Entrevista a Benoît Jacquot, director de 3 corazones

Me encuentro en la terraza del céntrico Hotel Me de Madrid, una panorámica vista de la ciudad me rodea y pienso en lo caro que debe de ser una habitación o un café aquí. Son las 17:30 de la tarde, estamos en pleno otoño, pero hace un día bastante soleado. Es la primera vez que entrevisto personalmente a alguien relacionado con el cine y me noto algo nervioso.

Espero, sentado, junto a dos trabajadores de la distribuidora Golem. Uno de ellos me acaba de decir que hasta dentro de 15 minutos no será mi turno de preguntas, aprovecho el momento para releer mi chuleta, reordenar aquellas cuestiones que más me interesan, por si no me da tiempo a todo, e intento relajarme. ¿Funcionará bien la grabadora? Espero que dure los 15 minutos que me han dado, pienso. Por lo visto, soy el último entrevistador del día. Procuro no pensar en ello, pero me preocupa encontrarme con una persona cansada de responder (probablemente) a los mismos asuntos desde hace varias horas.

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Benoît Jacquot, el director de películas como La chica sola (1995), Sade (2000) o Tosca (2001) acaba de realizar 3 corazones (2014), protagonizada por Benoît Poelvoorde, Charlotte Gainsbourg, Chiara Mastroianni y Catherine Deneuve y ha venido a España para presentarla de manera oficial. Está sentado junto a su intérprete y traductor. Me recibe cordialmente; hola y al lío, que nos quema todo. Ya no me acuerdo de los nervios.

Me dio la impresión, viendo la película, de que todos los personajes protagonistas sufren algo así como “codicia de amor”. Todos se hacen daño unos a otros. ¿Siente que en eso consiste el amor?

BJ: ¿Quieres decir como que son avaros del amor? ¿Algo así como egoísmo, egocentrismo amoroso? Es una pregunta grave [risas]. Pero realmente creo que el sentimiento amoroso, sea cual sea, no tiene en cuenta para nada… no toma perspectivas sobre los efectos o las consecuencias del amor. No lo creo.

Creo que, de hecho, el vínculo que Marc se encuentra con Sophie, con la hermana, con Chiara Mastroianni, que es un vínculo conyugal, le permitiría, si la historia lo hiciese posible, escapar a esa especie de autocombustión amorosa. Yo hablaría más bien de autocombustión, no sólo el hecho de capitalizar los sentimientos, de acumularlos, de codicia. Sino que uno va incluido en el pack, y por lo tanto se convierte en un auto de fe.

Interpreté el final tal y como se ve en la película, siendo la última escena una especie de “¿Qué habría pasado sí…?”, pero en cualesquiera de los casos, ¿podría haber sido un final feliz para Sylvie y Marc?

Sí. Para mí hay dos lados, un lado estructural, que es que quería mostrar al final lo que la película podría haber sido; el segundo aspecto, que no es estructural, que es narrativo (hace parte del relato), es que en un momento dado, Charlotte Gainsbourg cierra los ojos e imagina lo que podría haber ocurrido si esa cita hubiese tenido éxito. Ahora bien, Benoît Poelvoorde, el actor, me decía que siempre se imaginaba, para interpretar el papel, que a partir del momento en que tiene el coma en el Parking, tiene una visión agonizante que lo lleva hasta el final de la película. Pero claro, hay que tener en cuenta que es como si se despertase de su coma y fuese a ver a la persona con la que habría tenido la cita, después de haber sufrido esas visiones, que tienen que ver con el colapso que le acaba dando. Esto es como quiera el espectador. (inicio SPOILER) Para mí es muy literal, todo ocurre realmente, él muere escuchando su voz, Sophie coge el teléfono y reconoce a su hermana y del otro lado Sylvie (Charlotte Gainsbourg) entiende que su hermana ha entendido todo, cierra los ojos y ve lo que habría podido ocurrir de otra forma (fin SPOILER).

Me vino a la mente, mientras veía la película, el hecho de que Catherine Deneuve es la madre de Chiara Mastroianni en la vida real, el exmarido de ésta es el cantautor Benjamin Biolay, que en sus inicios fue considerado el nuevo Serge Gainsbourg, a su vez padre de Charlotte. A falta de saber si ésta tuvo algo que ver en el divorcio, ¿ha visto la clase de pasiones que vemos en 3 corazones en la vida real, le inspiraron para esta historia?

[Risas] No, pero es imposible abstraerse del hecho, en todo caso, de que Chiara Mastroianni es la hija de Catherine Deneuve, y que interpretan el papel de madre e hija también en la película. De la misma forma, Catherine Deneuve era muy amiga del padre de Charlotte Gainsbourg, de Serge Gainsbourg, cantó con él, cantó para él. Por tanto, eso crea vínculos, más o menos tienen la misma edad, ambas tienen un padre y una madre muy conocidos, por lo tanto, sí, hay afinidades, hay vínculos reales que alimentan los ficticios. Pero es muy importante saberlo y a la vez no saberlo, si no se convierte en algo anecdótico, no se logra hacer nada con la película.

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En este sentido, ¿los actores aportaron algo personal a la interpretación de sus personajes? ¿O usted les indicó el camino en todo momento?

En general, no dirijo a los actores en el plató. Quedo con ellos lo más íntimamente posible antes del rodaje. Hablamos, cuando se acerca el rodaje, de la película que vamos a hacer. Hablando de ello evocan cosas, nos contamos una película imaginaria que intentamos hacer juntos, directamente, pero un poco como niños, como juegan los niños, en el momento del rodaje. Y cuando son actores o actrices así, muy conocidos, que tienen una gran práctica profesional, cada gesto de puesta en escena, de dónde colocar las cámaras, de cómo se hace la escena, en un plano, en dos o en cuarenta… Todo eso lo interpretan y saben cómo jugar con eso. La verdadera forma de dirigir, de indicar la dirección a actores como esos, es el mostrarles muy explícitamente cómo van a ser rodados. Cuando saben instantáneamente cómo van a ser rodados, saben cómo interpretar. Si no saben cómo interpretarlo a partir de ese conocimiento (luz, cámara, etc.), hay que cambiarlo todo.

Habiendo trabajado con actrices como Isabelle Huppert, Catherine Deneuve, mitos del cine francés, ¿qué siente trabajando con ellas?

Es muy divertido, porque de hecho son una especie de leyendas y yo las conozco como conozco (no tanto, pero casi) a la cajera de mi ultramarinos. [Risas]

También ha participado en varias películas como actor, ¿dónde se encuentra más cómodo; dirigiendo, escribiendo o actuando?

Sí, aunque son pequeños papeles para amigos. Son cameos, por ejemplo, en el caso de Nueva vida en Nueva York,  porque soy amigo de Romain Duris y quería que hiciera de su padre, pero realmente son papeles muy pequeños, no me considero actor. Eso no quita, de todas formas, que cada vez que me piden esto, aunque sólo sea de forma lúdica, me interesa ponerme en el lugar de los que yo normalmente dirijo a lo largo del año. Me interesa ver qué es lo que produce, y cómo se comportan los demás en el papel que normalmente hago yo, de director. Es muy divertido. Es un poco peligroso, pero es muy divertido.

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¿Por qué considera que es peligroso?

[Risas] Porque es como darse la vuelta a la piel. Es muy curioso.

Normalmente, escribe los guiones de sus películas acompañado de un colaborador. No siempre es el mismo, pero sí que suele repetir con ellos más de una vez. ¿Cómo trabaja el guión?

Cuando parte de una idea original, en general casi siempre es una idea que parte de mí. Luego cuento con un colaborador, un socio, un cómplice, que desarrolla conmigo la historia, el relato. Pero en mi filmografía hay muchos casos diferentes, de todas formas, hay películas que he escrito yo solo, porque realmente no tenía que haber nadie más, hay películas que no he escrito para nada, pero que he encargado que escriban otros, hay guiones que vienen de libros, de los que he escrito un primer tratamiento que luego retomó un guionista. Están todos los casos posibles. Realmente no tengo preferencias, ni que me parezcan unos más personales que otros. El cine para mí, ser cineasta, no es como ser escritor para nada. No tiene esa relación de soledad ante la página en blanco, es algo que pasa por muchas personalidades diferentes y después de ese proceso, uno se encuentra a sí mismo o no. A veces cuando no se encuentra uno, es ahí donde se hace todo más personal.

A la hora de ver sus propias películas, ¿siente que ha reflejado lo que quería mostrar?

Rara vez de forma exacta. Muy a menudo es una cosa diferente de la que imaginaba, pero me gusta ese aspecto diferente…

Fin. Nos avisan de que ya han pasado los 15 minutos de entrevista y nos despedimos con un gracias y un au revoir director, adiós vista panorámica. De vuelta a la tierra, aquí es el departamento de Recursos Humanos el que me entrevista a mí (si es que me llaman).

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