Sitges 2014: Análisis de la SO y Top 10

Analizar la Sección Oficial de un certamen, sea cual sea, se antoja una tarea ciertamente complicada, en especial si tenemos en cuenta que en ella no tiene porqué haber un tono homogéneo, aunque en un festival como Sitges siempre se dé por sentada una temática que, a la postre, termina por ser relegada a un tercer o cuarto plano debido a la poca inclusión de cintas de esa temática en el line up (ya no digamos en SO).

The-Babadook-3

De este modo, y si no nos ceñimos a lo conjuntada que es (aunque quizá debería) la Sección Oficial de un festival como Sitges, uno termina poniendo las miras en otros asuntos, como el hecho de que el certamen celebrado en la costa catalana continúe sirviendo como escaparate de un cine que en otros lugares tendría muchas menos posibilidades —aunque este año ello contraste con la ilógica decisión en la entrega de premios, otorgando el máximo galardón a un título que, como ya comentaba ayer, está afincado en unas formas mucho más comercializables, por así decirlo—. Y quizá es ahí donde vuelve a acontecer uno de los grandes aciertos de la recién finiquitada edición, pues más allá de si películas como The Babadook o The Guest ya venían espoleadas por un buen puñado de loas debido a los festivales por los que habían pasado, nos encontramos de nuevo ante una plataforma reivindicativa que además ha sabido fijar sus miras en otras propuestas como la magnífica It Follows, el nuevo trabajo de Fabrice Du Welz con Alleluia, la ópera prima dirigida por la mujer de Ulrich Seidl, Goodnight Mommy, lo nuevo del tándem Moorhead/Benson con Spring o la belga Cub y la iraní A Girl Walks Home Alone Tonight, que resulten mejores o peores, ponen en relieve una tendencia que jamás debería perderse en Sitges.

Con sus contrastados errores, pues, como que formen parte de la SO películas más que estrenadas en otros paises como How I Live Now o R100, y quizá dejando de lado cintas puramente de género como Aux yeux des vivants u Oculus, entre otras, no deja de ser un acierto ver cómo se renueva esta inclinación y además converge con una propensión por realzar el cine de género patrio, aportando cintas como Musarañas, Pos Eso o La distancia —aceptando sus fallos—, e incluso esa vena emergente latinoamericana que ha dejado obras como Dios local o El día trajo la oscuridad.

La distancia

De esperar era que el cine asiático tuviese su lugar y, a sabiendas de que cintas como That Demon Within o The Midnight After llegaban teniendo canales alternativos, no hay que olvidar la importancia de nombres como los de Tetsuya Nakashima o Takashi Miike, que además han llegado con trabajos arriesgados que acentúan otra de las características del certamen catalán, y ponen de manifiesto que el cine oriental no siempre está en Sitges por mera predilección, lo está también porque puede continuar aportando en un grado mucho mayor del que podría asumir uno tras tantos años.

El cine europeo y el australiano han vuelto a ser complemento —eso sí, no sin algún que otro premio, como los ganados por la «aussie» The Babadook— de una SO cuyo mayor error, amen de incluir ciertos títulos que, más allá de su calidad —eso no lo discutimos, cada cual tendrá su opinión—, no deberían tener cabida, ha sido el chapucero cambio de última hora para incluir cintas como Maps to the Stars o Adieu au langage, que si bien otorgan un cierto caché, empantanan un poco la labor, sobre todo si pensamos en con qué cara se habrán quedado los autores de los dos films descartados en su lugar.

El balance no puede ser sino positivo, y ello lo demuestra acabar calibrando su calidad en un top 10 (que extenderé a otras secciones) que ha dejado de todo, pero constata que buen cine no ha faltado ni mucho menos. Así que con él nos despedimos hasta la próxima edición, que esperemos siga manteniendo algunos de sus aciertos y restando fallos indignos de un festival como el que nos ocupa.

10.- A Girl Walks Home Alone at Night (Ana Lily Amirpour)

Mucha polémica fue la que desató el debut de la iraní Ana Lily Amirpour, sobre todo por el hecho de buscar aunar referencias variadas en una película cuyas pretensiones no han terminado de encajar, pero cuyo contenido, llevándonos a un pueblo maldito para desarrollar la sempiterna historia de soledad sin necesidad de apuntalar ese concepto, no deja de ser loable y realmente prometedor. A seguir.

Realité

9.- Realité (Quentin Dupieux)

Lo del galo empieza a no tener nombre. Y no, no les hablo precisamente de la calidad intrínseca de unas propuestas que difícilmente resisten todo su metraje con la entereza que uno desearía, sino del modo de reformular y conceptualizar un universo que en este nuevo título mezcla realidad, ficción y sueños para componer uno de los frescos más estimulantes y salvajes del autor. Sencillamente impagable.

8.- Under the Skin (Jonathan Glazer)

Glazer demuestra con su nueva obra que tener a una actriz de la talla de Scarlett Johansson con el compromiso que ha demostrado la neoyorquina no lo es todo. Así, y tras un primer tramo atmosférico, de esos donde la búsqueda de un tono es el principal argumento, Under the Skin termina desnudando (literalmente) la esencia de su cine en un último acto sencillamente fabuloso. Irrepetible.

7.- The Babadook (Jennifer Kent)

Con un debut que no parece tal cosa, Jennifer Kent hace aparición en la escena del cine de género. Si el panorama del cine australiano estaba dando muestras de que algo había cambiado en el país oceánico, películas como las de Kent reafirman esa situación a través de atmósfera, madurez y una de esas óperas primas que valen su peso en oro, ni más ni menos.

Electric Boogaloo

6.- Electric Boogaloo (Mark Hartley)

Después de su desastre en el terreno de la ficción con un remake de Patrick insostenible, Mark Hartley —que ha llegado a declarar que él quiere hacer ficción— regresa al documental, ámbito en el que mejor se ha manejado, para aportar su particular visión sobre la Cannon Films. Desmitificadora, divertida y emotiva a partes iguales, el australiano ha vuelto a realizar un magnífico documental.

5.- In Order of Disappearance (Hans Petter Moland)

Más de uno la comparará con Fargo. Craso error. No porque In Order of Disappearance no transite un mismo terreno tanto en los parajes nevados que la conforman como en el modo de confeccionar un humor negro imperdible, más bien porque Petter Moland sabe ir mucho más allá y tejer una cinta fantasmagórica, que trasciende y cobra entidad propia de un modo tan rotundo como inesperado.

4.- Relatos Salvajes (Damián Schzifrón)

Si después de una buddy movie más bien blandita aunque de cierto aire renovador, algún camino a transitar por Schzifrón podía ser idóneo, ese es el que concurre principalmente en Relatos Salvajes. Un prólogo y cinco historias independientes conforman una de las mejores comedias argentinas del año, con momentos impagables y un sentido del «timing» brutal.

Alleluia

3.- Alleluia (Fabrice Du Welz)

Si Fabrice Du Welz puso toda la carne sobre el asador con su anterior film, en Alleluia busca caminos colindantes que lo lleven a continuar regenerando esas atmósferas que el belga sabe urdir como nadie en un relato donde, curiosamente, no son las protagonistas. Sí lo son una Lola Dueñas fuera de sí y un Laurent Lucas excepcional en un título que sigue haciendo crecer la figura de Du Welz a pasos agigantados. Ojo, por cierto, al número musical que incluye en ella.

2.- The Guest (Adam Wingard)

Que en mitad de un certamen como Sitges aparezca un tipo como Wingard es sencillamente impagable. No porque la calidad del festival lo requiera, sino porque un tipo tan seguro de sí mismo, tan sólido narrativamente y tan estimulante a nivel visual sólo puede significar algo: invitar al espectador a sentarse y disfrutar como un loco. No hay más. Bueno, sí, la actuación de un Dan Stevens de órdago.

1.- It Follows (David Robert Mitchell)

Simple. Así es como hace David Robert Mitchell lo difícil en su segundo largometraje, donde una premisa que en ningunas manos habría dado tanto de sí y una dirección que minimiza esfuerzos logra la que es sin duda la cinta más terrorífica de los últimos años. Le resta un error de medida en una de sus secuencias finales, pero It Follows les invita a pasar… y aterrarse.

It Follows

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