Lars y una chica de verdad (Craig Gillespie)

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Fue Craig Gillespie quien comenzó en el cine estrenando prácticamente al mismo tiempo dos películas, la comedia Cuestión de Pelotas y la otra comedia, más arraigada en el dramatismo y con un claro estilo a lo independiente USA Lars y una chica de verdad. Han pasado los años y su protagonista, Ryan Gosling, se ha convertido en el actor fetiche de otro «under», Nicolas Winding Refn, llegando incluso a la dirección, algo en lo que se encuentra metido actualmente. Pero entonces era un tipo que tenía una muñeca, algo que me llamaba la atención desde aquella Tamaño natural de Berlanga. En busca de nuevas mujeres inertes en el cine, sumergimos la cabeza junto a Lars.

Todos tenemos una muñeca de látex a la que amar sin pudor, quien no te traicionará, con quien no conoces la soledad, aunque todos la guardamos bajo la cama, porque pensamos que es ahí donde a nadie se le ocurrirá mirar. Otros días prefieres contactar con la realidad y te olvidas de ella, de todos modos, nadie la echará de menos, sabemos que nadie se ha dado cuenta de esa necesidad, de su ilusa existencia. En el fondo sabemos que todos tenemos algo que esconder sobre nosotros mismos por pudor, pero nadie será el primero en reconocerlo.

Lars es distinto, en pleno delirio, como han decidido llamar a este acto, saca a pasear su muñeca, la comparte con sus allegados, decide amar a quien no le fallará, de un modo público, al grito de ¡estoy aquí!, aunque se lo diga a un trozo de plástico.

Hoy nos muestran esa posibilidad, la de tener miedo a sentir, la de sentir lo suficiente como para temer compartirlo. No hay persona más vulnerable que la que se oculta bajo mil capas, simuladas como ropa en esta película. Siempre se huye cuando más se necesita de los demás, y nunca se termina de ver claro a quién te sigue detrás, como esa primera vez que montas en bici: aunque no lo veas, aunque nunca lo tengas del todo claro, hay alguien que sigue de cerca esos inseguros pedaleos para evitar que te hagas daño, llegues a caer o no.

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Así que aquí tenemos a su señorita de látex, que mantiene la complicidad entre dos, esconden su propio secreto, y el pueblo se complica para facilitar la auto comprensión de Lars. Con su muñeca se asoma a un mundo que le reclama, siempre puede parecer egoísta decidir que el mundo tiene que aceptar sus voluptuosas dudas, también puede enternecer que aprenda a sobrellevar el contacto humano con su recién estrenada muñeca. Lo que realmente sorprende y delata es ese amago de tolerancia de toda una comunidad hacia el individuo asustado, porque está lo que se muestra de uno mismo, lo que se piensa que perciben los demás y lo que te delata como persona, siempre distinto a lo anterior, y ante tremebunda ignorancia, cuanto más se intenta ocultar más conocen.

Llega un momento que aparece esa gran pregunta, por qué aquí con mi muñeca, siendo que me rodea la multitud, siento estas punzadas de soledad, tal vez en ese momento volvamos a esconder nuestra bella muñeca, para sentirnos como los demás, mientras ellos también esconden la suya, para sentirse como tú. Seguramente en otro momento haremos uso de ella, tal vez no seamos tan valientes como Lars, no seamos capaces de deshacernos de ella para siempre, por ese sentimentalismo que nos une a nosotros mismos y a nuestra privacidad.

Todos como un Lars que desampara lo irreal para ser un igual, sonreír a los que le rodean, disfrutar de ese respeto, esa comprensión que se ha ganado desde dentro, agradecerlo a su modo, siendo uno más, como antes, pero como ahora… no todos se atreverían.

Todo lleva un ciclo en esta película, comienza negando la empatía, decide volcar su modo de expresar el afecto en su querida muñeca, todos ven la necesidad de involucrarse para que él se sienta tan adaptado como ya estaba antes, aunque no podía verlo, y nadie se hubiese percatado de lo que podría estar sufriendo realmente. Descubre los celos, por tanto descubre la cercanía de sus semejantes, resuelve su necesidad de ser uno más, del modo que necesitaba, haciendo que desaparezca su imagen interior plasmada en látex y pelo negro, y comienza de nuevo, duro comienzo como todos los de la vida.
Y yo me pregunto, por qué ante una necesidad de risas contagiosas, encontré otra manera de ver los peligros de la soledad y las dudas de los otros. En su idioma, nos demuestran que lo saben, han visto la muñeca que tenemos debajo de la cama, y nos enseñan qué podemos hacer con ella… dentro de otra película.

Después de esto, nunca más busqué películas con muñecas hinchables en su sintonía.

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