In memoriam: Andrzej Zulawski

Andrzej Zulawski

Cada vez que me remiten al cine de Andrzej Zulawski rememoro una imagen semejante: la del mismo Zulawski derrotado, pero no vencido, en la última secuencia de su inacabada En el globo plateado, aquel film que el cineasta polaco tendría que terminar sin equipo ni actores diez años después del inicio de su rodaje debido al veto sufrido por parte de las autoridades de su país en la época. Un plano que no hace sino reconstruir la incansable lucha de un cineasta por ver como su obra salía finalmente a la luz, incluso aunque fuese a través de una versión inacabada y narrada por el propio Zulawski allí donde no había imágenes.

Pero esa lucha, persistente e incombustible, no es lo único que definía a un cineasta lejos de estereotipos, pues su visión, enriquecida por un arrebatador dominio del lenguaje, no hacía sino reivindicar el carácter esquivo, visceral y enajenado de un cine capaz de abordar temas tan complejos como la identidad, el amor o la obsesión desde un prisma al que no habría apelativo que le hiciera justicia. Es por ello que ante una obra como la de Zulawski, y aunque servidor haya iniciado este escrito remitiéndose a la que considero su mayor creación, poco serviría hablar sobre títulos en concreto: el tejido de sus imágenes, de lo expuesto y de aquellos ideales que persistían en su cine, no hacía sino mutar a través de una perspectiva capaz de desmenuzar géneros y apropiarse de sus constantes, desnaturalizándolos, llevándolos a un estrato donde cualquier concepción se diluía para dar paso a un universo cohesionado y particular. Algo que quizá pudiera parecer una obviedad, que se podría deducir de la carrera y obra de cualquier cineasta, pero para el que esto escribe se desprendía fácilmente del poderío visual y narrativo de un autor infranqueable, que más allá de fascinar o hastiar, otorgaba un significante ductil y volátil a sus imágenes. Sí, se podían realizar deducciones y representaciones acerca de las mismas, pero su entero valor sólo cobraba sentido en el momento en que atravesaban la retina para instaurarse en la mente, en el subconsciente, para seguir recibiendo interpretaciones.

Zulawski 2

Es ahí, en esos resquicios, donde quedarán ya por siempre las estampas de un cineasta capaz tanto de tejer imágenes perdurables como de suscitar con ellas todo tipo de encuentros. Capaz de continuar de pie cuando tantos otros dejaron de creer en el poder de una concepción, de un ideal, que Zulawski entendía como algo imposible de albergar en su mente, como algo que debía compartir porque podía, y porque tenía los medios para hacerlo. Un invencible fotograma sobreponiéndose a cualquier escenario o contradicción porque es su naturaleza, una naturaleza que Zulawski supo captar y transmitir como muy pocos cineastas lo han logrado a día de hoy. Descanse en paz.

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