Sesión doble: Le rouge est mis (1957) / El clan de los sicilianos (1969)

El polar francés vuelve a la sesión doble, y nos fijamos en uno de los escritores que más adaptaciones de policiaco ha tenido en el cine francés, Auguste Le Breton, con Le rouge est mis de Gilles Grangier rodada en 1957 y El clan de los sicilianos, película dirigida por Henri Verneuil en 1969. Ambas películas, además del novelista, comparten a Jean Gabin y Lino Ventura, siendo dos motivos de peso para verlas.

 

Le rouge est mis (Gilles Grangier)

El cine polar francés tuvo como una de sus características la ambigüedad moral de sus personajes, sutilmente oculta en rostros o semblantes duros, silenciosos y misteriosos. De esta manera, dotó de estilo propio a aquellos arquetipos que asumió del cine negro estadounidense, género del cual basó su estructura.

Con Le rouge est mis, rodada por Gilles Grangier en 1957, asistimos a un filme que antepone en su contenido la extraña personalidad de un grupo de cuatro criminales, que se dedica a organizar atracos para luego repartirse el botín por partes iguales.  De esta manera, el interés cinematográfico recae en las interrelaciones que surgen entre ellos y de éstos con su entorno.

El capo Louis Bertain (interpretado por el gran Jean Gabin) es quien lidera la banda y quien muestra sensatez ante la presión psicológica de la actividad delictiva. Su principal compinche es “el gitano” (Lino Ventura), un tipo violento que vive perturbado por el estricto cumplimiento de sus planes. Fredo y Raymond serán los complementos del grupillo. Su nerviosismo y cobardía desencadenará en graves consecuencias para sus aliados.

La película retrata un tipo de “amistad” interesada entre los cuatro ladrones en donde los lazos que la une son tan débiles que no soportarán las broncas internas y que se modificará fácilmente a la enemistad mortal.

Resulta icónica para el cine la imagen de la banda en un auto, con Louis conduciendo camuflado con gorra y gafas, teniendo como copiloto al «gitano» quien con mirada amenazante delata estar dispuesto a todo. En el asiento de atrás están los otros dos, aceptando su papel secundario y esperando que todo acabe para salvar el pellejo. Esta escena no hace más que trazar ese contraste entre la dura personalidad de los antisociales y sus escondidas debilidades.

Fiel al estilo del Polar, Le rouge est mis recoge algunos vestigios artísticos de la corriente francesa del realismo poético. De este modo, enseña la escabrosidad existente en  la vida de un hombre. El referente de esto es Pierre, hermano de Bertain. El fatalismo está encarnado en él por su desesperada y sufrida pasión sexual por Helene, una variante de ‹femme fatale› que no le importa ser humillada o utilizada a cambio de dinero o regalos. Ambos serán el complemento de un pesimista destino.

Por causas imprevistas, Pierre se convertirá en ese factor externo que establezca la ruptura y autodestrucción de la agrupación criminal de su hermano. De esta manera, se originará el motivo para desarrollar los característicos desenlaces del cine policiaco francés.

La película centra la acción en medio de las costumbres y defectos de la ciudad urbana, no cambia nada, deja que la propia ambientación de escenarios internos y externos acompañe las sórdidas conductas de los personajes. Algunos de ellos, llevando una doble vida y una doble moral a cuestas.

Grangier logró con esta película mantener un estilo de thriller que respete la autodeterminación francesa de imponer estereotipos que lo diferencien del noir americano y de tratar de conjugar determinados conceptos en el diseño de personajes, montaje y en la construcción de historias que evidencien elementos que van en contra de lo humanístico. El cine de este director ha permanecido en el olvido, pese a su prolífica carrera. No obstante, hay que rescatar de su filmografía algunos títulos que demuestran el esfuerzo por alcanzar una  estructura narrativa sólida.

Escrito por Víctor Carvajal Celi

 

El clan de los sicilianos (Henri Verneuil)

Si hay algo que ha disfrutado como exceso el cine europeo, son los tipos duros franceses en el cine policiaco. Inspirados por el noir americano de los años 40, surge el polar francés, un modo de resucitar gabardinas, miradas oscuras y tipos de vida reprobable que peleaban fuerte por seguir adelante, acompañados de un semblante serio y carismático. Esta vertiente del policiaco tuvo muchos aliados, y una de sus películas insignia rescató algunos actores indispensables bajo su título. En El clan de los sicilianos, no solo encontramos una historia del escritor Auguste Le Breton, que además de escribir la novela en la que se basa el film, Le clan des siciliens, dio paso unos pocos años antes a fantasear con los malos en Le rouge est mis. En esta ocasión el director fue el ya consagrado Henri Verneuil, que encontró en el género su mejor modo de expresión —suyos son títulos como Pánico en la ciudad, rotundo éxito en Francia—, y puso alto el listón al elegir a los tres hombres que protagonizarían su relato negro, tres nombres básicos en la historia del cine que en 1969 se encontraban en distintos puntos de sus carreras ya consagradas: Alain Delon, que pocos años antes impactó con su gran papel en El silencio de un hombre (Le samuraï); Lino Ventura, el rostro impenetrable de la ley o de su ausencia, cuya fuerza bruta era solo un rasgo de su verdadera potencia interpretativa como demostró en A todo riesgo; y el maravilloso Jean Gabin, ya en su madurez, que encandiló a todo el mundo con su presencia de juventud en películas de Renoir o Carné. Tanto Ventura como Gabin aparecían en otras dos adaptaciones de Le Breton, la citada Le rouge est mis y Razzia sur la Chnouf, una muestra de lo vital que era presentar personajes de aspecto rudo y poderoso para congraciarse con sus personalidades, pero Verneuil no quiso obviar el atractivo del casi recién llegado al género Alain Delon.

En El clan de los sicilianos se marcan pronto tres frentes con tres hombres de distintas perspectivas sobre la vida del malhechor. El joven Roger Sartet (Delon) es puro nervio, dispuesto a arrasar para deshacerse de la policía y ganar dinero; Vittorio Manalese (Gabin haciendo de italiano) es un venerado siciliano, cabeza de clan, que piensa en más allá del golpe de fortuna, una acomodada jubilación en su añorada tierra; por último el inspector Le Goff (Ventura), un incansable policía que desea llevar las riendas de la ley, el contrapunto a los dos anteriores. En esta lucha de egos a muy distinto nivel, Verneuil disfruta marcando su relato con todo hábito del cine negro, basando su narración en los objetos que planta en primerísimo plano, anticipando las acciones de sus personajes, además de enarbolar una trama que permite lucirse a los tres hombres, dejando crecer a sus personajes sin pisar la presencia de los otros, aunque sea Delon el que, pasando más tiempo en pantalla, parezca más perdido en la historia.

El clan de los sicilianos es una muestra de la importancia del tipo que se esconde tras la gabardina en el cine polar, donde la decadencia personal es una obligación marcada por el incierto poder, con algunas escenas de acción trepidantes y filmadas con pulso firme, cierta fijación por la desnudez femenina, y muy capaz de sorprender a los ávidos fans del género, sin desperdiciar esa capacidad de Delon para seducir, la de Ventura para intimidar y la de Gabin para todo, capaz de destilar cualquier sensación con su sola presencia.

Escrito por Cristina Ejarque

 

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