Costa-Gavras… a examen (II)

A Costa-Gavras le gusta muchísimo embarrarse hasta la cabeza. Si hay que meterse en terreno encharcado, no hay que mirar de más por las apariencias. Su cine siempre ha encontrado un enfoque socio-político con el que criticar y denunciar numerosos escándalos que poco a poco van quedando en el olvido, pero lo hace con un estilo muy definible, rozando lo humorístico, que levanta tantas pasiones como recelos.

Griego de nacimiento, estos días se estrena en cines Adults in the Room (Comportarse como adultos), que adapta, bajo su propio criterio, el libro que escribió Yanis Varoufakis, uno de los anti-héroes de la reciente e interminable crisis griega. Es ver sus formas de cerca y pensar en Z, el gran despertar del director, un lujo de película que cuenta con nombres imprescindibles del cine francés representando una gran estafa policial y política —y que tan necesarios sería volver a ver hoy mismo—. Y sí, ese debería ser nuestro objetivo para encontrar similitudes y distancias en el cine de Costa-Gavras cincuenta años después —cuánto tiempo ha pasado y qué poco se ha notado en esta película—, pero somos más de retos y nos hemos ido a fijar en su primerísima película.

Todo director tiene una ópera prima que le define. Aunque ahora parece una obligación hablar del despertar juvenil y sus aterradoras consecuencias, Costa-Gavras se enamoró de una novela de intriga de Sébastien Japrisot, que adaptó con gusto para la gran pantalla. Mediados de los sesenta, música jazz, pestañas postizas y gabardinas en días lluviosos en las calles de París. El director construye un escenario totalmente inspirado en el noir y lo rectifica hasta acomodarlo a los nuevos tiempos hasta estar oliendo el cine de antaño y viviendo una inspirada actualidad, una de esas bazas del que han decidido denominar neo-noir que invita a viajar en el tren —ay, los trenes— de Compartiment tueurs (aquí conocida con un título mucho más literal, cómo no, Los raíles del crimen).

Aunque a Gavras no lo he profundizado todavía, sé muy bien que una de sus bazas imprescindibles es fortalecer todos y cada uno de los personajes, y el inicio de este film, donde seis desconocidos duermen en un mismo compartimento de tren, es perfecta para iniciar una de sus obsesiones. Seis personas totalmente opuestas que compatibiliza además de dar forma para desentrañar un misterio. Parezcan o no demasiados, es estimulante el modo en que permite pequeños soliloquios para cada uno de ellos que refuerzan sus personalidades, sin perder de vista lo cinematográfico y acercándonos, problablemente, al compromiso literario. No conforme con eso, y siempre ávido de polémica, en Compartiment tueurs no solo da protagonismo a la policía, también tiene espacio para criticarla veladamente —el personaje que siempre se ríe entre palabrería de los agentes, el jefe de sección que evita los trabajos difíciles en favor de un ascenso—.

En un film de personajes, no pueden faltar los grandes actores, mostrando por primera vez a algunos de sus nombres predilectos, como Jean-Louis Trintignant (que repetiría en Z), Simone Signoret (La confesión) y, cómo no, Yves Montand, que además de bordar su papel, fue un nombre ligado durante años a Gavras, capaz de exprimir su talento sin límites.

Entre planos sacados del mejor noir —el objeto, siempre hay que destacar el objeto que aparece entre sombras— y diálogos rápidos y constantes, una de las pequeñas maravillas que esconde Compartiment tueurs es su necesidad de reforzar la escenografía estudiada en cada momento, sobre todo cuando compone una visión más amplia del espacio reflejando a los personajes en distintos formatos de espejo para no perder a nadie de vista.

Costa-Gavras es ácido, ocurrente y cuidadoso, y aunque su cine a veces sea un constante bombardeo de información, su debut tiene la presencia del autor que tanto tenía todavía por decir, sin perder ese aire de homenaje a un género impoluto, el noir, fiel retrato de perdedores y mentirosos. Primera y última gabardina para Costa-Gavras, con los años su discurso se ha convertido en arma de doble filo, pero qué bien le sientan a algunos sus debuts.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *