El último adiós al productor y cineasta Luciano Martino

Luciano Martino

El pasado 14 de Agosto falleció en su casa de Malindi, Kenya, el productor italiano Luciano Martino. Quizá para muchos sea un nombre que no les resulte familiar, pero se ha perdido a una de las figuras más insignes, representativas y simbólicas del cine popular europeo. Productor, guionista y ocasional director, fue uno de los impulsores del cine de géneros italiano entre las décadas de los 60 y 80, dejando su nombre en cintas de vertientes tan dispares como el «spaghetti western», el «poliziesco», «giallo» o la comedia sexy italiana, donde alzaría la figura de la que sería su pareja sentimental, el mito erótico italiano Edwige Fenech.

Martino nace en Roma en 1931 y pronto se dedicaría al mundo del cine, primero especializándose en la elaboración de guiones. Su primera colaboración en libretos se produjo en La Mujer Más Guapa del Mundo (1955) de Robert Z. Leonard y protagonizada por Gina Lollobrigida. Tras continuar con su labor de guionista en el cine italiano se convertiría desde comienzos de la década de los 60 en impulsor del cine de géneros, películas italianas y de co-producción europea de temáticas tan dispares como el peplum o el espionaje surgido a raíz del éxito de James Bond, para unirse después a las vertientes de explotación donde se convertiría en una figura importantísima de este «cinema bis» que tanto ha hecho por la industria cinematográfica italiana. Mano derecha de su hermano Sergio, junto a él conseguiría algunos de sus principales éxitos.

Espías en Beirut

Aunque para comprender mejor la importancia de Martino en el cine popular europeo, nada mejor que hacer un modesto repaso a su filmografía y a los importantes directores de género con los que ha trabajado. Tras su labor como guionista en la década de los 50 debuta en la producción con El Demonio (1963) de Brunello Rondi, una de las primeras muestras de cine  fantástico italiano. Posteriormente se sumaría a la moda del peplum, cine de romanos hecho a rebufo de éxitos americanos como Espartaco (1960), en I Giganti di Roma (1964) de Antonio Margheriti; con él también produce 077 Desafío a los Asesinos (1966) clara parodia de Bond y que es una continuación del debut de Luciano a la dirección, Espías en Beirut (1965). Pronto se sumaría a la eclosión del «spaghetti western» con Como Lobos Sedientos (1967) de Romolo Guerrieri, Uno más al infierno (1968) de Giovanni Fago o Llega Sartana (1970) de Giuliano Carmineo. En el thriller italiano que daría paso años después a toda una vertiente como los «gialli» también dejaría su huella: Así de dulce, así de maravillosa (1969) de Umberto Lenzi que sería una de las piezas angulares de su filmografía.

Su figura empezaría a ser conocida por el gran público con la década de los 70, época de esplendor del cine de géneros que impulsaría. Parte de culpa la tendría sus numerosas colaboraciones con su hermano Sergio Martino, produciéndole todas sus aportaciones al «giallo»: La Perversa Señora Ward (1971), Todos los colores de la oscuridad (1972), Vicios Prohibidos (1972) (tridente protagonizado por Edwige Fenech, mito viviente del cine italiano tan unido a la figura de los hermanos Martino) La Cola del Escorpión (1971) o Extraña muerte de una menor (1975). La huella del incombustible productor quedaría también impregnada en el «poliziesco», popularísimo subgénero italiano también al rebufo del cine americano, donde los policías rudos de métodos políticamente incorrectos, el crimen organizado o la corrupción serían sus principales señas de identidad. También denominado Euro-Crime Luciano produce entre otras una de las aportaciones de su hermano Sergio al subgénero, Milán, tiembla, la policía pide justicia (1973), y dos piezas clave ambas realizadas por Umberto Lenzi: Milano odia: la polizia non può sparare (1974) y Roma a Mano Armata (1976). En la década de los 70 popularizaría la comedia erótica italiana, donde Martino cosecharía sus principales éxitos comerciales haciendo desfilar por las pantallas los esculturales cuerpos de Edwige Fenech (como señalamos antes, su compañera sentimental durante un largo tiempo y con la que tuvo un hijo), Barbara Bouchet o Lilli Carati con el eterno protagonismo masculino del habitual Alvaro Vitali. Fenech se convertiría gracias a estas película en una auténtica «sex symbol» para el público masculino italiano, gracias a películas como La doctora del regimiento (1976), La doctora arma el lío (1977) ambas de Nando Ciero o La profesora y el último de la clase (1978) de Mariano Laurenti, que no dudaban en explotar sin rubor las curvas del físico de la actriz.

La perversa señora Ward

En los finales de la década de los 70, el nombre de Martino se asociaría también con otro subgénero tremendamente popular en el cine italiano como fue el dedicado a los caníbales, de las que podemos citar La Montaña del Dios Caníbal (1978) de su hermano Sergio y las dos conocidas aportaciones de Umberto Lenzi, Comidos Vivos (1980) y Caníbal Ferox (1981), esta última sin acreditar. Estos films con el canibalismo como «leit motiv»  alcanzarían gran popularidad gracias al impacto mediático de Holocausto Caníbal (1980) de Ruggero Deodato, para quien, por cierto, Martino produjo uno de sus primeros films: Concorde Affaire ´79 (1979).

Con el inicio de la década de los 80, comenzaría la etapa crepuscular del cine de géneros de explotación y con ello su tergiversación con una estética puramente trash, copiando ya sin ningún tipo de remordimiento todo aquello de la cinematografía americana que cosechaba impepinable éxito en las taquillas. El número de films producidos por Martino se reduciría considerablemente, paralelamente al descenso en picado del éxito de ese cine popular. De esta época podemos citar 2019 Tras la Caída de Nueva York (1983) (descarada batidora de referencias de Mad Max y 1997 Rescate en Nueva York entre otras) y Destroyer (Brazo de Acero) ambas de Sergio Martino, o Blastfighter, la furia de la venganza (1984) de Lamberto Bava. Ya de distribución marginal (el cine fantástico ya no resultaba rentable a los distribuidores y su principal reducto sería el mercado doméstico) este cine de explotación descarada marcaría el fin de toda una generación de cine popular italiano admirable y muy entrañable, refugio de talentosos directores considerados a día de hoy figuras de culto.

Comidos vivos

Hasta sus últimos años, la labor de Luciano Martino quedaría estancada en la televisión, como el de otras muchas figuras contemporáneas. Quizá la noticia de su muerte no haya salido en los principales medios de información mundiales, pero de lo que no hay duda es que con él se va uno de los principales impulsores de ese cine popular que marcó tendencia y llenó los cines de barrio de todo el mundo. Una cara del cine no conocida para el gran público, pero sí para los amantes de un cine diferente, desvergonzado, entrañable y dotado mayoritariamente de un talento que suplía con creces su habitual escasez de medios.

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