About a Girl (Mark Monheim)

Charleen es fan de Kurt Cobain, Jimi Hendrix, Amy Winehouse, Jim Morrison y demás músicos de renombre que fallecieron en extrañas circunstancias. Su padre se marchó cuando ella era todavía muy pequeña y sólo le dejó una guitarra como legado. Su mejor amiga Isa está más preocupada del tamaño de su pecho que de desarrollar una conversación seria, lo que además provoca que todas las miradas de sus compañeros de clase vayan dirigidas a ella y ninguna a Charleen. Con todo, nuestra protagonista decide que ha llegado el momento de poner fin a su vida. Pero la cosa no sale bien y las circunstancias le depararán una segunda oportunidad. Eso sí, para no volver a caer en el lado oscuro necesitará darle un giro de 180 grados a su personalidad.

About a Girl, filme de Mark Monheim, que debuta en el terreno del largometraje, intenta analizar desde una óptica buenrollista la vida de una adolescente cualquiera, que no puede prever «los granos, los chicos o la crisis económica» tal y como ella misma cita en un pasaje de la obra. Charleen es de carácter introvertido y, paradójicamente, gracias a ello resulta extremadamente sencillo empatizar con su personaje. No se nos ofrecen mayores condicionantes que los mencionados en el primer párrafo, pero realmente nada más es necesario; en 20 minutos, conocemos a Charleen de la misma manera o mejor que si fuera nuestra amiga en la vida real.

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Queda claro desde el primer momento lo que Monheim quiere contar. No hay lugar para sorpresas desde un punto de vista técnico, ya que la narración se limita a poner la cámara en su sitio e introducir temazos musicales para reforzar algún pasaje decisivo en las vivencias de los personajes. Toda la carne la coloca en el asador del guión a través de la evolución que van experimentando cada uno de los hombres y mujeres, jóvenes o adultos, que pueblan los 104 minutos de cinta. Y ahí reside la grandeza de About a Girl, ya que no hay un solo personaje que pudiéramos calificar como evitable. Charleen es quien lleva el peso emotivo de la obra, pero por sí sola, y pese a la sensacional interpretación de Jasna Fritzi Bauer (que por momentos se asemeja a una Ellen Page con gestos de Chloë Grace Moretz), no habría elevado la película a un nivel notable. Porque Monheim también nos cuenta la historia de la madre, Sabine, sobre cómo tuvo que cuidar a su hija por sí sola tras haber sido víctima de los vaivenes del amor; de Volker, el novio de ésta y profesor de Charleen, un hombre aburrido y casi ridículo; de Linus, empollón de la clase y que de manera sorprendente cruza su camino con el de nuestra protagonista; e incluso de Jeff, padre de Charleen, pese a que su personaje es el más previsible del conjunto. A partir de ahí, secundarios como el terapeuta o la abuela no hacen sino reforzar la trama con certeras dosis de humor y alguna que otra teoría de vida que en ningún momento se pasa de ñoña.

Muchos hablan de About a Girl como un filme juvenil, en el sentido de que su sencilla realización y los temas que trata van acorde al gusto de una determinada franja de edad. Tras visionar la película, queda claro que una cosa no tiene porque entorpecer a la otra: lo que trata de transmitir esta cinta no entiende de edad o sexo, ya que se trata de mensajes de muy amplio calado (principalmente el aceptarse a uno mismo y aceptar a los demás, familiares incluidos). Lo que es meritorio es que éstos se transmiten desde una atmósfera muy intimista y que hace que el ejercicio de ver la ópera prima de Monheim se torne en algo tan agradable como, a veces, emocionante.

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Por ponerle un pero, diríamos que About a Girl abusa demasiado de ciertas escenas repetitivas, que casi siempre tienen que ver con lo que pasa por la mente de Charleen. La Tocata y fuga en re menor de Bach ilustra cómo la joven se imagina el suicidio de varias de las personas que le rodean, una situación que impresiona la primera vez pero que acaba saturando. En cualquier caso, un pequeñísimo desliz para un trabajo realmente conseguido por parte de Monheim, con importantes influencias del indie norteamericano y que gustará a todos aquellos que no se tomen el término buenrollista como algo peyorativo, en tanto que el director germano no pretende dar aquí gato por liebre, sino que cuenta lo que quiere contar desde una óptica alejada de trascendentalismos, resultando agradable sin llegar a la complacencia.

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