La helada negra (Maximiliano Schonfeld)

El cine independiente, sobre todo latinoamericano, tiene la capacidad de ofrecer agradables sorpresas por la manera curiosa como aborda algunas temáticas pero, cuando excede en su libertad creativa, corre el riesgo de pisar esa peligrosa delgada línea del sinsentido.

La ambigüedad que refleja la película argentina La helada negra, en su concepto narrativo y mensaje, bien podría ser justificación para ubicarla en la categoría antes señalada.

Su historia está ambientada en la vida rutinaria de un grupo de inmigrantes alemanes en un pueblo rural de Argentina, con la particularidad de que todos son hombres. De repente, asoma en el lugar Alejandra, una mujer enigmática que tiene el don de hacer algunos aparentes milagros, como evitar que las plantaciones de una familia sean afectadas por las heladas. Ella se constituirá en un ser que altera un monótono estilo de supervivencia.

Se trata de una propuesta fílmica que contiene un suspenso intrínseco que nunca termina en manifestarse como tal. La cinta está compuesta por escenas que parecen inconclusas porque no es notorio un hilo conductor que le dé un sustento comprensible.

Maximiliano Schonfeld, director del filme, basa la historia en elementos costumbristas pero no ahonda en ellos porque da el protagonismo a aspectos intrigantes y a diseñar una atmósfera en la que no hay un tiempo definido. El pasado, presente y futuro parecen confundirse en momentos etéreos sin ningún significado concreto.

El imaginario del espectador juega aquí un papel importante porque de su intuición o lógica dependerá interpretar una historia que está llena de espacios indescifrables a simple vista.

La helada negra pertenece a una especie de subgrupo tangencial del denominado cine de autor en el cual la filosofía cinematográfica de un realizador es reproducida de manera estricta en el celuloide, sin importar si todos los públicos entiendan su composición. Lo importante es dejar evidenciado un estilo cinematográfico que se diferencie, casi de manera radical, de otras tendencias y que derive en diversas interpretaciones o debates sobre lo observado.

Schonfeld busca con su cinta, quizás, que el público, ante un ambiente enrarecido en su espacio y tiempo, obvie esos factores y dirija su atención al interior de cada personaje para descubrir un microcosmos que explique conductas humanas y deduzca situaciones que expliquen el génesis de sus personalidades o la manera relacionarse con la naturaleza.

Se puede avistar, por ejemplo, un mensaje sobre la necesaria convivencia de hombres con mujeres. Es así como una comunidad exclusivamente masculina se enfrenta a situaciones que dejan marcadas sus limitaciones, las cuales sólo son superadas el instante en que una mujer “llegada del cielo” irrumpe en sus vidas. Es aquí cuando el elemento fantástico se manifiesta en apariencia, y que bien podría ser una especie de metáfora para reflejar el grado de divinidad que el hombre puede llegar a ver en una mujer.

La cinta posee una buena fotografía que sustenta la creación de ambientes, pero ésta se pierde en un guión que no le permite ser parte de un producto más generoso en su narrativa. Es un filme incompleto que delata la idea de profundizar algo que no se sabe exactamente qué es. Mantiene la expectativa de si en el desenlace se encuentran algunas justificaciones de lo que se ha visto pero… (mejor vean La helada negra y saquen sus propias conclusiones porque también hay cinéfilos y expertos que destacan bondades de la película).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *