Boyhood – Momentos de una vida (Richard Linklater)

Boyhood, 12 años de secuencias que parecen fotografías familiares

Filmada durante 12 años con el mismo equipo de actores, el largometraje cuenta la historia del crecimiento de un niño de 6 años llamado Mason (Ellar Coltrane). Con Ethan Hawke y Patricia Arquette en el papel de los padres de Mason y Lorelei Linklater como su hermana Samantha, Boyhood cartografía el terreno de la niñez, la adolescencia y la edad adulta y ofrece instantáneas de lo cotidiano y a la vez de lo trascendente de la vida de sus protagonistas.

Richard Stuart Linklater ya había mostrado casi 20 años de la historia de amor y de sus elipsis entre Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Deply) en la trilogía imprescindible Antes del Amanecer (Before Sunrise), Antes del Atardecer (Before Sunset) y Antes del Anochecer (Before Midnight). En esta ocasión, Linklater va un paso más allá y escribe y realiza un largometraje audaz que sintetiza, en casi 3 horas de metraje, 12 años de la vida de los personajes y por ende de los actores que los representan. Más allá del efectismo como recurso cinematográfico, el filme permite observar una vida que se desarrolla frente a nuestros ojos. Comienza con el niño que mira al cielo preguntándose por el origen de las nubes y culmina con el hombre que llega a la conclusión de que «el momento es ahora». Esa instantánea nos remite a nuestras propias experiencias personales, nos increpa para completar el significado de una obra singular plagada de instantes emocionantes, en la que la realidad y la ficción parecen fusionarse por momentos.

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El guión escrito por el director tejano, planteado inicialmente como una serie de temáticas o puntos clave, ha sabido aprovecharse de las aportaciones del equipo creativo para construir un discurso lleno de matices y de diferentes niveles de lectura. Este proyecto personal que el realizador consideraba «vital, importante e imposible de abandonar» ha logrado en consecuencia valerse de la realidad de los actores como si fuera propia para representar la evolución de sus perspectivas vitales. Además, el texto evita caer en la tentación de datar los años en los que suceden las acciones y permite que sea el mismo espectador quien contextualice estos momentos, con referencias sutiles a la crisis económica y, más evidentes, a la guerra de Irak, la elección de Barack Obama como presidente de los E.E.U.U. o la publicación del último libro de Harry Potter.

De la misma forma que la música fija los recuerdos en la vida real, la banda sonora de Boyhood actúa como un calendario que fecha el recorrido por las diferentes etapas de sus protagonistas. Weezer, Lady Gaga, Yo La Tengo, Coldplay, Daft Punk… son al mismo tiempo marcadores temporales de vivencias de los personajes y referentes de la cultura pop. Como ejemplo, el Black Album: la recopilación inédita de canciones en solitario de los miembros de The Beatles como si todavía tocasen en conjunto. Ethan Hawke elaboró este CD en la vida real y fue incluido en la película como el regalo que el padre de Mason le ofrece a éste en uno de su cumpleaños.

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En el punto medio del metraje, poco antes de una conversación memorable sobre Star Wars, el padre de Mason (Ethan Hawke) afirma de forma vehemente que la mejor música es aquella que «habla de lo cotidiano». Es quizás éste el gran acierto de Boyhood: la concatenación de recuerdos que parecen fotografías familiares y que ayudan a entender los cambios que experimentan los personajes. El espectador empatiza con la evolución del propio Ethan Hawke y entiende como pasa de ser un joven alocado a convertirse en un responsable padre de familia. Se disfruta de la naturalidad de personajes como Samantha (Lorelei Linklater) hermana de Mason en la ficción e hija de Linklater en la vida real. El también realizador de A Scanner Darkly remite al espectador a sus experiencias para completar las escenas que muestran como pasan los años en la vida del protagonista.

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Resulta especialmente interesante el personaje de Olivia (Patricia Arquette) que trasciende el estereotipo de madre soltera y luchadora y sirve de nexo entre ambas generaciones. Boyhood parece por momentos establecer un diálogo entre los errores sentimentales de la madre de Mason y la mirada sensible de Ellar Coltrane, que los observa. Así, mientras Mason crece y tiene toda la vida por delante, cuando su madre envejece subraya la existencia de la muerte y establece la conciencia de esta fugacidad. La última escena rodada por la actriz en esta producción estadounidense coincide con el momento en el que Mason abandona la casa maternal para irse a la facultad. Situación que a Olivia se le antoja un anticipo de su propia muerte y le lleva a cuestionarse qué otra cosa es si no actúa en el rol de madre. En ese instante, el espectador se puede sorprender de lo rápido que pasan 2 horas y 45 minutos de película y por su parte el personaje lamenta la rapidez con la que ha transcurrido su vida entera porque: «pensaba que había algo más».

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