Los años de Super 8 (Annie Ernaux, David Ernaux-Briot)

El ser humano ha dejado de producir arte para convertirse en una auténtica obra de arte. La vida como obra artística es una descripción fantástica de Annie Ernaux, quien ha sabido vivir dos existencias en paralelo. De un modo u otro, ha sido el granito y la escultora, la protagonista y la directora. Ha vivido al máximo y, aunque ahora se encuentra al final del camino, su mirada es imborrable. Este documental producido, guionizado y relatado por una anciana Ernaux y representado por su divino tesoro, su juventud, es una verdadera oda a la teatralidad de la vida, a la deliberación y reflexión. Por todo esto, mi crítica se centrará en dos latidos: un breve análisis formal del largometraje y un estudio filosófico posterior, en clave íntima.

La obra está rodada a través de las memorias familiares filmadas entre 1972 y 1981. La película se centra, sobre todo, en la nostalgia. En el ocaso de su vida, Ernaux tiende la vista hacia atrás de forma análoga al ángel de la historia: empujada hacia el futuro, mas con la mirada puesta a unos años que jamás olvidará. De hecho, el estado de la cinta recuerda a la famosa música Lo-fi, popularizada recientemente. La baja calidad es análoga a la memoria, imperfecta pero enriquecedora. Tras ganar el Premio Nobel de Literatura que consagra una vida vivida y escrita (cabe recordar que la obra de Ernaux es autobiográfica), recibe uno de los reconocimientos más importantes. Este documental, como bien introduce la autora, realmente capta su mundo.

Personalmente, esta obra ha sido como encontrar una aguja en un pajar. La autora repite constantemente la importancia de la lentitud, de la pausa y la calma. De un modo u otro, en su trabajo encontramos leves reminiscencias del filósofo H.D. Thoreau, quien un siglo antes ya había reivindicado una vida deliberada, en la cual supiéramos qué hacer con nuestro tiempo, alejados de la contaminación y los pollos alimentados con hormonas, como bien narra Ernaux. Una vida en contacto con la Naturaleza, en mayúsculas. Una vida dispuesta a lo elemental, cuyos problemas se reduzcan a los mínimos. Este modo de ser en el mundo es peculiar: al igual que Ernaux, todos sentimos nostalgia sin haberlo vivido, mas pocos son los atrevidos que lo ejecutan más allá del veraneo. Como la mayoría de los críticos concluyen, esta es una película sosegada, calmada. En palabras de la directora: «Una lentitud que habíamos olvidado lejos de la zozobra de la vida urbana».

Es importante destacar que el documental es realmente valioso por las aportaciones maduras que hace una Ernaux anciana a su yo del pasado. Es, a todas luces, un eco del futuro pasado. La idea es brillante y la realización conmueve hasta al espectador más rudo. A través de la vida familiar y aventurera de unos tiempos realmente valiosos para la exploración, Ernaux nos lleva a la gran pantalla una obra para todos y para nadie, donde el sabor final nos empuja a probar la vida más allá de los parajes desfigurados por el cemento. Ahora hace falta dar el paso.

Podéis ver Los años de Super 8 en Filmin:

https://www.filmin.es/pelicula/los-anos-de-super-8

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