Sesión doble: Los pasajeros del tiempo (1979) / Detention (2011)

La sesión doble coge forma a través de los viajes en el tiempo con dos películas alucinantes, como son Los pasajeros del tiempo rodada en 1979 por Nicholas Meyer y con Malcolm McDowell al frente, y Detention (o Castigo sangriento), cinta de género dirigida por Joseph Kahn en 2011. ¿Preparados para viajar?

 

Los pasajeros del tiempo (Nicholas Meyer)

Existe en Internet un meme recurrente asociado al argumento de Breaking Bad y cómo habría sido su desarrollo bajo la misma premisa si, en lugar de ser una serie estadounidense, hubiese sido una producción audiovisual de un país con Seguridad Social o asistencia sanitaria universal. A este tipo de suponer suelen jugar la mayoría de las obras centradas en los viajes en el tiempo, entre el ¿qué pasaría si…? y el ¿qué habría pasado si…? en función del punto inicial de cada historia. Los caminos que se abren, las paradojas que se crean, las preguntas que se quedan en el aire y sin respuesta. Sin embargo, dentro de esta temática, también están las que usan la premisa de los viajes temporales para entretener. Que sea el espectador, si él quiere, quien se cuestione otras opciones o posibilidades, pero sobre todo que lo pase bien.

Este bien podría ser el caso de Los pasajeros del tiempo (1979), la película dirigida por Nicholas Meyer y protagonizada por Malcolm McDowell, David Warner y Mary Steenburgen. En ella, nos encontramos con el famoso escritor H.G. Wells, el inteligente y despiadado Jack el Destripador haciendo de las suyas y una máquina del tiempo que funciona en todas direcciones, llevándonos del Londres victoriano de 1893 al San Francisco discotequero de 1979. Y sí, si jugáramos a preguntarnos lo que habría pasado si, en lugar del desarrollo escrito por Meyer a partir de la idea de Karl Alexander y Steve Hayes, el protagonista de la película hubiese viajado en el tiempo al pasado… pero entonces la película se habría terminado al poco de empezar e, igual que habría pasado con Breaking Bad (cada una en su liga), nos habríamos quedado sin ver una película muy divertida y que huele tanto a su época que a uno le entran ganas hasta de aplaudir a pesar de sus claros defectos, quizás por ir tan a las claras.

Porque en Los pasajeros del tiempo no todo tiene sentido ni rigor, e incluso en otras circunstancias te diría que me sobran las partes más cómicas o las románticas, pero el encanto de esta obra se encuentra en el todo. En el carisma de los personajes, en lo inteligentes que se supone que son (a pesar de no caer en los detalles más básicos en apariencia), en las persecuciones típicas del thriller, en la historia de asesinos en serie, en el ritmo rápido que va dando detalles poco a poco. Incluso en la máquina del tiempo que aparece. Puede que todo se deba a Steenburgen, pues buena parte del interés parece recaer en ella y en lo que creemos saber que pasará. En definitiva, una película tan de su momento y con un ritmo tan trepidante que, a pesar de durar casi dos horas, te hará viajar en el tiempo a 1 segundo por segundo sin que sientas que ha pasado más de una (a lo sumo). Porque si además la ves en inglés, da gusto escuchar lo bien que todos hablan, así uno siente que su nivel es hasta bueno.

Escrito por Alberto Mulas

 

Detention (Joseph Kahn)

Aunque Detention no sea específicamente una película cuyo eje central se centre en los viajes en el tiempo no es menos cierto que es, en si misma, un auténtico ejemplo encapsulado de lo que supone trasladarse a un tiempo pasado. Sí, solo han pasado once años desde que el film de Joseph Kahn se estrenara y, sin embargo, revisitarla supone sumergirse en un mundo que, a pesar de ser plenamente reconocible, ha quedado anclado en una sucesión de tópicos temáticos y en una estética que, a día de hoy, resulta desfasada cuando irritante.

Con ello no queremos decir, en absoluto, que Detention sea una mala película, al contrario. Kahn demuestra (o demostraba) tener un vasto conocimiento de lo que en su momento podía funcionar y lo mezcla hábilmente con toques meta y un sarcasmo ciertamente potente en lo que hace referencia a temas tan candentes actualmente como la nostalgia, la visita a lugares temporales que solo conocemos de prestado a través de campañas de marketing. También hay espacio para la mirada desencantada hacia el ecosistema ‹high-school›, mostrando que los años no varían los fenotipos, y también articular un discurso al respecto de la industria cinematográfica, el género de terror con sus tropos metacinematográficos ya absolutamente banalizados y de cómo la piratería influye en todo ello.

Una amalgama de temas que podrían resultar frescos y de actualidad pero que se ven lastrados por la estética videoclipera del director, por unos chistes y comentarios que no sobreviven a su contexto temporal. Sin embargo, el principal problema de Detention no es tanto esto (algunas ocurrencias siguen siendo divertidas) sino la incapacidad del director en poner el foco en alguno de estos temas. La cinta da la impresión de ser el producto de alguien con muchas cosas que decir, con olfato para la ironía, pero que construye todo su argumentario a base de ocurrencias y dispersión.

Quizás sea este último concepto algo muy acorde con su tiempo, pero resulta ciertamente desconcertante (y a veces enervante) no saber en ningún momento si estamos ante un ‹slasher› con comentario de fondo, una comedia negra con toques de terror o directamente una tomadura de pelo más o menos graciosa que se mueve en los altibajos del acierto en el gag y los bostezos de la iteración sin sentido entre chistes de Facebook, Chat Roulette y veganismo. Lo que si queda claro es que, como decíamos al principio, estamos ante una película hija de su tiempo y que podría ser fácilmente identificable como manifiesto inaugural de la generación smartphone.

Detention pues, es un producto que no ha aguantado el paso del tiempo, que se puede ver e incluso disfrutar casi como un estudio antropológico de la juventud en la década de los 2010 y, ya de paso, de como el cine se encargaba de mostrarlo. Una tradición nada nueva que podría remontarse a operaciones de “remember when” tipo American Graffiti. En este sentido no hay nada que reprochar a Joseph Kahn pero, si acaso, lo que da más miedo de todo, es comprobar in situ cómo Detention es el paradigma de la velocidad devoradora de estos días, de cómo las modas, la estética, el lenguaje se convierte en momento puntual para acabar siendo ignorado, denostado y, finalmente, regurgitado, en un bucle que no parece tener fin.

Escrito por Àlex P. Lascort

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