The Blind Musician (Tatyana Lukashevich)

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El aislamiento que le representó su sistema político a la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas derivó, entre otros aspectos, en que gran parte de su notable cinematografía sea desconocida en Occidente y que, incluso, en la actualidad sigan existiendo un gran número de sus películas que continúan invisibilizadas por diversos motivos.

De toda esa etapa del cine soviético, merecen especial atención las adaptaciones fílmicas realizadas de importantes obras literarias rusas. Éstas contenían un estilo diferente a lo que se hacía en otros países y centraban su interés en describir la sensibilidad de la novela y hacerla palpable en un filme. No era su objetivo colocar en una trama los momentos de más acción o llamativos de un libro sino subrayar en sus emociones.

Un ejemplo de lo dicho constituye The Blind Musician (Slepoy Muzykante que se traduce como El músico ciego), película estrenada en 1960. La cinta se basó en una gran novela de Vladímir Korolenko, quien fue un famoso escritor ruso que se caracterizó por contar de manera realista y sentimental la vida de la Rusia rural del siglo XIX.

Aparentemente, podría creerse que esta película contiene un argumento predecible y un mensaje direccionado a resaltar la auto-superación de las personas, pero al ser apreciada de manera más profunda se detecta que su magia radica en la manera susceptible en cómo construye sus relatos. De este modo, adapta y resume en una pequeña narración cinematográfica un voluminoso texto de literatura, tomando sólo determinadas partes de éste y dotándolas de un prudente manejo escénico que permita lucir la vitalidad actoral de sus personajes.

Se podría clasificar a The Blind Musician como una obra que selecciona instantes sustanciales de una historia para estructurar una narración sencilla y directa. El filme cuenta la vida de Peter, un hombre que sufre de ceguera desde que era niño y que crece en medio de la indiferencia de su padre, el excesivo cuidado de su madre y las continuas enseñanzas de su tío Maxim, un viejo tullido que tiene como gran objetivo que su sobrino supere su discapacidad y alcance el éxito a través de la música.

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Para valorar a esta película es necesario apoyarse en los detalles que la componen. Uno de ellos, la notable actuación del niño que interpreta los primeros años de Peter. Es potente su aparición en escena, con una mirada vacía y sus manos en actitud de defensa ante lo desconocido, ya que recién empezará a cruzar el límite de la gigantesca casa que lo cobijó. Sus oídos intentan explicarle lo que sus ojos no pueden ver y eso lo aturde porque no descifra lo que está sintiendo.

Es conmovedor ver al infante también lanzarse al suelo de un espacio verde y presionar desesperadamente a sus manos para que le cuenten qué es lo que están tocando. Bajo un árbol y frente a un río, extenderá sus brazos para entregarse al viento y sucumbir ante lo incomprensible que le resulta el dejarse envolver por la naturaleza.

En esta película, la ceguera es abordada como un hecho que no debe ser explicado sino descubierto de a poco por quien la padece, por más que sea un inocente niño. Este aspecto es retratado, por ejemplo, en la parte en donde al pequeño Peter, sentado al aire libre, se le acerca una niña con un ramo de manzanillas. Él alcanza a tocar una flor desvaneciéndola en sus dedos y luego querrá hacer lo mismo con el rostro de su nueva amiga, pero la confusión cunde entre ambos y pronto descubrirán la razón.

Y la historia continúa. La pareja crecerá y querrá mantenerse junta. Poco importa indagar si ella siente amor hacia Peter o viceversa, lo único que saben los dos es que se necesitan mutuamente para realizarse como personas.

A los fotogramas del filme se los puede apreciar como si fueran esas llamativas estampas o postales de mediados del siglo XX, en donde se destaca el esfuerzo por alcanzar la mejor combinación de colores posibles sin necesidad de acceder a refinados mecanismos de precisión cromática.

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Tatyana Lukashevich es la directora de esta cinta. Muy poco se conoce de ella en la actualidad, pese a que algunos de sus filmes tuvieron popularidad en su época de esplendor. Cabe reseñar que, en su concepción fílmica, gustó subrayar los sentimientos positivos de las personas y rescatar lecciones de vida, como el preocuparse por el bienestar de los demás.

Lukashevich impregna a The Blind Musician de sus postulados cinematográficos y, por ello, sede el protagonismo al personaje del tio Maxim, figura que representa los más altos valores de solidaridad. Él será un auténtico guía espiritual de Peter, a quien únicamente le enseñará los distintos caminos por donde puede transitar por su condición física. Le dejará que deambule por las calles como cantor y a permanecer arrinconado en algún sitio bajo los cuidados de alguien que se le apiade. También, le impulsará a vencer su limitación y aprovechar el desarrollo de sus otros sentidos para entonar las melodías perfectas.

Las expresiones del tío Maxim son utilizadas además para describir el sentir de una persona sobre lo que ha hecho en su vida por alguien. De ahí que su semblante sea fundamental para establecer el flashback inicial que cuente el camino recorrido con su sobrino. Al final del filme, será su mirada también la que sentencie un contundente mensaje de desprendimiento y de reconocimiento hacia el logro alcanzado por un ser a quien ayudó.

The Blind Musician fue un filme que sobresalió por sus propias virtudes en su época. Contiene un sutil mensaje sobre lo que representa la belleza de la música, la cual no sólo debe sustentarse en una buena composición de notas sino en poseer la capacidad de entonar con los sonidos de la naturaleza y de tocar las fibras humanas.

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