otras connotaciones ajenas al disturbio o la perdición. En este caso, un taller de teatro en un módulo de mujeres sirve de base y de excusa para enardecer el sentimiento frente al conflicto, la vida y los errores de un grupo de mujeres. La Cordelia principal, aquella que se autodesigna para guiar al conjunto, imprime fiereza para asumir el liderazgo, y nos propone a través de la obra que ella misma ha elegido una vía para agrupar y solidificar a todas las implicadas.

El acierto de este trabajo es que la obra, su contenido, los ensayos o progresos quedan relegados a la nada, ya que nunca prosperará el interés por el arte. Hay un convencimiento feroz a la hora de proponer los papeles, rechazarlos de pleno y luego adoptarlos como posibilidad que permite que conozcamos una a una las motivaciones de cada mujer citada para este taller, siendo así todas ellas Cordelias de la vida, dispuestas a arrojar sinceridad en un escenario impropio para cualquiera, desprovisto de toda intimidad y con la única personalidad que ellas sean capaces de aportar.

Aún así somos ajenos a los barrotes, la frialdad, la soledad o la autoridad en esa sala donde se reúnen, cálida a su manera, una especie de aula con plantas, paredes ocres, y un sofá, un lugar abierto a la concordia, un estado del que todas ellas recelan, dispuestas a batallar por encontrar su lugar. Al mismo tiempo nos encontramos con ellas en solitario, como a pinceladas, donde descubrimos su condena mientras nos miran fijamente a los ojos, nos hablan (hablan a esa cámara sujeta a pulso) directamente de lo que las retiene, lo que ha revolucionado su vida, unas como excusa, otras sin reparos. Son pequeños apuntes que provocan esa sensación de autenticidad que a veces desaparece en un teatro, pero que su directora quiere que ellas impriman a través de sus personajes. «Presencia» dice ella, y lejos de acatarlo como cierto en un primer instante, con sus testimonios descubrimos que es algo que no les faltará.

Cordelias triunfa en esa especie de terapia teatral sin imposiciones líricas, sin artificios, derrocando la idea de la actuación cuando parece más importante la realidad en sí misma que el trabajo por el que se han reunido todas en esa habitación. Un continuo choque de personalidades arrebatadoras, cada una distinta a la anterior, que en el conflicto sabrán encontrar la hermandad y la comprensión. Un drama carcelario sobre el teatro, donde los escenarios noquean esas mismas nociones, y los personajes aluden a temas mucho más vigorosos. Un guion con vida propia que se asimila en un suspiro con gracia y tensión, dejando las épicas tragedias de Shakespeare en la nada ante los dramas que acontecen en la actualidad. Porque todo crimen tiene una actriz capaz de bordar ese papel.

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