«Quiero dar una visión del mundo que sólo puede surgir al no perseguir ningún tema en particular, al abstenerse de dictar juicio, proceder sin objetivo.»
Michael Glawogger
Michael Glawogger decidió embarcarse en este proyecto de documental experimental en el año 2013. Su intención era rodar durante 12 meses sus viajes por diferentes países, centrando la mirada en el movimiento, buscaba realizar una película, que nunca se detuviera, un constante desplazamiento sin mapa ni camino. Pero por desgracia a los 4 meses de comenzar a rodar Michael Glawogger muere de malaria. Con el tiempo Monika Willi, que era la montadora inicial del proyecto, decide terminarlo por petición expresa de la familia. Con el material filmado y los cuadernos escritos por el director durante los viajes, comienza a montar la película “Sin título” que quería Michael Glawogger, aunque nunca podremos saber, si este era el resultado final que él buscaba.
Una película que nunca duerme, llena de vida de un lado para otro, registrando retazos de experiencias. El resultado final de la película es un viaje hipnótico por África occidental y septentrional, Balcanes e Italia. Impresionantes imágenes que consiguen guiar la mirada del espectador por la pantalla desde el primer minuto con miles de pájaros surcando el cielo. Michael Glawogger es una presencia constante en la película, como la de un fantasma que reflexiona sobre lo que ve. ¿Cómo sería una segunda Arca de Noé en este momento? ¿Nos hemos convertido en una fábrica de basura? En un tono poético el espectador es sumergido en los pensamientos de un director que busca realizar una nueva película Untitled (Sin título).
Sin embargo, su composición visual y sonora cargada de belleza, me hace replantearme cual es el objetivo de estas imágenes, cual es la verdad que estas ocultan. El resultado final me hace pensar en la porno-miseria. La mirada de un equipo europeo, que viaja por África en busca de imágenes de sorprendentes, que reflejan la miseria de un pueblo. Desde la observación y la distancia vemos como estas personas luchan por sobrevivir, nunca los escuchamos, no profundizamos en sus vidas, ni en la situación de su país. Solo observamos desde la distancia, en un festival de cine lleno de aplausos y risas. Es imposible no replantearse que muchas de esas imágenes ya se han visto antes, ya hemos observado África en muchas ocasiones desde la mirada de Europa, tanto es así que ya esas imágenes se han banalizado, no tienen ninguna fuerza. No incomodan, sino que son “bellas”. Son gratamente consumidas en los festivales, sin que esto moleste o genere algún tipo de reflexión profunda. Pero es posible que esta no fuera —o sí— la intención de Michael Glawogger, por lo que solo podemos tomar esta obra como el borrador de la libreta, de un director Europeo que quería hacer una película con sus viajes por África.