La alternativa | Mundo futuro (Richard T. Heffron)

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Esta semana como alternativa al blockbuster de la temporada Tomorrowland: El Mundo del Mañana (Brad Bird, 2015), ofrecemos el film de culto de 1976 Mundo Futuro (Futureworld, Richard T. Heffron, 1976), secuela a su vez de uno de los films más queridos y celebrados por los aficionados al género de ciencia-ficción, Almas de metal (Westworld, Michael Crichton, 1973).

En Tomorrowland: El Mundo del Mañana, —film inspirado en una de las secciones de los parques temáticos diseñados por Walt Disney para DisneyLand—, se nos propone, según su director Brad Bird, una visión positiva y esperanzadora del futuro, en contraposición con el habitual enfoque catastrofista o apocalíptico de otras películas como es el caso de Almas de Metal y de su continuación Mundo Futuro, por ejemplo.

Propongo el film de Richard T. Heffron como alternativa ya que, particularmente, me encantan las películas de ciencia-ficción que nos ofrecen un punto de vista pesimista sobre el ser humano o como en el caso de el díptico setentero una visión negativa o peligrosa de la tecnología, algo bastante habitual en las novelas de Michael Critchton (El hombre terminal, La amenaza de Andrómeda, Congo, Esfera, Rescate en el tiempo Parque Jurásico, El mundo perdido). El escritor norteamericano dirigió y fue responsable del guión de Almas de metal, que resultó una excelente adaptación del libro homónimo. El argumento de la primera película parte de un planteamiento excelente: la posibilidad de un centro de ocio llamado DELOS, dividido en tres secciones – El mundo Romano, El mundo Medieval y el Mundo del Oeste – al que acuden personas en busca de emociones. Cada una de las zonas no sólo reproducen con gran fidelidad cada una de las épocas sino que ofrece situaciones peligrosas que los visitantes deben superar – por ejemplo, un duelo a pistola, una lucha de gladiadores – enfrentándose a robots tan perfectos que resultan difícil de distinguir de un ser humano. Richard Benjamin y James Brolin son los dos amigos, deseosos de experimentar emociones fuertes, quienes se integran en el Mundo del Oeste y los primeros que se percatan de que algo no marcha bien.

De Almas de metal, la imagen icónica que ha quedado para la posteridad es la de Yul Brynner, un pistolero vestido completamente de negro, frío e inexpresivo (inspirado en su personaje de Los siete magníficos), precedente claro no tanto del autómata exterminador interpretado por Arnold Schwarzenegger en Terminator (James Cameron, 1984) sino más bien de la fantástica creación de Robert Patrick para Terminator 2: El juicio final (James Cameron, 1991); los movimientos y la forma de andar de Brynner en Almas de Metal son idénticas a las del robot interpretado por Patrick, así como su insaciables deseos de eliminar a sus oponentes, su gesto frío e inexpresivo, etc.

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A raíz del inesperado éxito del film de Critchon, producido por la Metro-Goldwyn-Mayer, el gran Samuel Z. Arkoff, vicepresidente, junto a James H. Nicholson y Roger Corman, de la American International Pictures, emprende la tarea de producir una secuela de Almas de Metal. Especialista en el cine de género —terror, ciencia-ficción, policiaco— de serie B o Z, Arkoff y sus colegas conseguían siempre productos baratos, realizados en muchos casos con material de desecho, de gran rentabilidad. Mundo Futuro es por tanto una película de bajo presupuesto, que intentaba repetir el éxito comercial de la primera parte, también un film modesto (a pesar de contar con el respaldo de una gran productora) pero enormemente provechoso.

En esta ocasión Michael Critchton no tiene nada que ver ni con la realización de la que se hace cargo Richard T. Heffron, un director que trabajó básicamente en televisión, ni del guión, a cargo en esta ocasión de dos reputados guionistas televisivos: George Schenck (NCIS, es su último trabajo) y Mayo Simon, responsable además del guión de otros films de culto de ciencia-ficción como Sucesos en la IV Fase (Saul Bass, 1974) o Atrapados en el Espacio (John Sturges, 1969).

Del reparto original sólo repite Yul Brynner, aunque sin duda se trata más bien de un reclamo para atraer al público ya que su presencia en la película es poco menos que testimonial; aparece tan sólo en un cursi y setentera secuencia onírica, que no aporta demasiado al film. En ese sentido, aquellos que acudan al film pensando en que el robot, interpretado por Brynner, va a tener idéntico protagonismo que en la primera parte se sentirán defraudados y decepcionados.

El dúo protagonista corre a cargo de Chuck Browning (rn Peter Fonda que nos hace recordar el gran actor que era su padre) y la pizpireta Tracy Ballard (rol a cargo Blythe Danner, madre de Gwyneth Paltrow, y que cumple su labor con bastante solvencia y simpatía); dos periodistas que viajan a DELOS para dar cobertura informativa en exclusiva a la reinauguración del centro de ocio y de la nueva zona recreativa, FutureWorld, El Mundo Futuro. Se trata de comprobar sus excelentes medidas de seguridad y que todo está perfectamente controlado, ya que, debido a los trágicos y terribles sucesos acaecidos en el film anterior, la nueva apertura de DELOS no está consiguiendo la asistencia masiva de público que sus responsables esperaban.

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Como de costumbre, en un principio se trata de dos personajes totalmente opuestos que entran en conflicto: ella, una periodista televisiva de ideas conservadoras y él, un periodista de investigación que publica libros polémicos (por ejemplo, se encargó de sondear las razones que provocaron el cierre temporal de Delos). Dos profesionales con métodos de trabajo e ideas sobre la profesión periodística muy diferentes que, pese al planteamiento inicial, pronto se ponen de acuerdo sin mayor problema. Sin embargo, las intenciones de Chuck van más allá de su labor informativa, ya que pretende además investigar la misteriosa muerte de un sujeto que pretendía revelarle un grave secreto relacionado con DELOS y que fue asesinado en su presencia. De este modo, se mezcla en la cinta la trama de ciencia-ficción con la intriga policíaca de manera bastante eficaz, aunque bastante desequilibrada también, como veremos más adelante.

En el Mundo Futuro, ambos protagonizarán una aventura de ciencia-ficción completa: participarán junto a otros clientes como astronautas en una simulación de un viaje espacial en cohete de gran realismo o se alojarán en un moderno hotel de ambientación futurista repleto de curiosos “juguetes”. Todo sucede bajo la atenta vigilancia de un enorme centro de control, perfectamente informatizado y a cargo de robots programados para no cometer errores humanos. Estos se ocupan de vigilar y programar las situaciones que los visitantes deben superar en cada uno de los mundos: el medieval, el romano y el futuro; el Mundo del Oeste permanece abandonado y no está en funcionamiento. Por supuesto, los conflictos deben ser favorables al ser humano frente al autómata. Así, por ejemplo, un oriental que visita el mundo medieval vence en una batalla a espada a un caballero sajón sin dificultad.

Teniendo en cuenta el presunto bajo presupuesto de la cinta, escenarios y ambientación resultan bastante convincentes: desde el diseño del centro de control, pasando por la inquietante sala de reparación y creación de robots, como los diferentes mundos que conforman Delos, aunque es presumible que se traten de decorados o escenarios “robados” de otras películas a precio de saldo.

Especialmente destacable es, en ese sentido, la partida de ajedrez virtual, cuyas piezas son hologramas que parecen de carne y hueso, a la que juegan los dos periodistas en el bar del hotel —que evocan a las miniaturas humanas, encerradas en botellas del Dr. Pretorius (Ernest Thesiger), mostradas en La novia de Frankenstein (James Whale, 1936)— ; la Máquina de Boxeo, que consta de dos boxeadores autómatas de gran realismo y con la que la periodista disfruta enormemente; todo un precedente de la Nintendo Wii, pero más a lo bestia; o la extraordinaria secuencia en las algunos clientes esquían sobre la nieve roja del Planeta Marte.

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Sin embargo, pronto la presencia de los dos periodistas en exterior de DELOS es reemplazada por la investigación de estos a través de los túneles que conforman las entrañas del complejo, olvidando en parte el excelente punto de partida. Por lo tanto, los personajes se mueven a lo largo de escenarios repletos de tuberías, escaleras con barandillas de hierro y extrañas maquinarias, donde además tendrán lugar emocionantes persecuciones, muy bien diseñadas entre los protagonistas y sus clones robóticos. Especialmente conseguida la secuencia en la que Tracy mantiene un duelo dialéctico y letal con su doble autómata, por el excelente grado de tensión conseguido y por lo bien resuelta que está la situación.

Como apoyo a la pareja principal, aparecen algunos personajes realmente entrañables como esa pareja formada por Harry (Stuart Margolin), un técnico misántropo y algo hippie, que permanece exiliado en las entrañas de DELOS, con la única compañía de un autómata. Éste hace las veces de amigo íntimo y muestra un rostro repleto de circuitos y bombillas, sin máscara humana. Sin duda, uno de los aciertos del film ya que el autómata consigue transmitir en algunos momentos más sentimientos que Peter Fonda sin ir más lejos. De igual modo, entre la terna de secundarios destacan el gran Arthur Hill, que interpreta con eficacia a Duffy, el empresario y dueño de Delos, y por supuesto el no menos grande John P. Ryan, quien se ocupa con la solvencia habitual del Dr. Schneider, auténtico mad-doctor, responsable de un plan diabólico para dominar a la Humanidad, al viejo estilo Bela Lugosi.

Es de agradecer que en Mundo Futuro, los guionistas no intentasen repetir el argumento de la primera, sino proponer una trama diferente, en la que el suspense y la intrigan están bastan bien dosificados; intriga que va aumentando gradualmente conforme el film va avanzando y cuyo tramo final no decepciona en absoluto, ofreciendo excelente escenas de acción más propias de un thriller que de un film de Ciencia-Ficción pero muy resultonas y eficaces en cuanto a emoción y suspense.

Lástima, eso sí, que el desenlace resulte bastante predecible y poco sorpresivo, pese a que los guionistas pretendiesen lo contrario, aunque personalmente esa derivación hacia la Ciencia-Ficción en su vertiente de manipulación humana —tipo los Ultracuerpos— me resulte de lo más simpática. En algunos momentos —la soberbia secuencia que se desarrolla en un laboratorio, protagonizada por robots, cubiertos por completo por unas inquietantes túnicas rojas, que experimentan con frialdad y eficiencia con seres humanos— , me pareció incluso superior a Almas de Metal.

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