La gran seducción (Don McKellar)

La gran seducción debería haberme enamorado si se tiene en cuenta el aroma que en principio desprendía su sinopsis a Doctor en Alaska, una de mis series favoritas de toda la vida. Pero no fue así, y la cosa acabó rozando el desastre con un remake blando y que abraza los tópicos sin la ironía de aquella serie y tratándolos con una ingenuidad pasmosa. Lástima.

La gran seducción

Un pequeño pueblo necesita urgentemente  encontrar un médico como requisito indispensable para que una empresa instale una fábrica en el lugar. La caza llega a buen puerto cuando parecen encontrar al candidato ideal y entonces todos los lugareños harán cualquier cosa para asegurarse el objetivo; que el médico no huya. Esa es la historia. No es necesario que explique mucho más de ella, porque el realizador Don McKellar, conocido sobre todo por sus trabajos televisivos y su anterior cinta, La última noche (Last Night, 1999), se apoya en un guión lleno de lugares comunes. Todos sabemos como va acabar la cosa desde el inicio. Pero eso no es lo grave, lo duro es comprobar que también sabemos como se va a desarrollar y cuales van a ser los giros del guión. Es como si los guionistas hubieran creado un libreto sin haber visto nunca una peli social inglesa o esa simpática comedia de pueblos pequeños yankis. La gran pregunta a la salida es: ¿El original es igual? Porque si es así el mérito de La gran seducción es enorme, no sólo hacer una cinta típica, si no que además es una cinta típica calcada de otra previa que ya era típica.

Y es una lástima porque por el filme aparece Brendan Gleeson, y en esta web somos fanáticos suyos como uno de esos actores secundarios que se comen la pantalla y al que siempre es de agradecer ver en pantalla, aunque sea en cosas como Los pitufos 2 (Bah, nadie es perfecto). Aquí cumple.

La gran seducción

Y lo peor de todo es que un libreto que condena al filme a la típica película de sobremesa del domingo tiene ciertos ingredientes que podrían funcionar. Sus detalles de los personajes, que acaban cayendo en el lado de las pinceladas a medio hacer, no están nada mal de inicio. Tampoco pedía personajes profundos y atormentados, que de día salvan niños y por las noches matan gatitos travestidos (los travestidos serían ellos, no los gatitos). Es algo con lo que siempre he estado muy en contra; no hacen falta personajes con muchas capas para que sean buenos, se puede escribir buenos papeles clásicos o sencillos (o incluso simples), pero la cinta acaba tirando por donde siempre.

Para que me entiendan, una película como la afamada Intocable (Intouchables, 2011) coge todos los tópicos y nos plantean en el camino clásico para dirigirse a otro lado, aunque su final sea el mismo de siempre, pero evita las respuestas trilladas a las preguntas de siempre. De hecho, tiene todos los ingredientes que suelen estar presentes en ese tipo de cine, y sin embargo su visionado resulta en cierta medida falsamente fresco. Y no deja de ser lo mismo de siempre. Pero aquí no hay nada de eso.

De todas formas, cuidado. En el pase hubo gente encantada con la cinta. Se hablaba de obra sencilla, cálida, divertida y con una buena historia por contar. No es mentira. Y habrá quien sepa disfrutarla como si fuera la primera cinta de su estilo. Porque tampoco es ni mucho menos horrorosa.

La cosa está clara. De hoy no pasa que vuelvo a verme Doctor en Alaska, que más que una serie es un estado mental.

La gran seducción

Un comentario en «La gran seducción (Don McKellar)»

  1. ¡Qué buen remake! Son contadas las veces en las que un remake llega al nivel de la película original. En el caso de “La gran seducción”, logra mantener (y mejorar, en algunos momentos) lo que ya pudimos ver hace 10 años de la mano del director Jean-François Pouliot. En esta nueva versión seguimos sin salir de Canadá, aunque cambiamos el francés por el inglés. La propuesta actualizada de Don McKellar nos vuelve a situar en un pequeño pueblo costero de Quebec, donde sus habitantes tratarán de ‘seducir’ al nuevo doctor para que se instale permanentemente. Este remake se gana a pulso la categoría de ‘cine para toda la familia’ gracias a los recurrentes tópicos y divertidas escenas que se suceden sin cesar. Sin embargo, la película vuelve a caer en los tópicos propios de las películas rurales, como la idea de que la gente verdaderamente auténtica vive en los pueblos. En definitiva, nos presenta un pueblo hecho a la medida del personaje de Taylor Kitsch ( que por cierto lo podemos disfrutar con una apriencia mucho más delgada y ruda en la segunda temporda de True Detective, aquí el link de la propuesta http://www.hbomax.tv/true-detective-2/), pero realmente trata de convertirse en el destino perfecto para el espectador. Ver esta propuesta nos asegura, dos horas de deliciosa comedia rural, junto con unas irresistibles ganas de viajar lejos de la gran ciudad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *