Most Beautiful Island (Ana Asensio)

Denis Villeneuve retrataba con precisión lo que supone un apocalipsis íntimo en Enemy. Un film que coqueteaba con la ciencia ficción y sus códigos pero que ofrecía, de forma visualmente explícita, como el hundimiento del yo podía repercutir en la imagen del mundo que tenemos alrededor. Un mundo al borde del colapso que se entretejía en laberintos donde la realidad y la ficción se confundían. No en vano la metáfora más formidable del asunto aparecía bajo apariencia arácnida, aterradora, sexual, dominante, omnipresente.

Ana Asensio, paradójicamente, también hace uso de la araña como elemento perturbador en su film debut Most Beautiful Island. La paradoja viene ya no solo por la coincidencia simbólica sino también por un cierto parecido formal, un apego a la cámara extenuante en su seguimiento vital y su asfixia en el recorrido físico de personajes y lugares solo que, en este caso, sirve para alejarse de lo fantástico y sumergirnos en una pesadilla de hiperrealidad.

Y es que el New York retratado dista mucho de ese anuncio turístico gigante al que estamos acostumbrados. La inadaptación del inmigrante, su lucha cotidiana por salir adelante no viene enmarcada por contraste en lo luminoso sino situándolo en el sumidero social, en los márgenes del lumpen de pisos roñosos, trabajos más allá de lo precario, en la pseudo-miseria de la cotidianidad.

Un marco expuesto ante nuestros ojos para que, una vez descritas las condiciones de la pesadilla americana, podamos entender lo necesario de la dilatación en las explicaciones contextuales y hacer así que el horror expuesto en el segundo acto sea un amplificador autoalimentado del horror y que cada fotograma sea la tensa antesala de los más oscuros recónditos de la negrura más retorcida.

Así, pasamos de lo naturalista a un espacio mínimo, desnudo y claustrofóbico. Un no-lugar inimaginable pero palpable. Una especie de palacio de los placeres reservado exclusivamente a aquellos que detentan y hacen evidente su poder sobre los más desfavorecidos. Lo económico, lo sexual y lo depravado se dan la mano de forma casi silenciosa, donde la mirada, entre aburrida y viciosa, de los poderosos contrasta con los cuerpos tensados por el miedo de las víctimas de su juego macabro.

Así asistimos por un lado a un poderoso ejercicio de conversión de la realidad en pesadilla en forma de thriller agobiante que juega al escondite hasta el último momento, revelando solo al final la naturaleza despiadada y sádica de su forma última. No obstante Ana Asensio consigue no dejar que el género lo ocupe todo y al mismo tiempo se quede en ejercicio formal de superficie. En el fondo lo que Most Beautiful Island pretende es crear una parábola donde se denuncie de forma subtextual la lucha subterránea, oculta, que subyace en nuestra sociedad. La batalla de siempre entre el opresor y el oprimido, una ley de la selva con depredadores y presas, de animalidad cruel e inhumana. Una descripción que no deja títere con cabeza y que acaba por fotografiar un panorama desesperanzado, de una negrura tan nihilista como realista.

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