Entrevista a Éric Besnard, director de Pastel de pera con lavanda

El encuentro con Éric Besnard se produjo en una tarde soleada de mediados del mes de julio, en el Institut Français de Madrid. El día comenzó triste por las noticias acerca de las muertes sucedidas en Niza la noche anterior. De hecho fue cancelado el preestreno que se iba a realizar esa misma noche en el cine de verano del instituto. A pesar de las circunstancias, el guionista y director francés nos esperaba junto a su intérprete con buen ánimo para llevar a cabo esta entrevista.

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Partiendo del título original Le goût des merveilles que es muy sugerente para la imagen que proyecta luego la película, ¿qué opina del cambio por Pastel de pera con lavanda en España?

Éric Besnard: Los títulos en el extranjero yo no los elijo. El gusto de las maravillas (Le goût des merveilles) trata sobre la capacidad de empezar a maravillarse por lo natural, la naturaleza. Es el mismo título con el que se estrenó también en Alemania y allí funcionó de maravilla. A partir de ahí creo que han querido seguir esa línea del título y me parece muy bien. Pero quiero recalcar que el título trata sobre ese hecho de poder maravillarse de las cosas.

¿Sobre todo desde el punto de vista de Pierre?

Éric Besnard: Sí, pero el punto de vista de Pierre no está lejos de lo que es el punto de vista del realizador.

El problema es que aquí, en España, necesitamos títulos más concretos a veces. Por ejemplo, recientemente se tradujo L´hermine como El juez.

Éric Besnard: Claro, por supuesto.

Da la sensación de que ha utilizado efectos especiales en determinadas secuencias.

Éric Besnard: Muy pocos ¿Por ejemplo en cuáles?

Aparte de la luna llena que parece un efecto más fotográfico, también por la bandada de pájaros que vuelan.

Éric Besnard: Sí, eso sí.

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O los campos de lavanda, lo que es el color.

Éric Besnard: No, en ese caso fue por el proceso de etalonaje, donde hay un poco más de saturación de color se polarizó la imagen, se le dio ese efecto de verlo casi con los cristales tintados a través unas gafas de sol.

De todas formas lo quería indicar porque se ve que es para realzar la belleza, pero tampoco queda artificioso.

Éric Besnard: Bueno, cuando se rueda no se tiene la capacidad de conseguir la luz que se quiere y se necesita sublimar un poco después parte de lo rodado.

¿Hay una “amenaza” o alguna propuesta de hacer una versión americana de la película?

Éric Besnard: Que yo sepa, de momento no. No me han hablado del asunto de un remake, no es el caso todavía. No me molestaría, no me molesta el concepto de remake. No seré yo quien lo haga, pero me parece que tiene un tema lo suficientemente universal para que atraiga y se haga.

Sobre todo es universal a partir del cuento de hadas que propone.

Éric Besnard: Yo creo que no es un cuento de hadas. Sería un cuento de hadas si se casaran o abrazaran al final. Lo que sí sé es que se trata de dos personas que estaban encerradas en su soledad y se acercan una a la otra. A partir de ahí podéis modelar vuestro propio cuento de hadas.

Aunque ese juego con la imagen de los puntos desenfocados del principio…

Éric Besnard: Lo que apuntas es cierto, la película es un poco como esos dos puntos redondos que se unen. Pero al mismo tiempo todo tiene que ver con esa relación que tienen con la naturaleza, es decir, que en vez de intentar dominarla, intentan formar parte de ella. Y eso es lo que encierra el juego de unir los puntos.

Quería saber si ha aligerado el humor de la película. Hay momentos en que parece que quiere arrancar, subir el nivel de humor pero se contiene y al final todo queda con un tono amable.

Éric Besnard: Sí, es una observación muy justa. Es cierto que si hay un personaje como Pierre, que dice constantemente la verdad, que es incapaz de mentir, cada escena puede prestarse a algo burlesco, cómico. Y entonces yo quería que eso fuera más una historia de relación entre dos personas. Claro, que la primera versión del guión era mucho más cómica, es verdad, pero quería que hubiera lugar para el crecimiento de las emociones. Y esto no se iba a producir con risas permanentes.

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¿Tiene proyectos confesables actualmente, como director o como guionista?

Éric Besnard: Voy a diferenciar las dos facetas. Como guionista he escrito films muy diferentes, a veces grandes películas más comerciales, otras no tanto. Entonces hay un proyecto sobre Vidocq, que era el jefe de policía durante el gobierno de Napoleón, que no tiene nada que ver con el film del año 2001. He escrito otra película que explora el vínculo entre Arsène Lupin y su autor, Maurice Leblanc, explorando el nivel de celos que podría tener el propio autor acerca de su personaje. También una película de aventuras sobre la ocupación de Mexico por el ejército francés en el siglo diecinueve, el año 1870. Y además una comedia ambientada en Dubai, esos son trabajos como guionista. Como realizador tengo un proyecto sobre los microcréditos en la India. Una historia sobre fantasmas, pero que son fantasmas amables. Y otra película que debería empezar a rodarse dentro de quince días, una coproducción con España que se llama Petit homme, o sea, Hombrecillo, que es la historia de un niño de nueve años que está siendo criado y educado por dos mujeres, ambientada en 1944 durante la posguerra española. Tenía que rodarse pero hubo problemas con el presupuesto y se aplazó el rodaje que debería haber comenzado el uno de agosto.

Como nuestra web se llama Cine maldito, queríamos conocer alguna película maldita que le guste.

Éric Besnard: Pero maldita por ser…

Poco conocida, no muy bien valorada o incluso comerciales pero olvidadas.

Éric Besnard: No sé, se me ocurre una que acabo de ver. Se llama The witch, o sea, La bruja. Es la primera película de su director, una historia de brujas, americana, en el siglo XVII. Pero como film maldito que adoro de verdad está La puerta del cielo de Michael Cimino, que es maldita porque arruinó a un estudio (la United Artists) y que me parece una película excepcional.

Por último, aunque suene un poco a elogio, se nota un buen trabajo de director en relación con los distintos departamentos técnicos: los de atrezzo, el de sonido. Un trabajo invisible que se aprecia en pantalla.

Éric Besnard: Gracias, porque si hago cine, desde la escritura, cada vez soy más sensible a todos los aspectos del lenguaje cinematográfico con todos los otros departamentos, porque si no podría quedarme en mi casa ya que lo mío es escribir. Entonces cada vez trato de cuidar más todos los aspectos audiovisuales, no solo los del guión. Me alegro de que se aprecie en las películas.

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