Denis Villeneuve… a examen

Polytechnique

Denis Villeneuve, nuestro director de la semana, es una de las grandes realidades del cine canadiense (una cinematografía que siempre ha aportado grandes nombres) en los últimos años. En Incendies, la película que le dio a conocer internacionalmente,  se adentró en los terrenos del perdón en medio del conflicto entre israelís y palestinos. En 2013 realizó dos propuestas bastante diferentes entre sí, pero con el denominador común de la perturbación, implícito en todas las películas del director quebequense que he tenido el placer de ver (sus cuatro últimas). En Enemy (cinta que tuve la ocasión de ver en Sitges y se ha estrenado recientemente), a pesar de mostrar varias de sus virtudes, no aprovecha todo el potencial de una premisa muy embriagadora. Mientras que en Prisioneros abandona su perfil de cineasta independiente, pero lo hace manteniendo su calidad habitual, aunque su última hora se torne mucho más convencional que su excelsos primeros ochenta minutos, que recuerdan a Mystic river en el tratamiento de la mezquindad de la venganza. Antes de estos tres trabajos había realizado tres películas (una de ellas un documental) y varios cortometrajes. Su tercera incursión cinematográfica es la que nos ocupa. Villeneuve se inspiró en los testimonios de los estudiantes sobrevivientes para reconstruir la masacre acaecida en la Escuela Politécnica de Montreal en 1989. Uno de los sucesos más oscuros y trágicos de la historia de Canadá, en el que un joven armado con un rifle separó por sexos a los estudiantes de la institución y asesinó indiscriminadamente a catorce jóvenes, dejando también un buen reguero de heridos a su paso.

La narración arranca con un joven con una escopeta apuntando su cabeza, en evidente estado de enajenación, en lo que podría ser un ensayo de suicidio, o un intento fallido. A continuación escribe una nota de suicidio en la cual explica su odio irracional hacia las mujeres y el feminismo, que según sus palabras le han arruinado su existencia. El futuro asesino de masas explica en esa nota que su plan viene de lejos. Había intentado ingresar en la policía para facilitar su acceso a las armas, pero fue rechazado por antisocial. Se considera un ser racional que ha tenido que tomar medidas políticas extremas ante la llegada inminente de la muerte. Por otro lado, la narración nos presenta a dos estudiantes de la escuela politécnica que verán cómo sus vidas sufren un vuelco por culpa del trágico incidente perpetrado por el asesino misógino.

Polytechnique

La película (plenamente recomendable, aunque cueste analizarla con profundidad porque indaga en las sensaciones del espectador a través de su virtuoso formalismo) es enfocada a través de los puntos de vista de estos tres personajes, utilizados para mostrar el impacto que produjo la masacre en sus vidas. El director se aleja de cualquier intención de introducirse en la psique del asesino para tratar de hacernos comprender su situación personal, o indagar de manera superficial en los motivos que llevaron a este individuo a perpetrar tan absurdo y sangriento acto; otorgando poca trascendencia al verdugo y centrándose más en las víctimas. Un aspecto que no implica que su presencia esté siempre en el ambiente. El primer tercio de la película se ajusta casi por completo a la perspectiva del asesino, mostrando su última noche antes del suceso. Sin embargo, el director prescinde de otorgar la popularidad que buscaba este individuo con su despreciable acción, y lo presenta articulando muy pocas palabras (salvo en el oscuro momento en que pide separar por géneros a las víctimas en el aula donde empieza la sangría), aunque le escuchemos en una breve voz en off al comienzo del relato, colocada con la intención de que nos enteremos qué decía su nota de suicidio. Esa renuncia a otorgarle voz y a verle interaccionando con otros personajes también repercute en la evidente renuncia de buscar las causas de sus actos.

Polytechnique es un breve (dura apenas setenta y tres minutos) e inquietante relato, atorado de tristeza, fatalidad y brutalidad. Tal y como hizo Gus Van Sant en Elephant (cinta con la cual tiene bastantes puntos de conexión), Villeneuve utiliza un marcado aire documental, colocando la cámara con ángulos distintos durante la misma secuencia para mostrar la perspectiva de cada uno de los estudiantes durante el suceso. También comparten una puesta en escena similar para mostrar el caminar de los personajes en los pasillos. No es la única coincidencia con el excelente filme de Van Sant. El ritmo también es deliberadamente tranquilo, aunque el autor canadiense lo presenta con mayor minimalismo, si cabe; gracias a la escasa presencia de diálogos para desarrollar las pequeñas historias que convergen. Sin necesidad de hacer una presentación de los personajes, el director consigue darnos pequeñas anotaciones de su carácter mostrando acciones de su vida cotidiana. Para ello, sin olvidarse del triste suceso en la parte central, dedica buena parte del tiempo a lo que ocurrió antes y después de la masacre. El director canadiense es consciente de la delicadeza del tema elegido (su realización causó polémica por tratar un asunto causante de tanto impacto en su país), que debió traumatizar a sus víctimas reales, y tal y como muestra en un cartelito al principio de la cinta, decidió cambiar el nombre de todos los personajes para no hurgar en la herida de los supervivientes y los familiares de las víctimas. Por ese motivo, tal y como sucede en la citada Elephant, huye en todo momento del sensacionalismo y de la estilización de la violencia que suele acompañar a estos proyectos, con un relato atorado de una frialdad pasmosa.

Polytechnique

El tercer largometraje del director quebequense involucra a cualquier espectador porque le traslada a un suceso universal que puede sucederle a cualquiera en un espacio público, aunque este tipo de acontecimientos, lógicamente, acostumbre a repetirse con más asiduidad en lugares donde se puede acceder a las armas con mayor facilidad. El asunto de la misoginia está presente en todo momento en la fragmentada narración (hay varios saltos en el tiempo), pero siempre está expuesto sin pretender incidir en la relación con la masacre (uno de los tres protagonistas es una estudiante de ingeniería que está luchando para vencer las cortapisas con las cuales se encuentra en una profesión dominada mayoritariamente por hombres, y sale indignada por las preguntas en la entrevista de trabajo). Una conexión que solo se hallaba en la mente de un enajenado personaje, para quien cualquier mujer que estudia en ese centro era una activista feminista. Un individuo que lleva sus fobias hasta las últimas consecuencias, siguiendo la execrable tradición de este tipo de personajes de hacer “algo grande” cuando han decidido dejar de pertenecer al mundo; en lugar de acometer un suicidio silencioso.

La mirada de Maxim Gaudette (visto en Incendies, y aquí en el rol de asesino) transmite con veracidad su perturbado estado (al que también ayuda el uso de una banda sonora que cuando no suena un sutil y minimalista piano se asemeja a un zumbido que parece introducirnos en la mente del tirador) de dolor y de ira que le ha llevado a tomar tan drástica decisión. Villenueve muestra su rostro impasible y sosegado, aunque recurre a  primeros planos de las nerviosas manos del perturbado en el trayecto a la escuela bajo el frío habitual canadiense, acompañado de un rifle cubierto en una bolsa para no ser detectado. Uno de los escasos detalles que en esos momentos previos a la masacre le apartan de su condición de espectro con una misión clara que cumplir, aunque no dude ni un momento a la hora de entrar en las aulas y disparar indiscriminadamente, sin atender a razones, a cualquier fémina (todas sus víctimas mortales fueron de sexo femenino) que se encuentre por el camino, o a algún estudiante que intente interferir en su sangrienta misión. Los dos actores en el rol de los estudiantes con secuelas por culpa del incidente sostienen el peso interpretativo con solvencia. Karine Vanasse con un personaje que vivió en sus propias carnes el ataque, mientras que el personaje interpretado por Sébastien Huberdeau sufre por todas las víctimas conocidas y se siente culpable por no haber podido evitarlo.

Polytechnique

Destaca el excepcional tratamiento de la tensión en la parte central del filme, aunque el espectador sepa de antemano (si es un asiduo de las noticias nunca olvidará este hecho luctuoso) cómo va a acabar la historia, dotando de una inquietud profunda a la narración cada vez que el estudiante que busca desesperadamente auxiliar a las víctimas abre una puerta. El sonido de los disparos y su eco permanecen en la memoria, y las imágenes perturban sobremanera, aunque estén expuestas con la sutileza y el buen gusto antes citados; amparada en el uso de un excelso blanco y negro, acompañado de la portentosa puesta en escena habitual en el director canadiense, con sus delicados movimientos de cámara flotante, innovadoras tomas, y talentosos juegos de luces, para incidir más que nunca en el realismo, pero con un atractivo enfoque onírico y lírico. Como suele suceder en estos casos, la elección del blanco y negro otorga a la narración una atmósfera más desasosegante, a la vez que tranquilizadora, por la ausencia del rojo de la sangre, aunque no deja de resultar inquietante la exposición de los charcos de sangre oscura mezclada con el reflejo brillante del suelo blanco. También hay una pequeña licencia visual muy atractiva, utilizada de forma simbólica, que une el charco de sangre del asesino con el de una víctima.

Polytechnique expone las diferentes formas que hay de afrontar un trauma de estas características. Los dos estudiantes sufren una desazón que marca sus vidas, pero lo llevan de un modo completamente diferente (mientras que la chica, a duras penas, trata de seguir con su vida, el chico no consigue superarlo). A pesar de la tristeza que acompaña en todo momento al filme, finalmente, Villeneuve otorga un canto al optimismo en el discurso final de la joven sobreviviente redactando una carta a la madre del asesino. Una situación algo trillada y sentimental, pero que ayuda a generar una sensación de esperanza en un relato marcado por el dolor, con la moraleja de que para superar un suceso de estas magnitudes hay que mirar hacia adelante, por muy complicado que parezca.

Polytechnique

Una propuesta minimalista y contemplativa, dominada por la abstracción, cargada de sinceridad y delicadeza, cuya única pega es que utiliza un enfoque que se asemeja en demasía al de Elephant, aunque por fortuna, el director tiene la capacidad de otorgarle una personalidad y estructura propias.

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