Amor (Károly Makk)

Dentro de la labor de rescate del olvido más absoluto que tratamos de desempeñar desde la web, vamos a reseñar a continuación una de esas joyas del cine europeo de los setenta que para mí ha supuesto uno de los más fascinantes descubrimientos de los últimos años. Estoy hablando de Amor, película húngara galardonada con el gran premio del jurado en el Festival de Cannes de 1971 y que para un servidor es una de las mejores muestras de ese cine intimista de puro autor, pausado en su silencio y por tanto alejado de toda muestra de ostentación y espectacularidad impostada, que plagó el ambiente cinematográfico del viejo continente en las décadas de los sesenta y setenta. La cinta fue dirigida por el cineasta magiar Károly Makk, uno de esos autores que llenaban las salas de los festivales más prestigiosos, fundamentalmente el de Cannes donde era un invitado asiduo, y que debido a la nula promoción de la que gozan los cineastas que desempeñaron su labor en los países situados más allá del Telón de Acero, actualmente es un nombre totalmente olvidado del recuerdo de la mayor parte de los cinéfilos.

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¿De qué va Amor? En primer lugar indicaré que la mejor forma de disfrutar de esta obra de arte es desde el total desconocimiento. Por ello no voy a adentrarme en demasía en describir de manera pormenorizada la trama del film. Básicamente Amor es un poema hecho imágenes que versa sobre el vacío existencial que el paso del tiempo, la monotonía y la carencia de libertad política se encargan de impregnar en nuestras débiles mentes. Por ello la mejor forma de describir el cosmos de Amor es equiparar su arte con el cine del maestro Michelangelo Antonioni, puesto que la cinta húngara sigue los paradigmas marcados por el genio italiano a la hora de bosquejar a través del silencio, la depresión y las miradas ausentes plagadas de desencanto, esa crisis determinada por la ausencia de sentido de la vida ante un panorama oscuro, asfixiante y depresivo que no deja lugar para la aparición de la esperanza.

Del mismo modo, lejos de pertenecer al universo de la escuela de cine húngara, es decir, aquella caracterizada por el abuso del plano secuencia, la falta de linealidad argumental y la total ausencia de diálogos que vertebren la trama, Amor sigue la línea abierta por la Nueva ola checoslovaca en el sentido de denunciar el desamparo vital desde una óptica rupturista con los patrones clásicos de montaje y puesta en escena. Es más, si desconociésemos la procedencia nacional del film, estoy seguro que una mayoría de los espectadores creerían que habían visto una cinta checoslovaca tras la culminación de la misma, dado que en el cosmos vertido en Amor son fácilmente localizables los mandamientos instaurados en obras clave de la corriente europea como por ejemplo The sun in a net, Carriage to Vienna, Zert, 322 o Los amores de una rubia.

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La manera de narrar a través de impactos subliminales que mezclan fotografías pretéritas de viejos líderes junto a escenas filmadas en flashback por medio de la memorización onírica de los intérpretes, a lo que se unen pequeños relámpagos que esbozan representaciones vitales que en principio nada tienen que ver con lo descrito por el narrador, supone toda una innovación visual más propia de la escuela checoslovaca. A pesar del tono triste y trágico de la fábula, he de decir que la cinta goza de una sensibilidad supina que desprende amor, sacrificio y piedad por los poros de la piel, es decir, verdad existencial hecha a veinticuatro fotogramas por segundo. De igual modo hay que advertir a quien se atreva a experimentar las bellas sensaciones que el film hará brotar, que no se encontrará con una película fácil. La apuesta artística de Makk se fundamenta en el silencio, la desconexión argumental y en la frialdad pasional elevada a la enésima potencia. La cinta es una obra áspera y gélida que opta por perfilar a los personajes desde un punto de vista tibio carente de pasiones vernáculas (tanto sexuales como las más privadas intimidades de los actores, las cuales se ocultan bajo la coraza del desafecto más profundo). Y este desafío propuesto por Makk se convierte en magistral gracias al virtuosismo manifestado por el cineasta húngaro, de modo que lejos de caer en las fauces del cine pretencioso y vacío la cinta acaba transformándose en una oda espiritual que representa a la perfección los misterios que tejen la crónica de una vida.

En la esencia de Amor se nota la influencia literaria en la que se basa, puesto que la película es una adaptación de dos obras de carácter autobiográfico del escritor húngaro Tibor Dery, autor encarcelado en los años cincuenta (época en la que se ambienta la cinta) por su ideología política crítica con el Régimen Comunista que gobernaba el país centro-europeo. La película narra la conmovedora historia de Luca, una joven profesora de física en un instituto que acude cada mañana a visitar a su anciana suegra, una octogenaria de salud muy débil que la mantiene postrada en cama a la espera de una muerte casi anunciada. Luca y su suegra son dos mujeres radicalmente opuestas en su concepción de la vida así como en sus prioridades y anhelos. Sin embargo, hay un nexo que une a ambas: su amor inquebrantable hacia Janos, marido e hijo para una y otra, el cual se halla retenido en una prisión húngara por sus pensamientos políticos sin que exista una esperanza clara de que vaya a ser liberado en un breve espacio de tiempo. Este hecho es ocultado por Luca a su suegra, la cual cree que su hijo se encuentra en los Estados Unidos rodando una película para un gran estudio de Hollywood. Para enmascarar esto, Luca se encargará de escribir una carta supuestamente redactada por Janos dirigida a su madre, de modo que a través de la lectura de este documento ideado por la joven, la anciana rememorará el amor que siente hacia su hijo, recordando experiencias acontecidas en su loca y desprendida juventud, época en la cual no existía el distanciamiento que se produjo en el momento en que Janos se casó con su nuera, una joven que no pertenecía a la clase social adinerada de la familia, hecho que alejó a la enferma viejecita del calor fraternal de su hijo.

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La película es una auténtica maravilla no sólo visual sino sensitiva gracias al poderoso vestido visual con el que Makk engalana su obra. El film hace gala de un ácido sentido crítico en contra de los mecanismos coercitivos que devoran la libertad individual en un Régimen opresor y decadente. Sin embargo, esta cápsula de denuncia social termina desvaneciéndose en favor de la bellísima metáfora a favor del amor en todos los sentidos. Ya que la obra se fundamenta especialmente en la relación que se establece entre Luca y su suegra, dos mujeres que aparentemente nada tienen que ver entre sí y que chocan en su afecto mutuo, pero que acabarán sucumbiendo en las redes del amor mutuo y verdadero a través de la esperanza de reencuentro con el amor que las une, esta es, la de Janos, una figura que no aparecerá de forma explícita en pantalla hasta los últimos minutos del film para dar sentido a toda la epopeya. Porque la película es primordialmente uno de los más bellos cuentos centrados en ese concepto tan misterioso y abstracto que es el amor. Por medio de los recuerdos de juventud que la anciana madre relata a su nuera, el amor ausente entre ambas mujeres va empapando cada esquina de la habitación que aprisiona a la enferma. Poco a poco, la desconfianza y la rutina se transformará en afecto y devoción para culminar en el más bonito de los sentimientos humanos: amor y sacrificio que sirven para compensar el dolor motivado por la ausencia del ser más querido. Las dificultades por las que atravesará Luca (desconfianza social que culmina con el despido de su puesto de profesora con los consiguientes problemas económicos que ello supone) serán menos duras gracias al bálsamo que para Luca supondrá escuchar a su suegra relatar su frívola y burguesa vida, plena de lujos, caprichos y riquezas, si bien carente de amor verdadero. Y del mismo modo, la afligida madre desesperada por hallar el perdón de un hijo al que no comprendió en el pasado, hallará un reparador nicho en el que descansar sus últimos instantes de vida en la cálida presencia de su enemiga en la lucha por el amor de su hijo, de modo que la tristeza de la doliente anciana será menos hiriente gracias a la mano protectora de Luca.

En pocas películas se ha retratado de una manera tan inteligente, honesta y preciosa el amor y sus circunstancias a través de un bello y tierno cuento real en el que la ausencia de felicidad y la depresión que supone la carencia de libertad son reconfortados por el amor en su concepto más amplio. A pesar del carácter oscuro y sombrío de la trama, la cinta emana una emotividad cautivadora lo cual la convierte en una experiencia inolvidable. Con un halo romántico sublime, la obra igualmente confronta el pasado noble, despreocupado y adinerado de la nobleza húngara con los sufrimientos de la clase media e intelectual en el presente, siendo pues una obra plagada de simbolismo poético. Sin duda, Amor es una película sorprendente y cautivadora, apta tanto para corazones románticos como para espectadores que buscan un cine diferente al centrado en el puro entretenimiento.

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