Au revoir Cannes 2015 [Conclusiones y balance final]

Cannes

Han sido doce días de cine, 46 películas vistas, desde lo más grotesco hasta lo más maravilloso, pasando por amores incestuosos denigrantes, viajes místicos que han perdido su toque, hasta un retorno a la juventud perdida o un auténtico viaje temporal lleno de buenas intenciones. Todo esto y más es lo que Cannes 2015 me ha ofrecido. Sin embargo la experiencia, que repito por segundo año consecutivo, ha sido más enriquecedora si cabe. Largas horas en las colas dan para mucho: ser capaz de ver las bondades o los fallos de la película que no me había convencido demasiado, discutir sobre la casta de colores en el reparto de acreditaciones, donde los “amarillos” nos convertimos en parias festivaleros y los primeros días costaba más entrar a una proyección que votar por correo en las elecciones municipales, ver la pasarela de modelos que supone para muchos el Festival, imaginar lo que me espera en la siguiente proyección y cruzar los dedos para conseguir una butaca con buena visibilidad.

Este año entrar a según qué pases se ha convertido en casi un imposible, así que los ajustes en los horarios se volvían un habitual de algunas jornadas, y la sala Soixantième en la improvisada salvadora del día. Una vez dentro, la magia empezaba y la escalera de los sueños se abría paso hasta el cielo. Pero si tocaba proyección en la Debussy, una voz profunda surgía en el silencio buscando a su amigo Raoul o Harvey, dependiendo del momento. Pero no fueron los únicos gritos que se escucharon. Este año ha tenido otra particularidad, y fue la presencia diaria (en algunas jornadas se repetía hasta dos o tres veces) de la productora Wild Bunch, tanto que alguno, no sé si cansado del tema o a modo de sarcasmo, puso el grito en la sala de ¡monopolio! Pero el nepotismo del cine francés se llevó la palma en eso de los gritos.

Soixantième

Sección Oficial, Un certain regard, la Quincena de realizadores o la Semana de la crítica han ofrecido grandes títulos, tanto entre las ganadoras como en las que se han quedado sin mentar en los distintos palmarés. Las dos secciones paralelas abiertas al público (Quincena y Semana) han tenido gran presencia latinoamericana en su palmarés: dos películas colombianas, El abrazo de la serpiente de Ciro Guerra, que se hacía con el premio grande de la Quincena, y La tierra y la sombra de César Augusto Acevedo, que se llevó dos de los cuatro premios de la Semana, y una argentina, Paulina (La Patota) de Santiago Mitre, que se alzó con el premio gordo de la Semana y el FIPRESCI de ambas secciones. Tres títulos imprescindibles de este año para aprender, viajar, revolverse y emocionarse. Ni le ciel ni la terre de Clément Cogitore y Trois souvenirs de ma jeunesse de Arnaud Desplechin fueron las películas francesas que se llevaron también algún premio en estas secciones. La primera es un drama bélico con tintes fantásticos que consigue retorcer la mente del espectador, y la segunda tiene el mismo resultado, pero en el corazón. Con Mustang de Deniz Gamze Ergüven cerramos las cintas premiadas de Quincena y Semana de la crítica, una suerte de Vírgenes suicidas turca con más humor y algo más de agilidad que la obra de Sofia Coppola, pero igual de interesante que su propuesta. No fueron muchas más las películas que alcancé a ver durante el Festival en estas secciones, pero sí tuve la suerte de poder ver (hasta tres veces) al artífice de Arabian Nights, Miguel Gomes, un personaje pintoresco que nos contó un poco de la historia reciente de Portugal con pinzones machacones, perros jugando con amigos fantasmas (que consiguió el prestigioso premio Palm Dog), políticos europeos potentes, los horrores de un país empobrecido y parado, monstruos de la sanidad y la educación, y una Scheherezade espléndida que evitaba que nos durmiéramos en las incómodas butacas del Teatro La Croisette bajo el hotel Marriott.

La tierra y la sombra

Un certain regard traía títulos de grandes autores como Apichatpong Weerasethakul con Cemetery of splendor, Brillante Mendoza con Taklub, David Pablos con Las elegidas o la cinta inaugural AN de Naomi Kawase, pero, a pesar de ser propuestas interesantes y muy ricas a nivel narrativo y artístico, fueron olvidadas por el jurado que presidía la actriz Isabella Rossellini. Sus miradas se fijaron más en el simpático cuento islandés con concursos de Miss Ovino, Hrútar (Rams) de Grímur Hákonarson, que acabó superando a la croata The High Sun de Dalibor Matanić, mi favorita de la sección, que tuvo que contentarse con el Premio Especial del Jurado. Se presentaron también numerosas operas primas, entre las que destacaron Masaan (Fly Away Solo) de Neeraj Ghaywan (Premio FRIPESCI de la sección) y Nahid de Ida Panahandeh, que terminaron compartiendo el Premio de futuras promesas; dos historias muy diferentes: la primera es sencilla y modesta, una «good feel movie» bastante digna; mientras que la segunda nos presenta un drama familiar donde la mujer es la protagonista y el objeto de todos los reproches dentro de una sociedad completamente patriarcal. Comoara (The treasure) de Corneliu Porumboiu resultó la más agradable de ver, la más entretenida y socarrona de todo Un certain regard, y merecida ganadora del premio Un cierto talento, que no sé muy bien a qué responde, pero queda bonito en el palmarés. Porumboiu acude a la búsqueda de un tesoro para ensañarse en los conflictos humanos y entrar en las más ridículas situaciones, y así sacar una sonrisa al espectador sin mucho esfuerzo.

Fuera de concurso se pudieron ver tres hitos dentro del cine comercial de 2015: Inside Out de Pete Docter, la última incursión de Pixar en las historias animadas, esta vez localizada en la cabeza de una niña pequeña; Love de Gaspar Noé, el relato erótico que levantó pocas pasiones (cualquiera lo diría) y más reproches; Irrational Man, la nueva comedia romántica de Woody Allen protagonizada por Joaquin Phoenix y Emma Stone; la maravillosa magia de The Little Prince de Mark Osborne, que nos transporta a un mundo ideal a través de la mirada de una niña en un mundo gris y cuadriculado que descubre por primera vez las aventuras de El Principito; Amy de Asif Kapadia, un documental que nos acerca a la atribulada vida y muerte de la conocida cantante del moño eterno; y, por supuesto, Mad Max: Fury Road de George Miller, que levantó amplia expectación y fuertes vítores tras un pase demencial del que, por desgracia, no pude disfrutar. Gran fallo por mi parte (o no).

Son of Saul

Lo interesante asomó su cartel por la Sección Oficial, llena de grandes títulos y autores, pero también de batacazos memorables. Gus Van Sant con su The Sea of Trees y Valérie Donzelli con Margherite et Julien pusieron la nota discordante con historias vacuas, alargadas y grises. La primera es un despropósito, un intento de muchas cosas que se queda en nada, el regreso de McConaughey a los infiernos interpretativos. Por su lado, Donzelli no supo llevar una película que, a priori, podía resultar interesante, pero que llevó a la extenuación hasta alargarla y cargársela. Pero mejor quedémonos con los bueno: la parte bizarra de Matteo Garrone y su genial idea de colocar a Salma Hayek comiendo corazones en Tale of Tales; la agradecida acción rejuvenecedora de Sorrentino en Youth, regalándonos momentos inolvidables; la magnífica dirección y guión de Jia Zhang Ke en su Mountains May Depart con bailecito «Go west» incluido; los amores estáticos que Yorgos Lanthimos (AKA Lantinos, director de Caniche) nos ofrece en The Lobster; el amor delicado que Cate Blanchett y Rooney Mara se otorgan en Carol; el despliegue técnico al servicio de un espectador entregado que el debutante László Nemes entrega en su visión en primera persona o Son of Saul; las hipnóticas y coloridas imágenes que Hou Hsiao-Hsien nos regala en The Assassin (aunque en materia narrativa falle bastante); o los dolores permanentes que Michel Franco hace sufrir a Tim Roth en Chronic. Es curioso que ante este panorama de espléndidas películas, el Jurado capitaneado por los hermanos Coen, haya escogido a Dheepan de Jacques Audiard como la Palma de oro de este año, un título que pasó sin pena ni gloria en las proyecciones y que se desinfla a mitad de película, ofreciendo una mezcla algo dantesca entre un pobre refugiado que encuentra un nuevo hogar y un John McClane desatado que estalla como bomba de relojería, pero dio la sorpresa final, más si tenemos en cuenta que el cine francés en competición decepcionó bastante, resultando incluso algo mediocre comparándolo con el resto de competidoras. Mon roi de Maïwenn Le Besco fue para mi la mejor de entre las francesas, aunque reconozco que no es una película para un festival como el de Cannes, de ahí que se expliquen algunas acusaciones de nepotismo, a lo que tenemos que sumar dos premios interpretativos para dos actores locales: Emmanuelle Bercot (compartido con Rooney Mara) y Vincent Lindon. Por suerte los premios no lo son todos, y en el recuerdo quedarán siempre todos esos títulos citados, o al menos eso esperamos. Espero poder decir hasta el año que viene, pero no podría cerrar este epílogo sin antes presentaros mis listas con las mejores películas del Festival. Tomen nota y disfruten:

Mountains May Depart

Top 10 Sección Oficial

1.- Mountains May Depart de Jia Zhang Ke

2.- La juventud de Paolo Sorrentino

3.- Son of Saul de László Nemes

4.- Tale of Tales de Matteo Garrone

5.- The Lobster de Yorgos Lanthimos

6.- Carol de Todd Haynes

7.- Chronic de Michel Franco

8.- Mia madre de Nanni Moretti

9.- Mon roi de Maïwenn Le Besco

10.- The Assassin de Hou Hsiao Hsien

Top 5 Un certain regard

1.- The High Sun de Dalibor Matanić

2.- Las elegidas de David Pablos

3.- Nahid de Ida Panahandeh

4.- Taklub de Brillante Mendoza

5.- Comoara (The Treasure) de Corneliu Porumboiu

Top 5 resto de secciones

(Fuera de concurso, Quincena y Semana)

1.- Mustang de Deniz Gamze Ergüven

2.- The Little Prince de Mark Osborne

3.- Arabian Nights de Miguel Gomes

4.- El abrazo de la serpiente de Ciro Guerra

5.- La tierra y la sombra de César Augusto Acevedo

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