Masaan – Fly Away Solo (Neeraj Ghaywan)

Cuando Devi toma la decisión de encontrarse en un hotel de Benarés con el becario al que está dirigiendo su tesis, no sabe lo que se le viene encima. La violación de una regla fundamental india y el posterior drama que acaece en el cuarto de baño suponen un verdadero punto de inflexión en la vida de esta joven, que teme por ir a la cárcel. Su padre, Vidyadhar, debe afrontar esta coyuntura moral y social al tiempo que intenta gestionar su escaso patrimonio económico. Mientras, a pocos metros de allí, el casi ingeniero civil Deepak, ajeno a los problemas que subyacen en su familia, sueña con conocer a una chica de la que se ha enamorado a través de Facebook.

Masaan

Este es el caldo de cultivo que el cineasta Neeraj Ghaywan pretende cocer en Masaan (que lleva como título internacional un confuso Fly Away Solo), un drama sincero con tintes ligeramente reivindicativos sobre el ya vetusto sistema de castas que aún hoy rige la vida en el país asiático. La cinta está llena de buenas intenciones desde su comienzo, ya que los personajes son atractivos y el mensaje que se quiere transmitir es oportuno. Es cierto que todo lo romántico respira un aire demasiado infantil, pero este teórico defecto consigue, en sus inicios, el efecto contrario, reforzando la cercanía respecto a los personajes. Se nota el amor que su autor ha puesto por desarrollar esta historia y la intención con la que quiere hacerlo, para lo cual ha optado por seguir un desarrollo ciertamente amigable con el espectador.

Así, conforme avance la trama comprobaremos que Masaan adolece de una falta de profundidad bastante evidente. Los giros de guión siguen el más puro libreto de los estereotipos, infundiendo mayor dramatismo a una película que no lo necesitaba. En cierta manera, se destruye esa esfera íntima que Ghaywan había ido construyendo durante la primera parte de la obra. El mensaje que pretendía transmitir queda en papel mojado y, como tampoco existen muchos más recursos además de esta manera de contar la historia, al final queda la sensación de haber asistido a un espectáculo divertido y emotivo, pero sin ningún valor añadido que lo justifique.

Masaan

Tampoco está bien llevada la existencia de varias líneas paralelas en la narración y, lo que se presentaba como una película coral interesante dadas las diferencias sociales existentes entre los protagonistas, acaba con la sensación de que la falta de coherencia permanece apegada a la obra, más allá de un forzado y tardío intento de convergencia entre estas historias. Esto termina por implicar un desapego respecto de los protagonistas que parecía imposible en los inicios del film.

Pocas diferencias existen entre esta Masaan y otras muchas cintas similares (por lo parecido de sus personajes y la evolución que experimentan) que cualquiera mínimamente interesado en el cine ya habrá visto con anterioridad; a excepción, lógicamente, del contexto geográfico en el que la obra de Ghaywan se localiza. Un aliciente que, unido a la gran facilidad con la que se puede seguir su trama, confieren a la película india el estatus de entretenida, un adjetivo que de por sí puede invitar a otorgarle 103 minutos de nuestra vida. Pero la duración se queda ahí, ya que en el post-visionado es difícil sacar mayores conclusiones sobre lo que hemos disfrutado. Ni desde una perspectiva puramente cinematográfica se pueden dar grandes calificativos, ni las reivindicaciones que en ella se realizan tienen la capacidad de generar un mensaje crítico y juicioso en el espectador. Masaan se deja ver, pero no permite ser paladeada como habría podido ser de apostar su director por llevar sus intenciones a una esfera más alejada de lo meramente estipulado.

Masaan 3

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