Decision to Leave (Park Chan-wook)

Park Chan-wook se reinventa a través de su nuevo lenguaje preferido: el tecnológico. Decision to Leave rompe con la unilateralidad de la comunicación para explorar otros medios, o mejor todavía, explotar todos los medios a un tiempo. Aún así, el director coreano mantiene su esencia y su delicadeza para sumergirnos en un periplo inagotable de estímulos que se mueve entre el drama y el thriller gracias a dos personajes principales que ha construido a través de un atributo principal: la elegancia.

Sí, tenemos a un detective implicado en su trabajo por encima de su bienestar físico, también tenemos a una sospechosa con nervios de acero que se adapta a cada acontecimiento, y ambos son una muestra inequívoca de la elegancia innata. Es un papel, pero tan bien construido que su quietud e ingenio en los movimientos, en el habla y en la emoción los convierte en entes idealizados de los que no podemos perder detalle en ningún momento.

Decision to Leave une a sus protagonistas a través de una muerte aparentemente fortuita que él debe investigar y ella debe afrontar. El deber se impregna de admiración mutua e intriga que les posibilita una vigilancia bidireccional donde el posible crimen va perdiendo interés ante los matices que pesan sobre ellos. En un momento en el que las tecnologías absorben la atención de nuestros movimientos diarios, todo tipo de dispositivos forman parte de la narración de la película, explorando la expresividad de cámaras de vigilancia, fotografías, mensajes de voz e incluso traductores de idioma instantáneos —ella mantiene que al ser china no domina a la perfección el coreano—, algo que nos permite percibir esa intención de romper el no entendimiento entre distintos lenguajes y, aún así, comprometer a sus personajes ante la incapacidad de expresarse aunque todo esté a su alcance para poder hacerlo. La belleza inocua del convertido en ciego, sordo y mudo por pura inconsciencia. No se sostiene simplemente en lo digital y novedoso esa forma de comunicación, también convive con lo más convencional a través de sus diálogos y la comunicación no verbal, yendo más allá del puro sonido o el silencio, multiplicando su mensaje ante la inquietud que generan unos acontecimientos que también pasan por la diversión, la rutina o la acción.

Otra de las virtudes de este director consiste siempre en desdoblar sus historias, no por la distorsión, sino por la posibilidad de encauzar sus tramas para revivir un nuevo foco de interés a mitad de su metraje. Es algo que va creciendo en Decision to Leave cuando por unos momentos se emancipan de la tecnología en busca de otro lugar en el mundo, uno neblinoso y austero. Los pasos ya dados se reinician a la inversa a partir del desencanto para volver a conectar con todos los estímulos utilizados con anterioridad y sorprender nuevamente al espectador con unos mismos personajes en posturas antagónicas a las vividas previamente. El ingenio se apodera de la historia y va conectando con el inicio, subrayando quizá a sus protagonistas sin necesidad de redescubrirlos desde otro punto de vista. Aquí está presente la magia del cine y de un narrador hábil y desgarrador, consiguiendo que la película brille más allá del suspense desatado a lo largo del tiempo, con ese magnetismo que ha crecido de la nada entre los personajes y que nos lleva a deleitarnos con las elucubraciones, la conexión sentimental o la recurrente musicalidad del entorno. Por otro lado, nos invita a convivir con unas imágenes elocuentes y activas que saben amoldarse a cómo discurre cada una de sus escenas sin perder su intención expresiva ni un solo instante, entonando además esa idealización amorosa del cine oriental donde el contacto es efímero y por ello mucho más intenso y emocionante al fomentar lo idílico sobre la naturaleza humana.

Sin duda, el director consigue una vez más una película atrevida y llena de detalles que parecen invitarte a desentramarlos en consecutivos visionados, capaz de adaptar los cánones más clásicos —podríamos pensar en el ‹noir›— a la actualidad sin desnortar su personal estilo. Park Chan-wook sirviéndonos de nuevo en bandeja una película hipnótica y enriquecedora que nos seduce y desespera como a ese detective que observa meticulosamente aquello que le rodea.

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