A Good Woman Is Hard to Find (Abner Pastoll)

Indefensa. Insignificante. Jamás una molestia. Abner Pastoll utiliza deliberadamente a la víctima perfecta, ya sea de la sociedad o de un grupo criminal organizado, para tomarse por su mano la venganza definitiva.

Sarah es el prototipo de mujer que se encuentra enclaustrada en una ínfima posición social tras un sinfín de circunstancias adversas. Una madre joven que podría dar todo de sí está rodeada de barreras inquebrantables por su fragilidad emocional. La visión materna que recae sobre ella no respeta el recuerdo de su marido muerto, la de los agentes de policía hace que tras su acomodada mesa ninguneen sus débiles peticiones de justicia. Ni siquiera puede caminar por un supermercado sin que alguien opine de su capacidad como progenitora. Y guarda un enorme consolador rosa debajo de la almohada. Pero hasta la mujer más indefensa, insignificante y prudente puede colmar su paciencia, así que tras caracterizar a Sarah Bolger como si estuviese agotada del propio agotamiento, Pastoll le ofrece una salida imperiosa. Todo es comenzar.

A Good Woman Is Hard to Find parece gritar desde dentro una reflexión social inherente a la violencia habitual a la que se somete al desamparado hasta por la luz del día, pero perfila su exterior como una bomba de relojería que obliga a su protagonista a despertar y responder a todo aquello que sucede a su alrededor. Debe dejar de ser una espectadora más de la realidad para afrontar la soberbia de los otros.

Así como en la actualidad se utiliza el cine de zombies (o infectados víricos) para reclamar la atención de una especie de injusticia social, A Good Woman is Hard to Find aplica la normal al contrario con una misma utilidad: se ampara en las endebles reglas sociales que nos marcan como personas para trazar una historia más sobre la violencia y su acólito la venganza como salida última y revulsiva de esa apretada máscara social.

Ríete tú de las pretensiones de cualquier película de Ken Loach. Esta te lleva a una reflexión mucho más profunda, en una especie de sátira —de humor un tanto macabro— que intenta reinventar esos clichés que el británico ha convertido en bandera. A través de uno de esos barrios residenciales de la periferia donde cualquiera que pasee por la calle se va a catalogar de pobre o delincuente nos vamos a centrar en un día más para Sarah, en el que los “matices” que quieren aportar unos cuantos extraños van a desencadenar una serie de casualidades que nos transportarán a un torbellino de cuentas pendientes. Para ello Abner Pastoll toma medidas prudenciales, delineando con suma pausa y cautela a su Sarah para que veamos en ella un poco más allá de la víctima, y sintamos a la mujer bajo el yugo de algún ser superior de pacotilla —o demasiados—.

Gran parte del mérito de la película se lo lleva su actriz protagonista, que sabe dominar la emoción y hacerse pequeña o enorme según la situación lo requiera. Su maleabilidad en cada escena es impactante y hace de esta heroína en ciernes un personaje difícil de olvidar. En cierto modo sus contrarios también saben tomar su lugar, aunque sean, por pequeños detalles que los caracterizan, caricaturas de malvados profesionales, resaltando ese mundo en el que la imperfección se paga muy cara.

A Good Woman is Hard to Find funciona en el ‹crescendo›: cuanto más bajo caen todos, más grande resulta la película, llevándonos de la ironía a la crudeza en algunas de sus escenas con una naturalidad realmente inexistente en un verdadero día a día. Particularmente una de ellas me pareció tan fría y fuera de sí como una de las fases clave de Pusher III, que conseguía que apartáramos la mirada por muy acostumbrados que estuviéramos a la tortura o la sangre. Porque sí, hay tiempo de enajenar a esa joven y blanquita mujer que parece que nunca vaya a molestar a nadie, hay una justificada y exageradísima evolución de la acción-reacción que para algunos será la panacea que convierta en redonda la película, y de paso se abogue por crear un altar en el que venerar a las Sarah que nunca responderán a todas las injusticias que les asfixian por dentro. Aquí, la “justicia” se entiende de forma desproporcionada y bucólica, hasta que te obliga a celebrar cada gota de sangre derramada.

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