Nostalgia (Mario Martone)

«El conocimiento está en la nostalgia
Quien no se ha perdido, no lo tiene»
Nostalgia

La sabiduría popular nos cuenta que solo hay que volver a tu antigua casa para saber lo mucho que has cambiado. Nuestra identidad se basa en el cambio, y este es lento y constante. Por eso, el volver a un lugar conocido nos hace abrir los ojos ante el gran cambio que hemos realizado. De un modo u otro, volver a nuestro hogar es siempre volver a nuestro antiguo yo desde una posición privilegiada. Y, normalmente, nos encontramos con monstruos. El largometraje de Mario Martone, propuesta italiana a los Óscar, nos introduce en tercera persona en uno de esos momentos. Felice, el protagonista, tras cuarenta años de largo letargo haciendo dinero en su nueva vida en El Cairo, vuelve a su casa en Nápoles. Allá quiere restablecer los lazos perdidos con su madre y contactar con algunos viejos amigos para volver con su mujer a su nueva casa en Egipto lo antes posible.

Sin embargo, todo cambia al tocar el timbre del apartamento de su madre. Hace unos cuantos años que en ese mismo lugar vive una familia. Ella, sin embargo, reside en el sótano después de venderles la casa por falta de dinero. Atónito, Felice, trata de remediar la situación comprando un apartamento en condiciones para su anciana madre. Tristemente, muere poco después. Es atormentador pensar en la vida de esa mujer, viviendo sola tanto tiempo sin el cariño de nadie, ni siquiera de Felice (al que cuidó tanto tiempo). Desolado por dentro y serio por fuera, Felice se decide a buscar a Orestes, viejo amigo que ahora dirige un grupo de matones del barrio. Mas no consigue encontrarlo hasta bien entrado el final del film. Su reencuentro es extraño. Dos perfectos desconocidos que aún se tienen un poco de aprecio.

La apuesta italiana se convierte en una búsqueda de los orígenes. Felice, interpretado por Pierfrancesco Favino, nos dará pocas pistas de su identidad. La mirada perdida de Felice nos hace imposible empatizar con él. Es una persona rota, sin un destino claro. Después de tanto tiempo de éxito, volver al pasado hace que su propia percepción se desdibuje. De hecho, pasado un tiempo, quiere vivir de nuevo en Nápoles. Es muy complejo. Cambiar un futuro próspero en El Cairo por un barrio sacado de un cuento de terror, roto y sin confianza, patrullado por un equipo de jóvenes matones que piensan poco y actúan en consecuencia.

Formalmente es una película gris, oscura. El pasado de Felice está herido, abandonado. Cuando quiere darse cuenta, la herida es tan grande que termina consumiendo la poca expresividad del protagonista. Al final, todo se disipa y crece el terror… Su viaje a casa es una tragedia, mas la sonrisa de su madre antes de fallecer conmueve a cualquier espectador y nos avisa de la importancia de cuidar a los nuestros en cada instante. Dejar sola a una persona que te lo ha dado todo es miserable. Felice es miserable, viviendo su vida detrás del dinero sin apreciar a aquellos que la han hecho posible. A lo largo de la película se dará cuenta, pero será demasiado tarde. La pérdida de Felice le otorgará un valioso tesoro: una lección que se ve plasmada en una brillante obra psicológica del director italiano.

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