Amigos entre mis enemigos (Nikita Mikhalkov)

Amigos entre mis enemigos

Nikita Mikhalkov es sin duda uno de los nombres fundamentales del cine ruso (y por ende soviético) de la segunda mitad del siglo XX. Moscovita de nacimiento, la atracción hacia el arte de Mikhalkov comenzó desde el jardín de infancia, dado que como es bien conocido el moscovita formó parte de una familia de artistas de reconocido prestigio en la Unión Soviética. Su padre fue un escritor especializado fundamentalmente en la literatura infantil mientras que su madre también cultivó el arte literario como poetisa. Para más inri, ya en la adolescencia Mikhalkov comenzó a fascinarse por el mundo del cine gracias a la influencia de su hermano mayor, el no siempre reivindicado Andrei Konchalovsky, autor poseedor de una poderosa fuerza visual y poética que formó parte junto a su tocayo Andrei Tarkovsky de esa nueva generación de cineastas soviéticos que dinamitaron el tradicionalista cine de aquellos lares allá por mediados de los sesenta. Atrapado dentro de este ambiente, no era difícil pronosticar que Mikhalkov acabaría eligiendo las rutas del séptimo arte como profesión, iniciando sus primeros pasos en el mundo del cine como actor trabajando a las órdenes de nombres tan potentes como los de Georgi Daneliya, Mikhail Kalatozov y, sobre todo, bajo el auspicio de su hermano Andrei Konchalovsky. Así, a mediados de los setenta Mikhalkov debuta en la dirección de largometrajes precisamente con la obra objeto de esta reseña, Amigos entre mis enemigos, arrancando una carrera detrás de las cámaras siempre perseguida por las críticas de algunos sectores que consideran que al cine de Mikhalkov le falta la garra de los grandes autores del Este de Europa acusando al moscovita de cierto ego de divo, pero siempre impregnada de obras preciosistas compuestas por un bello ropaje visual y un ritmo narrativo más emparentado con el cine occidental que con el cine clásico soviético (conocidos y magníficos ejemplos de ello son las grandes obras del moscovita tales como Ojos negros, Una pieza inacabada para piano mecánico —adaptando como su hermano a Chejov— o Quemado por el sol).

Amigos entre mis enemigos

Esta ópera prima de Mikhalkov que es Amigos entre mis enemigos sorprende por dos motivos. En primer lugar porque para nada parece un debut en la realización de películas. La cinta ostenta un pulso narrativo vigoroso dibujado con un virtuosismo y un dominio de la técnica cinematográfica que hace pensar que la batuta de director está en manos de un experimentado cineasta en el esplendor de su carrera. Uno de los puntos fuertes del film es sin duda la espléndida fotografía de Pavel Lebeshev que mezcla con soltura profundos travellings de carácter eminentemente soviético combinados con primeros planos de los rostros de los personajes junto con unas hermosas tomas del marco medioambiental agreste de la estepa en el que tiene lugar la acción de la trama. Igualmente llamativo es el montaje empleado por Mikhalkov, el cual sirve para narrar la epopeya a través de flashbacks muy Leonianos que rememoran acontecimientos pasados que marcaron la personalidad de los protagonistas, quienes encajan dentro de la linealidad de una historia no lineal que viaja mediante los recursos de la elipsis y los saltos en el espacio y el tiempo a lugares heterodoxos pertenecientes al universo del «spaguetti western». Y es este el segundo punto que llama poderosamente la atención del film, puesto que Amigos entre mis enemigos es un eastern en toda regla que directamente se inspira en el espíritu del cine de Sergio Leone en cuanto al sentido épico atraído por la heroica del cine de venganzas o en este caso de restablecimiento del honor puesto en duda que emana de la historia y del de Sergio Corbucci en lo que se refiere al empleo de la suciedad y de ese sentido del humor picaresco típicamente italiano que ostentaban las mejores obras del autor de Django.

Amigos entre mis enemigos

La cinta arranca con una secuencia que evoca a esas estupendas escenas en las que se insertaban los recuerdos del personaje de James Coburn en Agáchate maldito, de modo que observaremos a un grupo de jóvenes soldados del Ejército Rojo celebrando por medio de juegos campestres el triunfo en la Guerra. Sin embargo, este primer y alegre flashback, que es acompañado por una magnífica melodía compuesta por Edward Artemyev (sin duda la música es uno de los puntos fuertes de la película), desembocará en un presente en el que los jóvenes combatientes han adoptado distintos roles funcionariales lo cual ha llevado a un enfriamiento de la amistad surgida en los viejos tiempos. El tedio de la vida burocrática se verá alterado en el momento en el que el jefe provincial del partido (Vasili) recibe la orden de enviar un tren a través de la estepa con dirección a Moscú cargado con el oro incautado a la burguesía durante la guerra con el fin de poder emplearlo en comprar los alimentos que precisa una población aislada que se ha visto envuelta en una crisis alimentaria por la escasez de suministros procedentes del exterior.

Así, para proteger el cargamento de las bandas de ladrones que campan a lo largo de las vías del ferrocarril, Vasili decidirá enviar a su amigo Egor Shilov, un viejo compañero de armas de su confianza, junto con un reducido destacamento de escolta. Sin embargo, el plan de protección comenzará a naufragar cuando el supuesto cadáver de Shilov (en con rostro desfigurado por la tortura) aparece justo en el mismo momento de la partida del viaje. A pesar de este contratiempo, Vasili enviará el tren cargado de oro hacia su destino, que será asaltado por la temible banda liderada por el salvaje Brylov (interpretado por el propio Mikhalkov que se reservó así un papel secundario en su debut como director), banda que robará el cargamento y asesinará a los escasos soldados que ejercían labores de escolta. Pero la trama se complicará aún más, justo en el momento en que Shilov aparecerá vivo tras haber sido liberado de su cautiverio una vez despertado de los efectos de los somníferos suministrados por unos intrigantes personajes que parecen saber por anticipado los pasos llevados a cabo por los miembros de seguridad.

Amigos entre mis enemigos

Tras su sorprendente reaparición, las sospechas acerca de la existencia de un infiltrado ideólogo del asalto al tren recaerán en Shilov. Sin embargo, Shilov tratará de demostrar su inocencia y recuperar la confianza pues de sus antiguos camaradas huyendo con dirección a la estepa, lugar habitado por Brilov y su banda de desalmados forajidos, de modo que el inocente Shilov se infiltrará en la banda de malhechores con el fin de desentrañar la compleja trama conspiratoria llevada a cabo por un infiltrado de la cheka.

La cinta hace gala de un ritmo endiablado que apoya su sustento en el cine de acción puro y duro tomando como clara referencia al cine de Sergio Leone como núcleo filosofal. Un aspecto muy seductor es sin duda el empleo de un refrescante sentido del humor gracias al dibujo de unos personajes pérfidamente estrafalarios y un tanto alocados que son esbozados con la maestría habitual por un elenco de jóvenes actores impresionante entre los que destacan especialmente el siempre magnético Aleksandr Kaidanovsky (los amantes del cine de Tarkovsky no habrán olvidado ese pétreo rostro que esculpía cada secuencia de Stalker) y el majestuoso Anatoly Solonitsyn, no cabe duda que uno de las leyendas de la interpretación soviética habitual colaborador también de Andrei Tarkovsky, poseedor de una filmografía que impone respeto a cualquiera (Andrei Rublev, Stalker, La ascensión, Agonía, El espejo, Solaris o Control en los caminos son solo algunas de las obras en las que impuso su cátedra este genio de la interpretación). Igualmente reseñable es el enrevesado guión que teje la trama a través de unos escarpados laberintos que a pesar de su complejidad argumental y de algún que otro brusco giro en el devenir de la epopeya, ello no evita que la historia se siga con interés recorriendo un trayecto en el cual el interés va in crescendo conforme caen los minutos. 

Amigos entre mis enemigos

Mikhalkov lanza una mirada bastante desmitificadora hacia la Revolución Rusa, empleando ingredientes como la guasa, la aventura o las traiciones emanadas desde miembros del propio partido totalmente alejados del carácter serio, trascendental y tedioso que a priori suelen ostentar las grandes superproducciones aventureras del cine soviético. Por tanto, Amigos entre mis enemigos constituye un brillante entretenimiento disfrazado de una historia poliédrica ubicada en los majestuosos parajes naturales de la estepa rusa que no defraudará a los amantes del cine procedente de los países de la Europa del Este. Sin duda una cinta totalmente recomendable que sirvió de lanzadera hacia el éxito a uno de los cineastas más polémicos y a la vez fascinantes surgidos de más allá del Telón de Acero: el siempre eficaz Nikita Mikhalkov.

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