10 para empezar con el… AMFF 2023

Hoy empieza una nueva edición del Atlàntida Mallorca Film Fest que, junto a su edición presencial en ‹ses illes›, nos da la posibilidad de disfrutar de más de cien títulos del cine independiente más prometedor que no siempre podemos alcanzar. Una propuesta divertida y concienzuda con la que pasarnos el próximo mes inmersos en el mejor cine a través de la plataforma Filmin, y que no nos podemos perder.

Es abrumador el catálogo, así que siempre ayuda una pequeña guía para comenzar. Aquí os recomendamos algunas de las películas con las que nos hemos topado en festivales en los últimos meses y que nos parecen imprescindibles para dejarnos seducir por el mejor cine.

 

Safe Place (Juraj Lerotić)

Pocas óperas primas logran la repercusión que tuvo el debut del cineasta croata Juraj Lerotić tras su paso por el mediometraje con Then I See Tanja; centrándonos en Safe Place, nos encontramos ante la ganadora de hasta tres premios a su paso por Cineasti del presente en el pasado Festival de Locarno —Mejor ópera prima, nuevo/a director/a y actor para un Goran Marković al que conocemos de otros films como Bajo el sol—, además de triunfar en otras plazas como Sarajevo (donde se llevó el Corazón de Sarajevo, principal premio del certamen), IndieLisboa o Shanghai. Todo ello a través de un drama psicológico que bordea un intento de suicidio ofreciendo una perspectiva sincera inspirada por un cine tan íntimo como personal.

 

Flux Gourmet (Peter Strickland)

La ruptura de toda barrera metacinematográfica habida y por haber, y la adopción de un estilo visual fácilmente reconocible allá donde vaya son dos de las propiedades de un cine de género tan mutante como atípico. Y es que lo que Peter Strickland ha conseguido con apenas media docena de títulos en su haber glosar un ideario que con Flux Gourmet vuelve a la carga, en este caso desde su vertiente humorística, buscando nuevos objetivos y deslizando de nuevo texturas y tonos sobre un lienzo que ha vuelto a no dejar indiferente a nadie y que, por encima de todo, promete ser una de esas experiencias a tener en cuenta del pasado año.

 

LOLA (Andrew Legge)

De la mano del irlandés Andrew Legge llega una de las rarezas del año, otra que también dio sus primeros pasos en Locarno para a posteriori llegar a Sitges y recibir hasta dos premios en BAFICI. Uno de esos títulos llamados incluso a obtener la etiqueta de culto a raíz del tan extraño como fascinante ensamblaje que dispone el aquí debutante, y es que más allá de realizar una reconstrucción histórica de lo más singular, LOLA dispone su espacio mediante un atípico ‹found footage› en cuya coctelera caben desde la ‹low-fi›, al thriller de espionaje pasando por un distendido carácter romántico afianzado desde una banda sonora que hará las delicias de más de uno. Por aquí, nuestra crítica.

 

La línea (Ursula Meyer)

Ursula Meier sabe diseccionar a las familias suizas con un pulso impecable, sin dejar de lado la fatalidad con un fino humor nórdico apenas perceptible, que convierte sus propuestas en una experiencia vital. Llegamos así a su última película, La línea, donde no pasa desapercibida esa madre interpretada por una siempre histriónica Valeria Bruni-Tedeschi. En ella exprime las complejas relaciones de un matriarcado donde la violencia es puro instinto, físico y psíquico, convirtiendo en cercano el caos y en necesario el diálogo a través de la música, estando dispuesta su directora a romper cualquier línea de separación. Podéis leer nuestra crítica sobre ella por aquí.

 

Enys Men (Mark Jenkin)

El misterio, rodeado de un halo fantasmagórico que se alimenta del sonido apabullante que genera una isla en mitad de la nada, es el alimento de la tensión de Enys Men, la última película de Mark Jenkin, que ya captó nuestra atención con Bait. Rodada en formato 16mm. y jugando con la atemporalidad de las labores y pensamientos de su protagonista, el film se construye a través de sensaciones, que van dando forma a un oscuro y terrenal relato que se inspira en leyendas marítimas, mitos locales y una creciente exposición de la confusión para mantenernos absortos más allá del relato, convirtiéndose en una experiencia completa del audiovisual. Un reto y a la vez un regalo para los sentidos del que podéis encontrar nuestra crítica tras pasar por Sitges.

 

Nayola (José Miguel Ribeiro)

La animación tiene también su espacio en el AMFF. En esta ocasión descubrimos la portuguesa Nayola del director José Miguel Ribeiro, que debuta en el largometraje con una historia narrada en femenino, a través de varias generaciones que sufren las vivencias y consecuencias de la guerra de Angola. Con un estilo visual en constante cambio para interpelar el paso del tiempo, Nayola habla de conflicto, pero también de la supervivencia de sus protagonistas frente a la opresión, aprovechando la libertad narrativa que la animación siempre contempla, y que le ha servido para recibir alabanzas en los festivales por los que ha pasado. Nuestra crítica, a un click.

 

El hombre más feliz del mundo (Teona Strugar Mitevska)

Poc@s cineastas han sido capaces de diseminar con la lucidez que lo ha conseguido la macedonia Teona Strugar Mitevska un contexto tan particular como el de esa Europa del este envuelta en conflictos, universos compuestos por un pasado reticente a abandonar su lugar y, cómo no, cicatrices. El hombre más feliz del mundo supone, en ese sentido, un paso adelante respecto a su anterior trabajo, y es que con este título que optó al León de Oro, la realizadora continúa deslizándose por un espacio áspero (que no abrupto), pero no por ello exento de una humanidad donde quizá apuntar a las razones es lo de menos en un relato tan estimulante narrativamente como lo resulta una mirada que no se enroca en el drama y encuentra los recovecos necesarios desde los que reforzar su percepción. Aquí podéis leer nuestra crítica.

 

Nosotros también podríamos estar muertos (Natalia Sinelnikova)

Últimamente hemos encontrado muchas reflexiones sobre el encierro y la crisis social en el cine, tras la experiencia que compartimos con el Covid-19. Pero también encontramos propuestas singulares y tremendamente ácidas como la de Natalia Sinelnikova, que con su debut Nosotros también podríamos estar muertos nos invita a sobrevivir en una sociedad vertical, con dimensiones de rascacielos. Sin perder de vista a Anna (una impecable Ioana Jacob), la tensión crece en un vecindario donde las escisiones sociales se hacen cada vez más patentes, y las conspiranoias forman parte del día a día de sus habitantes hasta un prometedor declive inspirado por sus erráticos comportamientos. La rutina llevada al extremo siempre es imprescindible.

 

Vera (Tizza Covi, Rainer Frimmel)

El dúo formado por Tizza Covi y Rainer Frimmel siempre sabe equilibrar la ficción y el documental para que sus historias tengan en parte su particular visión del mundo como protagonista. Es por ello que no resulta raro su fascinación por Vera Gemma, la heroína de Vera, algo que traspasa fácilmente la pantalla. La figura de esta celebridad italiana es el objeto de deseo de este trabajo (del que podéis leer nuestra crítica a su paso por el FICX), donde se siente el apasionamiento con el que la artista vive su cotidianidad y al mismo tiempo se destaca una especie de fantasía a su alrededor que nunca deja ver con claridad lo verídico y lo ficcionado. Un punto a favor en cualquier reinterpretación de una diva en vida, que va más allá de una fachada construida con esfuerzo para afrontar ese título de “hija de”.

 

Las aventuras de Gigi La Ley (Alessandro Comodin)

Cineasta ya conocido por títulos como L’estate di Giacomo, Alessandro Comodin conseguía llevarse el Premio Especial del Jurado de Locarno el pasado año componiendo una de esas odas a la sencillez que, sin embargo, ocultan mucho más: y es que el film realizado por el cineasta italiano, que también tuvo su paso por Sevilla (desde donde ya os hablamos de ella en nuestra crítica), va más allá de la apariencia que desliza ese policía que encabeza el relato, llegando a tejer una obra misteriosa, esquiva e incluso lírica que sorprende por la capacidad de su cineasta disponiendo el terreno adecuado desde el que abordar los pasos de un personaje cuyo prisma se amplifica y enriquece a medida que avanza su particular aventura.

 

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