Entrevista a Albert Serra, director de Pacifiction

Entrevistamos al cineasta catalán Albert Serra, director de Honor de cavalleria o La muerte de Luis XIV, que estrena su último largometraje, Pacifiction, tras su paso por Cannes donde recibió la estima de la crítica y aplausos durante varios minutos.

Arnau Martín: Te felicito, Albert Serra, por la película, me parece absolutamente fascinante, la vi en Cannes y todavía pienso en ella. Tengo muchas ganas de repetir visionado.

Albert Serra: Muchas gracias.

A. M.: Una de las cuestiones que más me interesa en Pacifiction es la idea de contradecir la lógica actual de la urgencia de resolución de conflictos, de ir hacia un final. Esta es una película que no necesita resolver nada, ¿Cómo lo ves?

A. S.: Bueno porque se centra más en la experiencia. Creo que es algo importante, de hecho es todo lo contrario porque la gente se fija mucho en los resultados, y en cambio la experiencia es mucho más importante, ¿no? Es como si hoy en día esperas que de un momento a otro la gente te admire, hagan lo que hagan pero que sean admirados. Pero hay un proceso para merecerlo.

A nivel de imagen se busca que el espectador disfrute, sería un objetivo, que la película le interpele sensaciones positivas o sensaciones negativas, o lo que sea, pero que le interpele de una manera intensa. Eso sería un objetivo de toda fórmula, de toda ópera magna ¿no? Es en este proceso donde la intensidad se debe medir, no es como dar simplemente la satisfacción que todos sabemos cómo conseguir. Qué te piensas, ¿Qué yo no podría también presentarlo al público si me diese la gana de una forma banal? Claro que sí. No me costaría nada, es mucho más fácil de hacer. Y claro, todo el resto, encuentro muy fácil lo que hacen los demás, en el sentido de hacer estas películas porque ¿Cómo hacerlo de una forma fácil? Hombre yo te añado una serie de emociones como ‹love›, ‹action›, lo que sea, o la gran campaña de ‹marketing› para que vaya mucha gente: así puede cualquiera. Quiero decir, que encima no tiene ningún secreto esto.

A. M.: Es una predilección por el resultado, ¿no?

A. S.: Exacto, el resultado que obtendrá. Y eso es una forma de cinismo, lo que tú quieres es que la gente vaya a verlo, y es un negocio, en un sentido un poco desagradable, donde realmente no les estás ofreciendo nada bueno, y total lo que quieres es que paguen, que vayan y ya está.

Aquí no, aquí se está dando algo bueno, que por la proporción del esfuerzo y económicamente lo que se dedica, que es infinitamente más desproporcionado respecto del rédito que se puede obtener, por lo tanto se hace con generosidad para el espectador si no hay rédito evidente; al contrario, simplemente en pos de esta experiencia que debe tener el espectador, y que tampoco es algo por lo que me tenga que esforzar, normalmente se corresponde con la misma experiencia dificultosa, tortuosa, extremadamente laberíntica de fabricar la película. Yo creo que es algo perfectamente coherente y perfectamente lógico, y tampoco es que me proponga en sí de darle una experiencia a los espectadores, es un poco el resultado del mismo proceso, de la manera de fabricar la película que esto se consigue, ¿no? Y que es casi exclusivamente a causa de la forma en que se hace, porque se hace así.

A. M.: Es una película ambivalente, misteriosa, divertida, yo me reí mucho cuando la vi.

A. S.: Bueno, echo en falta que la gente aún le encuentre ese lado humorístico, yo le tengo mucho cariño y bueno, incluso aquello que está en el límite de lo políticamente correcto en varios momentos, de forma sutil, otras veces no tan sutil, pero está todo integrado en esta especie de magma, de imágenes más o menos de postal, más o menos crepusculares, oscuras y podridas que configuran la película. Pero claro, la diversión yo creo que tiene que estar, y evidentemente hay mucha ironía. Me parece que no se puede plantear hoy una película sin esta multiplicidad de tonos y de atmósferas. Tiene que acabarse de conseguir con las imágenes, eso sí, al final has de creer, en algún momento debes ver un mundo autónomo, con el cual te fusionas en la utopía del cine, de la caja negra del cine, pero que tiene que ser un mundo autónomo, a parte, totalmente artificioso, que no tiene que ver nada con el tuyo y que a pesar de ello te funcione. Este es el tema, sin embargo creo que debe contener una mezcla casi contradictoria de atmósferas, precisamente para hacer más meritoria esta fusión, con cosas que parece que destaca como el humor, después resulta que es serio, después resulta que es asqueroso, después resulta que parece que no, que hay un idealismo verdadero, parece formalmente súper riguroso, pero entonces dices «no, es súper salvaje», entonces, ¿en qué quedamos? ¿Sabes? Y ahora cuesta concebir que una película excesivamente controlada con una atmósfera excesivamente unívoca, pueda definir el cine contemporáneo. Creo, ¿eh?

A. M.: No tiene una ontología propia.

A. S.: Creo que no. Creo que si no es pasando por esta diversidad de tonos que digamos se cuestionan a sí mismos, se me hace difícil que estemos en lo que será —creo, porque no soy profeta— la revolución del cine contemporáneo. Creo que pasa por aquí, y es algo que no te lo ofrecen apenas, porque demanda una atención superior, porque demanda unas condiciones en la gran pantalla, demanda una predisposición del espectador un poco más fuerte.

A. M.: Digamos que las películas tienen esta libertad creativa de dialogar consigo mismas, en cierta manera…

A. S.: Y casi casi hasta el punto de que esto dialécticamente se crea a sí mismo y casi se crean a sí mismos en el momento en el que el espectador lo está viendo. Tal es el grado de misterio ahora, de ausencia de control sobre los significados que se ha de ejercitar en los procesos precedentes, incluido el montaje, no creo que parezca muy sofisticado. Yo creo que algo de esto debe quedar al final. Y es muy importante, es lo que hace que la experiencia sea digna de ser vivida y que sea entre física e intelectual, sin que el público realmente deba elegir qué viene de la mente y qué viene del cuerpo.

A. M.: Totalmente. Hay otra idea, ahora que he repasado tu filmografía, hay algo, se le puede llamar motivo visual, que a mí me gusta de tus películas, que descubrí también en El senyor ha fet en mi meravelles y en Pacifiction también se encuentra: es el personaje que espera, que está sentado esperando que pase alguna cosa o que finalmente no pase nada. ¿Esto para ti tiene un significado?

A. S.: No sé si un significado como personaje, pero esta idea primero colabora en estos momentos que me gustan mucho de anticlímax, por lo que decíamos antes, parece que toda película deba tener un final, o que cada momento sea un final de la película. No, también está lo que no lleva a ningún lugar, que crea una sensación desagradable en el espectador por su propia naturaleza anticlimática, digamos, de no resolución ni de no proposición tampoco. Es interesante, esto. Es algo que siempre ha existido en mis películas. Puede que tú hayas visto que bajo la forma de este personaje que espera, no lo había pensado, no sé si está bien visto o no, existe esto que surge como algo latente, que está ahí y que probablemente no lo estás viendo en ese momento visualmente pero esta ahí, o surgirá en un momento, o reverberará de aquí a un rato, y ligando todo esto se encuentran unas sensaciones un poco más complejas que requieren la predisposición de no tener ninguna a priori, porque no sabes cómo conectará o qué pasará. Por tanto, creo que la curiosidad del personaje que mira, y puede que sea un poco la curiosidad del espectador, que está allí esperando, esperando, esperando… no tiene nada más que hacer. Espera. Y espera con la máxima curiosidad que pueda.

Después, cómo será satisfecha o burlada tu fe en la película, porque el tono irónico o cómico puede afectar al espectador, puede humillar al espectador de alguna manera pero en el buen sentido de la palabra, de realmente introducirle un tono que de repente marca claramente la burla de esta espera. Pero al mismo tiempo no lo hace para quedarse con su dinero, está compartiendo esta experiencia de la película, de alguna manera también se ríe de sí mismo. Es sutil esto, porque muchas sensaciones del espectador como “burlador burlado” tienen que ver con que la película en sí misma también se pone en riesgo, y todas las decisiones que se toman, una vez la has visto, se ha enseñado y a la gente le gusta, lo sabes; por lo tanto no está tan claro que todo esto tenga esta homogeneidad final o esta fascinación final, y puedo asegurar que incluso se hace difícil evaluar hasta qué punto esto estará suficientemente bien hecho, suficientemente homogéneo, hasta qué punto la gente realmente entenderá las cualidades que o son visibles o son demasiado vulgares, o realmente son muy bonitas. Quiero decir que no es tan fácil prever esto porque nunca ves completa la película, solo al final de todo, ¿no?

Sí que es verdad que yo siempre digo que lo que la gente piense me da igual, y es verdad, pero sí que hay una pequeña incógnita cuando viene la gente a verlo por primera vez, porque ves las reacciones y claro, es verlo con la gente. Pero gracias a Dios esto lo hacemos durante el montaje y hago venir a gente muy inteligente y de alguna manera me aprovecho de la percepción que esta gente tiene de la película y para no darla por cerrada y poder modificar, o para que ellos me iluminen con algunas de las sensaciones que la película les ha dado.

A. M.: Hablando también de soporte y percepción, es una película hecha evidentemente para las salas, yo la vi en el Gran teatro Lumière y es una película notable, atmosférica que te impregna… los últimos 45 minutos yo estaba totalmente inmerso en la atmósfera. A mí me aterra este cambio del consumo.

A. S.: Bueno, a mí no, ahora tendremos los cines solo para estas películas, perfecto. Ahora mismo en un mundo anterior, no habríamos tenido una película así en un cine, digamos en un mundo de hace de cinco años, habríamos tenido todas las pantallas de cine ocupadas por cosas completamente absurdas que no merecen ser vistas en pantalla grande. Ahora mira, lo hemos ido eliminando un poco y oye, resulta que la gente dice «hostia, esto sí merece la pena ir a verlo al cine». Incluso los del cine lo ven, porque saben que alguna herramienta le están dando al espectador: «tú, vendrás a ver esto aquí y te gustará más, o menos»; también puede que haya gente muy básica que no entiende nada, que no sabe apreciar nada, que no entiende nada del diálogo, que no da para más, pero qué quieres que te diga. Si eres un espectador que tiene una pequeña noción de cultura popular, o de lo que es la ironía, o yo que sé, que te hayas interesado alguna vez por algo un poco estético, algo más rompedor, y que veas los pequeños juegos que hay, de qué está hecha esta materia. Entonces hay cosas que rascar y disfrutar, pero tienes que ser bastante inútil para no ver nada interesante, ¿eh? Tienes que ser bastante corto, vaya.

A. M.: Como última pregunta. ¿Te consideras un cineasta más planificador y metódico o te gusta confiar en la espontaneidad? ¿O tal vez lo eliges en función de la escena?

A. S.: No. Más caótico. Caótico porque todo se basa en la autoconfianza. Como hasta ahora me ha ido bien, cada vez tengo más confianza en mí mismo pensando que al final todo saldrá y por tanto cada vez me permito ser más caótico. Como se dice, toquemos madera. Hasta ahora ha ido bien, así que por qué seguir así o al contrario, por qué no radicalizarlo en esta línea, ¿no? Ir arriesgando más, ir haciéndolo más caótico todavía. Porque el resultado no parece que sea tan desballestado, en realidad parece algo bastante coherente, sin embargo se fabricó como te digo con el caos de siempre o superior, por diversos motivos, así que tal vez aquí está la clave, puede que aquí esté también la clave del cine del futuro, que sea capaz de incluir elementos que solo se puedan conseguir a través del caos, de lo imprevisible, de elementos que nadie haya pensado antes y que puede que generen una fuerza y una intensidad diferente y que además dé como resultado una película que se disfrute más o menos, coherente, con ingenio, puede que sea esto.

Ya te digo que el caos en las series es cero, y el caos en las películas normales es cero, por tanto puede que se estén perdiendo una parte muy importante de elementos que añadirían el verdadero interés en lo que están haciendo. No descartemos esta posibilidad.

A. M.: Pues aquí acabamos, muchísimas gracias por todo.

A. S.: Muchas gracias.

* Entrevista traducida del catalán

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