Coeur fidèle (Jean Epstein)

Este 2023 se cumplen 100 años del estreno de la película francesa Coeur fidèle (que en castellano podríamos traducir como Corazón fiel) del director de origen polaco Jean Epstein. Un melodrama que nos cuenta la historia de Marie, una huérfana, que se debate entre el amor sincero por el hombre al que quiere y un matón, borracho y pendenciero, impuesto por su odiosa familia.

El director, Jean Epstein, fue un teórico e innovador del lenguaje cinematográfico. Realizó sus obras más importantes en la época del cine mudo, siendo su film más conocido la adaptación que dirigió del relato de Allan Poe, La caída de la casa Usher de 1928. El autor, al encarar la realización de Coeur fidèle, ya declaró a modo de pequeño manifiesto que lo que pretendía con este, su segundo film en solitario, era elevar un género, el del melodrama, moldeado siempre con unos mimbres muy básicos, para llevarlo al terreno de la tragedia más trascendental, despojándolo de su habitual convencionalismo. Y es que es importante reseñar que Epstein, más allá de su interesante carrera como realizador, fue uno de los primeros teóricos del arte cinematográfico, que daba sus primeros pasos y que buscaba dotarlo de un armazón discursivo que le diera un carácter propio y un lenguaje particular que lo alejara de los códigos literarios o teatrales a los que se le asimilaba en aquella época.

Podríamos decir que con este film, en parte, consigue su objetivo. No cabe duda de que bajo una historia melodramática muy clásica y tremendista, Epstein introduce toda una serie de recursos poco habituales para este tipo de obras. Aunque por otro lado, también es cierto que su propuesta no caló como él pretendía y no tuvo la aceptación y acogida que deseaba por parte del público.

Epstein entrega un film notable, para muchos el mejor de su filmografía, con un muy interesante uso del montaje, a través del cual nos muestra el estado psicológico de los personajes, con unos primeros planos que son auténticos retratos de la introspección y personalidad de los protagonistas. Una mezcla de elementos entre lo onírico y lo evocador y continuas referencias a detalles, como por ejemplo las manos o la reiterada superposición del mar sobre los protagonistas, que implementa como transmisores de la tensión de cada momento.

La acción se muestra muchas veces fragmentada y algunos momentos clave se intercalan con otras situaciones, aparentemente externas, pero que tienen la vocación de transmitir un estado de ánimo al espectador. Un film que bajo la apariencia de un melodrama clásico, introduce elementos rupturistas y de vanguardia. El drama interior se intercala con el bullicio callejero y la sucesión continua de imágenes. Desde sus primerísimos planos, intercalados con el latir de la calle, forja el tono de un film diferente y especial en su narrativa, con un evidente tono poético de fondo, que contrasta con la sordidez de los bajos fondos donde se desarrolla.

En cuanto a las interpretaciones, que se mueven a buen nivel, me llaman mucho más la atención las de los personajes femeninos. Por un lado, la protagonista, Gina Manes, intensa en su expresividad y con una mirada a través de unos ojos hipnóticos que apenas parpadean, es el eje sobre el que se articula una película donde la fragilidad y resistencia de su personaje se entrelazan con una interpretación conmovedora. También me gusta mucho, en un papel secundario, la chica tullida, interpretada por Marie Epstein (hermana del director, con una sólida carrera posterior como guionista y asistente de dirección) en su única inmersión como actriz, interpretando un papel conmovedor, tenaz y aparentemente frágil, clave en la parte final del film.

Acompañando a ambas actrices, los dos personajes masculinos principales, interpretados por Leon Mathot, que encarna la imagen de la honestidad y la decencia, frente a Edmond Van Daele, en un rol de chulo y matón. Ambos solventes, son un correcto contrapunto al drama de la protagonista.

En resumen, un film hoy casi olvidado y muy desconocido, salvo en ambientes de cinefilia extrema, pero importante y de reconocida influencia para otros autores que, como René Clair, lo consideran una obra capital en el desarrollo del cine. Un film en cualquier caso muy interesante. Pura arqueología cinéfila.

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