Todo al rojo: Nicolas Winding Refn

«El rojo es el color que se halla ya en acto, ya en potencia en todos los demás colores.»
La psicología del color, Goethe J.W.

Un sucio e hipermusculado Tom Hardy se mueve por un pequeño receptáculo metálico mientras se escuchan los compases de The Electrician, buscando uno de esos dioses desconocidos con los que luchar: es un pico, no llega a cúspide. Pero la incidencia de una luz roja, salvaje, principio de la emanación de sangre por golpes secos y duros, en una ralentizada agonía que desgastaba esa furia es Nicolas Winding Refn. Era Bronson lo que aparecía en pantalla, algo que me hizo correr a preguntar si había más rojo, más violencia en el cine del danés. «Claro, siempre». Esa fue la respuesta. Rompí con apetencias y frustraciones y busqué el color más allá del hombre.

Las manos de Refn están teñidas de rojo.

Only God Forgives

Nicolas Winding Refn tiene la cualidad de trasladar el lenguaje a la pureza de la imagen, desarrollando por encima de las palabras un diálogo con la retina, dando aviso de sus intenciones al encuadrar bajo una luz adecuada, estudiada, a sus personajes para después dejarles actuar bajo ella. En The Neon Demon grita eso de «la belleza no lo es todo, es lo único», una frase que él mismo se aplica desde sus inicios (muy fríos) a la actualidad (tensamente gráfica) en el tratamiento de la imagen que desea mostrar. No es una actitud pictórica, no se ciñe a lo estático —aunque ralentiza la acción hasta pasivizar su estructura—, pero consciente del medio que maneja consigue empequeñecernos con todos los elementos que tiene a su alcance: música e imagen se compenetran en favor de una estética idealizada, sugerente y admirable, siempre imponiendo la dureza del conjunto.

Pero es el color su mayor aliado, lo manipula en cada escena, es capaz de contradecir sus símbolos y lo repite de modo extenuante, forzando a que nuestra mirada se dilate. Expectación. Pleitesía.

Refn aprovecha tanto los tonos cálidos como gélidos para conferir un diálogo entre personajes, algo que sabe aprovechar desde sus inicios, sean luces, decorados o ropa. Desde pequeños detalles a grandes rasgos que calibran (o estallan) la tensión de las imágenes.

Drive

El entorno (y de paso el encuadre) es algo básico con el que comprometer el diálogo. Un juego que funciona entre los personajes de Carey Mulligan y Ryan Gosling, él siempre emplazado en estancias frías, ella con un aura de calidez que la envuelve desde la ropa del trabajo hasta su propio hogar, este choque de mundos convirtió a Refn en el favorito de muchos, pero es quizá la única ocasión en que se permite bajar la guardia en la rudeza hasta tal límite. Incluso tenerles en una misma habitación implicaba separar sus entornos para asegurar la expresión de cada personaje más allá de su forma de actuar.

Pusher I – Pusher III – Bronson – The Neon Demon

Luz o reflejos, diferenciar a la persona del lugar, o establecer el temple de los personajes ante una gran presión para la que no están preparados, así como moverse entre varios tonos para estilizar el cambio de un personaje. El equilibrio lo aporta el círculo cromático a partir de complementarios que implementan las tonalidades frías y cálidas en una misma escena, ya sea por familiaridad o por peligro. Mueve a los personajes por estancias que cambian de color, o les detiene para que las luces sean las que cambien su expresión según la incidencia, apostando por los reflejos como un decorado más (siempre me disgustaron los coches sin ventanillas, las gafas sin cristales, y demás artimañas empleadas ante el terror de una imagen que convierta en secundario al interlocutor).

Drive

Only God Forgives

Drive y Only God Forgives son sus dos grandes baremos ante el público. Cannes le convirtió en «el director de Drive» la película que se eligió como el gran salto a la fama, cuando ya se había lanzado al abismo con su rara avis Valhalla Rising. Si en sus inicios la cámara en mano era su forma de dar ritmo a la historia, con el tiempo templó el movimiento y sucumbió irremediablemente al color. La venganza en su primer encuentro con Gosling, los guantes giallescos, los tintes y la frialdad del amor hicieron que el público esperara un Drive 2 en Only God Forgives, donde supo llevar la violencia a un punto totalmente visual, reverenciado, donde los neones se aliaran, los tonos se apagaran y las siluetas se marcaran sobre escenarios muy estudiados. No hay color sin motivo.

Only God Forgives

Pusher I – Pusher II – Bleeder – Fear X

Valhalla Rising – Bronson – Only God Forgives – The Neon Demon

El rojo es su gran aliado, es el que avisa de peligros, el fuego poderoso, la elegancia y la gravedad de una situación a priori sencilla. No se acomoda ante el concepto que lleva irremediablemente a pensar en violencia ante el rojo, sabiendo que es uno de sus puntos fuertes. Fear X elude mostrarla mediante una infografía de formas acuosas rojas que sustituyen la acción, es su propia absorción del horror condenada al estilo. Una situación incómoda, un local clandestino, un cambio de registro o una llamada de atención. Todo vale para un adecuado rojo que se absorbe ante siluetas negras.

Bleeder

Fear X – Drive

Bronson  – Only God Forgives

Todos los personajes tienen recorridos que transitar con zonas de claro peligro. Presente en Bleeder con el pasillo rojo que separa las estancias de la casa del protagonista, el peligro tiene entrada y salida en Fear X a través del ascensor, elemento que utiliza de nuevo en escenas clave de Drive y Only God Forgives. Si en la primera las salidas siempre son un aviso de alarma, una invitación a la huida de problemas ajenos, en la segunda largos pasillos conciben espacios peligrosos, interminables, donde la luz siempre determina el emplazamiento de Gosling. Bronson, con sus toques caricaturescos es quizá quien mejor combina los espacios cerrados por el tema que trata, y como estados de ánimo va del blanco concebido como locura, el azul carcelario (que emplea para la carnalidad) o el rojo cuando la violencia está en su mayor auge, así como el amor irracional, cada tonalidad refiere un homenaje a todos los adjetivos con los que adornar un color. Valhalla Rising también tiene sus zonas acotadas en un film de exteriores, ya sea por reducir los pasos de Mads Mikkelsen al estar atado o prisionero, ya sea por los avances en un barco que avanza por tinieblas. La naturaleza opresora, siempre con una clara tendencia a la simetría.

Valhalla Rising

Pusher III – Drive – Only God Forgives – Bronson

Es quizá Pusher III la exaltación máxima de la violencia por la crudeza con la que se vive. Sin artificios, sin música, sin respiración. Personajes desgastados por la trilogía que llegan a un punto de saturación y seguridad a un tiempo (todo depende del asesino) que ya ha perdido toda la explosión y espontaneidad. A partir de aquí parece que cada uno de los hombres que crea para sus películas están destinados a meditar sus errores (un instante, quizá) y a cometerlos con las manos manchadas de culpa, aunque no puedan escapar de la acción. Escenas que fuera de contexto son impactantes, pero que su desolador encuadre y con estudiadas selecciones musicales pueden ser aterradoramente bellas.

Bronson – Drive – Fear X – Only God Forgives

Pero más allá de lo explícito están los detalles, esas salpicaduras que quedan tras los actos de violencia, donde no siempre se sitúa a la víctima o al verdugo en un primer plano. Sangre que da un sentido negativo al rojo, sangre sucia, la que se derrama por medio del hombre, con armas, en actos de guerra o vileza. Heridas que traspasan la pantalla.

Pusher III

Valhalla Rising – Only God Forgives – Drive – Pusher

Para ese derramamiento de sangre tan extremo hacen falta objetos que consigan ese efecto. Las armas de fuego son meras visitantes en sus historias y en muchas ocasiones es el mismo hombre el que consigue destruir a golpes sin necesidad de otros medios, pero son flechas, cuchillos, katanas, agujas, bates de béisbol o martillos —Drive no es la primera aparición de una herramienta a la que conferir otras utilidades para las que previamente no está ideada— los elementos que aparecen en pantalla con una única intención: anteceder al dolor que se explicitará un momento para dejar después una consecuencia baldía, pequeña.

Only God Forgives

Only God Forgives

La sangre tiene a través de la mujer el símbolo de pureza. Es la única que se derrama sin violencia, es la que genera vida. Así que en este enclave de testosterona que rodea la filmografía del Nicolas, hay pequeños espacios dibujados exclusivamente para ellas. Los dos primeros fotogramas son esa esencia, si bien las manos son una obsesión para Refn, su introducción hacia el útero como algo instintivo en Only God Forgives, ya sea en la imagen de mártir a la que llega la madre o el prohibido deseo que genera la prostituta, es toda una declaración en la que la violencia intenta ensuciar ese entorno seguro y confortable al que se intenta volver a acceder, un reposo inalcanzable.

Pusher III – Drive – Bronson – The Neon Demon

Así pues da un motivo para que el hombre baje la guardia, como la última celebración de la trilogía Pusher que Pusher cierra con el cumpleaños de la hija para humanizar al capo. Mulligan siempre será la madre coraje que como un corderito afronta un lugar no merecido, un haz de luz en un camino que se desvía. Propenso a dar importancia a lo mínimo, garantiza el color en las uñas de las mujeres como una patente de feminidad, en Bronson rojas como una contraposición de la feminidad ante la falta de tacto del ex-re-convicto. Transgrediendo toda expectativa está ese regalo a la luna, la emanación de sangre más poderosa que ha rodado Refn en toda su carrera, en su último acto, The Neon Demon.

The Neon Demon

El tres es el número asociado al color rojo, ya que según la teoría de Goethe, mediante la exaltación emerge el rojo, el tercero de los colores primarios, el que cierra el triángulo. En todas las religiones la triada o trinidad es el tres en uno, en el cristianismo viene precedido por el hecho que ese símbolo, el triángulo, utiliza sus tres puntas para posicionar sus pilares y siempre mantiene el fuego (amor divino) en la cúspide. En The Neon Demon emplea el triángulo en varias ocasiones ya sea para hablar de pureza, tentación o sumisión. El triángulo forma la matriz en la mujer, representa divinidad y armonía, siempre son tres los factores que apuntan hacia la bondad o hacia la mentira, llegando hasta los tres ternarios del árbol cabalístico de la vida o Sefiroth (deidad, sabiduría e inteligencia en el primero; gracia, juicio y belleza en el segundo; victoria, gloria y fundamento en el último). Sin conocer todo esto, el sistemático parpadeo de neones que juegan entre el azul y el rojo, la posición directa o inversa, nos es suficiente para quedar hipnotizados, sin necesidad de dioses que nos revelen el significado.

Only God Forgives

Pusher II – Drive – Only God Forgives – The Neon Demon

Pero de la pureza al materialismo hay un paso, y la violencia no solo se presenta a golpes, el rojo también tiene ese concepto de pasión que con facilidad se puede precipitar al exceso, y del objeto utilizado para asesinar se nos transporta a cosificar cuerpos. De la prostitución a la moda, pasando por los cientos de cintas eróticas en la habitación roja del videoclub de Bleeder, este fuego es el que caldea sin medias tintas muchas escenas del danés, siempre como un escaparate, posicionándonos como voyeuristas arrepentidos. Ahí fuera, la inocencia no dura demasiado.

Fear X – Valhalla Rising

Los sueños rojos son otra sentencia de estilo. Aunque The Neon Demon parece por momentos tener destellos que anticipan los pasos de Jesse, fue Fear X la primera película donde recurrió a ellos, en ese intento de escapar de una especie de placenta que poco a poco iba dando forma a lo oculto. Sin duda el efecto más contundente se consigue en Valhalla Rising, sueños rojos, sueños de muerte, de sangre, una nueva señal de peligro, esta vez sometida a los primeros religiosos.

The Neon Demon

Ruby. Ella es la consecuencia lógica de todos esos personajes que han vagado por la pantalla: Kim Bodnia, Mads Mikkelsen, Zlatko Buric, John Turturro, Tom Hardy, Ryan Gosling… son los soldados de esta batalla abierta con la imagen que inició en los noventa Nicolas Winding Refn. Ahora el ejército desfila con tacones y la cara pintada en exceso, como un pase de revista militar caminan al ritmo del travelling jóvenes, rubias, etéreas mujeres, las nuevas protagonistas del director en The Neon Demon. Pero una de ellas observa felina desde una esquina. Ruby, que extrae el nombre de un mineral rojo brillante de gran resistencia, es la nueva bestia que acecha sus víctimas con seguridad, calma, pero capaz de estallar su rabia interior. Un nuevo animal para su colección. Aquella a quien realmente te comerías.

The Neon Demon

Bronson

Pusher I – Pusher II – Pusher III – Bleeder

Bronson – Drive – Only God Forgives – Fear X

The Neon Demon

Dicen «el rostro es el reflejo del alma», pero aquí siempre demuestra el éxtasis o la derrota. Cada protagonista ha tenido la posibilidad de mirarse cara a cara con un espejo y contemplar a la persona que no quería ver. Esto nunca elude al rojo, siempre hay lugar para un golpe, unas gotas de sangre con las que acicalar una blanquecina tez. Cada rostro tiene ese espejo y a su vez una pared de decoración recargada que le oprime desde una estancia sin escapatoria —salvo Mads Mikkelsen en ese mundo de vikingos en el que el agua fue reflejo de su alma vacía—. Es esa perdición la que siempre convierte de nuevo en humanos a estas bestias del impulso.

Pusher II

Bronson – Drive

Only God Fogives

Aunque la verdadera perdición para Nicolas Winding Refn, todos lo sabemos, son los puños. Toda la rabia que generan sus personajes queda contenida al cerrar de manera sistemática los puños, y para ello se recrea en bellos planos de manos que abren, cierran y empujan el aire sin una clara intención de golpear. Es ese baile solitario el que tan bien define su cine. Uno donde el rojo es su hogar, su lenguaje y su secreto. Uno donde la sorpresa está tras la reiteración, porque siempre hay un nuevo enfoque con el que tratar un mismo color.

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