Lo mejor de 2016 por… Marisol Grande

El cine sigue vivo, y seguirá mientras que cada año continúen llegándonos retazos de todos los lugares del mundo. Ventanas que se abren al amor tan fuerte como prohibido (Carol, Todd Haynes), a conductores poetas (Paterson, Jim Jarmusch), músicos adolescentes (Sing Street, John Carney), a padres atípicos (Captain Fantastic, Matt Ross) o a profesores en crisis (El porvenir, Mia Hansen-Løve).

Que nos hablan del pasado (Frantz, François Ozon) o de futuro (La llegada, Denis Villeneuve).

Historias de aquí (Julieta, Pedro Almodovar) u otras que vienen de muy lejos (La doncella, Park Chan-wook).

 

— Mi película preferida del año

Aquarius (Kleber Mendonça Filho)

Cuando fui al cine a ver Aquarius en aquella sala llena de gente en el canal de Saint Martin, no sabía que aquel iba a ser mi último momento de bienestar antes de la debacle. De que toda mi vida hasta aquel momento, se derrumbaría. Y no es por ese recuerdo de felicidad que duró tan poco, que es mi película preferida del año, sino porque Doña Clara, es un personaje asombroso, cargado de fuerza, rabia, coraje y determinación.

El amor y el cáncer la han herido de muerte y siguió viviendo. Pero viviendo de verdad, con ganas. Disfrutando del sexo, de la familia, del mar, de un buen disco de música y de las amistad. Por eso a ella, que ese país tan suyo se esté convirtiendo en una máquina sin alma y sin escrúpulos, no va a achicarla. Mendonça Filho le ha regalado a Sonia Braga un personaje de esos que dignifican el cine, de esos que hacen que siga siendo una fuente donde emana todo lo bueno de este mundo, aunque veces lo malo, no nos deje verlo. Pero ahí está. Entre Bossa-nova y la brisa del mar.

 

— Le cinema français

Nocturama (Bertrand Bonello)

Ansiedad

[Del Lat. Anxietas. F.]

Estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo.

El miedo, que desde esa noche de noviembre me habita, un miedo latente, escondido y olvidado, acabó resurgiendo.

En el cine francés llevan años cuestionándose el terrorismo desde un prisma mucho más cercano y realista, una buena prueba, pueden ser La désintégration de Philippe Faucon, Los caballos de Dios de Nabil Ayouch u Objetivo: Paris de Nicolas Boukhrief. Pero, por supuesto, a Bonello eso no le interesa. Aunque es irremediable que una obra tan poderosa trascienda, abriendo mis viejas heridas. Salí del cine golpeada por el terror, por su incomprensión, por su arbitrariedad, por la destrucción, por las secuelas. Por los recuerdos.

«Paris es una fiesta». Lo es y lo será siempre. Aunque sea en unos grandes almacenes mientras la adolescencia se acaba para siempre.

 

«Sometimes our secrets are all we’ve got
with our lifes we must defend.
Sometimes the air between us, babe
Is unbearably thin
Come in, to this wonderful life”

Wonderful Live, Nick Cave & The Bad Seeds

La primera parte de Nocturama está llena de tensión y resulta angustiosa toda esa preparación milimetrada, silenciosa y desconocida. Pero lo que la hace una obra de las que van a trascender, es su segunda parte, un huis clos, una especialidad a la altura de muy pocos y que Bonello domina con maestría. Porque en esta vieja galería, ese retrato de una juventud perdida, algo nihilista y desesperada sacude. La decadencia, el consumismo, la destrucción, la desilusión quedan también encerrados. Dándonos un retrato de nuestra sociedad absolutamente pesimista, dentro de una película fascinante.

 

Voir du pays (Delphine Coulin, Muriel Coulin)

Mali, Centroáfrica, Irak, Siria, Libia… han hecho de François Hollande, el presidente de Republica francés más belicosos desde la implantación de la 5ª republica. Y aun así ese ambiente beligerante se ha visto en muy contadas ocasiones traducido a la cartelera francesa en los últimos cinco años.

Pocas veces se ha tratado de una forma tan justa, tanto que en ocasiones parece que estamos frente a un documental, las secuelas de la guerra. Ese olor o esa imagen que te perseguirá durante años en tu mente, dispuesta a removerte la conciencia. Si a eso le añadimos la visión femenina del conflicto, su propia guerra, por ser respetada y no sexualizada en un contexto tan sumamente machista, tenemos una película diferente dentro del panorama del cine francés. Una película necesaria e inolvidable.

 

Les Filles au Moyen Âge (Hubert Viel)

Grabada en su mayoría en formato cuadrado de 16 mm y en blanco y negro y con un reparto infantil, exceptuando al grandísimo Michael Lonsdale, Les filles au Moyen Age nos adentra en la Edad Media a través de un grupo de niños que interpretan a una variedad de personajes históricos con una sola misión: demostrar que el papel de la mujer en la Edad Media era mucho más interesante que el que en la actualidad se muestran en los videojuegos.

Para ello, a través de diversos Tableau Vivant, los niños y niñas se disfrazan, contándonos e interpretando micro cuentos reales de emancipación femenina, donde se deja ver, y comprender que la mujer no fue una mera espectadora de esa época.

Con un humor delicioso, irónico y a veces sacado totalmente de época, este grupo de niños, nos cuentan una historia de la Historia. Un relato feminista, tremendamente entretenido, con un componente didáctico que divertirá a los niños y les sacará una sonrisa a los adultos. Una pequeña gran película, que no se merece el olvido.

 

Las películas de mi vida (Bertrand Tavernier)

Evidentemente, me iba a enamorar.

Bertrand Tavernier no tiene en España el reconocimiento que tiene en Francia, donde no solo es un director reputado y comprometido, sino que se le considera un cinéfilo de excepción: crítico de cine (Cahiers du cinema, Positif…), autor de numerosos libros donde divulga el cine americano más desconocido (Su libro 50 años de cine americano es una auténtica Biblia), siendo además el presidente de una institución tan emblemática como es el Institut Lumière de Lyon. En definitiva Bertrand Tavernier es una enciclopedia viva del cine, pero si a eso le sumamos un trabajo de investigación admirable y una capacidad para analizar y explicar la magia de una manera clara y accesible, tenemos un documental de referencia.

El hilo conductor son las películas francesas que han marcado su vida, empezando por su primera vez en una sala oscura de la mano de Jacques Becker (Si eso no te mete el amor al celuloide…) hasta que empezó en el cine como autor.

Estamos ante un viaje que va de los años 30 a los 60, en donde Tavernier junta decenas de extractos de película, ya sean por su perfección visual o su fuerza emotiva para analizarnos a autores míticos del cine francés (Becker, Carné, Renoir o Clouzot) reivindicar otros (Gremillon o Delannoy) pero también se adentra en secundarios de lujo: Gabin, Marais, Arletty o Jaubert.

Un viaje delicioso y ameno en donde la duración se hace corta. Una invitación a recorrer el “cine francés” de una manera lúdica y didáctica. Un placer para cualquier cinéfilo.

AVISO: Dan ganas de ver o rever cine francés sin parar.

 

— Animación à la française

La tortuga roja (Michael Dudok de Wit) / Ma vie de Courgette (Claude Barras)

Podría decir, sin duda alguna, que las mejores películas de animación de este 2016 son francesas. Algo que tiene tanto de verdadero como de falso. Pero es lo que tiene Francia, un auténtico mastodonte en eso de la coproducción internacional.

Por un lado tenemos una coproducción Franco-belga con sello del Studio Ghibli, dirigida por un holandés. La Tortuga Roja es una metáfora sobre el ser humano, la naturaleza, sobre crecer, vivir, morir, amar. Mientras nadamos en esos fotogramas, que contienen tanta belleza que dan ganas de parar la película para sobrecogernos con ella, nos emocionamos. La tortuga roja es una de las películas más bonitas y poéticas que el cine de animación nos ha dado. O que el cine, tout court.

Y por otro lado tenemos una coproducción franco-suiza, donde se nos cuenta en Stop Motion, la vida trágica de un niño apodado Calabacín. Ma vie de Courgette logra desmantelarte cuando se adentra, levemente y con un cariño salvador, hacia esa banda de niños heridos por la violencia de los adultos. Pero también consigue dejadnos llevar por esta pequeña historia de superación, de amor inocente y de amistad. Una historia de segundas oportunidades de esas que hacen bien.

 

— Netflix and Chill

Blue Jay (Alexandre Lehmann)

El mumblecore ya está bastante alejado de sus inicios, sobre todo porque aquel grupo de jóvenes directores se están haciendo poco a poco un nombre importante y respetado dentro del cine independiente. Pero lo que está claro es que su espíritu sigue viviendo en muchos realizadores. Esa sensación de libertad que da que incluso con un Iphone (Tangerine de Sean Baker) puede contar una historia fascinante y necesaria, que con pocos medios y una pequeña historia tocada con una sensibilidad especial, puede emocionar y trascender.

Porque eso es lo que consigue Lehmann con Blue Jay. Dos actores en estado de gracia y un viejo amor, para hablar del paso del tiempo, de los sentimientos, de las esperanzas pérdidas, de los errores. En definitiva, para analizar todas esas cosas que llevamos en nuestra mochila, esas piedras que nos encontramos en el camino. Y con las que muchas veces, nos chocaríamos una y otra vez.

 

Sesión doble: 

Enmienda XIII (Ava DuVernay) / O.J.: Made in America (Ezra Edelman)

Este año Netflix nos ha regalado varios documentales indispensables. Quizás entre todos ellos destacan tres: Amanda Knox (Rod Blackhurst, Brian McGinn), Audrie & Daisy (Bonni Cohen, Jon Shenk) y el que nos ocupa, Enmienda XIII dirigida por Ava Duvernay. Un documental que recorre las 3 formas de sometimiento que la comunidad afroamericana ha sufrido en EEUU: La esclavitud que acabó oficialmente con la XIII Enmienda de la Constitución; la segregación racial y la que se ha impuesto poco a poco como la nueva forma de controlar, separar y sesgar la población afroamericana: las cárceles. Por el otro lado, tenemos una Tv-Movie producida para el canal de deportes ESPN, en donde se analiza el ascenso y la caída de O.J. Simpson. Con el documental O.J.: Made in America se pueden cometer dos errores: no acercarse a él por sus 7 horas y media de duración y pensar que va sobre fútbol americano o sobre un asesinato.

Porque estas dos obras, ambas llegadas por canales de distribución no habituales, hablan de lo mismo desde dos lugares muy diferentes: Las injusticias. En Enmienda XIII, son sistemáticas, el sistema se va metamorfoseando y moldeando poco a poco nuevas formas de control, presión y segregación. La rabia que aumenta, a ritmo de Strange Fruit, mientras vemos, como el futuro solo puede ir a peor. Y en el otro lado, vemos el juicio de OJ. Simpsons, el negro más blanco, que acabó en otra injusticia. Aquí OJ se beneficia de una guerra en la que nunca quiso participar. La comunidad afroamericana lo usa como instrumento para golpear el sistema. Una injusticia que sabe diferente. Sabe a victoria. A David contra Goliath. A una batalla ganada en una guerra inacabada.

La función principal del documental es esta, indagar en el pasado, para comprender el futuro. Por eso, estos dos documentales, son el resultado de un país que es consciente de que las injusticias raciales no han acabado. Donde esto sigue siendo un debate, por desgracia, de total actualidad.

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