Sesión doble: Timo bajo cero (2011) / Terribly Happy (2008)

Pueblos pequeños, crímenes y unas gotas de humor… negro, a ser posible. Elementos que hemos visto en no pocas ocasiones en la gran pantalla, y que cobran fuerza en Tres anuncios en las afueras de Martin McDonagh. Ello nos lleva a rescatar un par de propuestas que nos llevan a esos fríos páramos donde el humor y el crimen campan a sus anchas con Timo bajo cero de Jill Sprecher, que junto a Greg Kinnear nos lleva a uno de esos fatídicos incidentes, y Terribly Happy del danés Henrik Ruben Genz, donde llegar a un pueblo es de todo menos apacible.

 

Timo bajo cero (Jill Sprecher)

Fargo —la película de los hermanos Coen— marcó tal hito cinematográfico en 1996, que desde entonces cualquier película con argumento similar remite a ella, aunque sólo sea por estar situada en un lugar helado. Tanto es así, que cogiendo el propio Fargo como referencia, se pueden hacer tres temporadas de una serie (camino de la cuarta) de igual denominación que desarrolla ideas nuevas a partir de las originadas por los Coen, con excelentes resultados para muchos. La cuestión es concretar, una vez llegados a este punto, si el recuerdo relativizado de la original ayuda o perjudica a sus homenajeadores y a los que relatan historias nuevas con lugares en común.

Thin Ice, por ejemplo, no puede evitar las comparaciones durante el primer tercio del metraje, cuando conocemos a su protagonista y su entorno, recordando tanto al Fargo original como al de la primera temporada de la serie (2014). Sin embargo, el desarrollo de Thin Ice la desvía de dichas equiparaciones, menos cercana al thriller y al tipo de comedia negra al que los hermanos Coen nos tienen acostumbrados, y que aquí basa la mayor parte de sus golpes en la capacidad de Greg Kinnear para caernos simpático incluso en las situaciones moralmente más reprobables, dadas las casualidades y el contexto. Sobre todo en Thin Ice, porque el espectador siempre tiene interés por la historia, por conocer si está en lo cierto o no, o en si su argumento es previsible, algo que siempre recae en favor de su protagonista.

Un protagonista que representa perfectamente algunos de los peores valores del ser humano, y que hace que nos preguntemos hasta qué punto, y en qué situaciones, estaríamos dispuestos a dejarnos llevar por los derroteros más calamitosos sólo por obtener lo que queremos, incluyendo entre ellos el estoicismo, un valor humano no necesariamente negativo, pero que en determinadas circunstancias no es más que una pretensión que nos hace seguir hacia adelante con cualquier acto o situación, porque retroceder o aceptar la realidad es un fracaso personal. Y es esa alternativa, que nos hace creer que todo se va a resolver y va a terminar bien (como si por tener únicamente nuestro punto de vista y nuestros sentidos creyéramos que somos los protagonistas de una película llamada vida que nos trajo por un fin), o elegir la otra opción: que dadas las condiciones favorables adecuadas, estaremos dispuestos a cometer cualquier atrocidad que nos posibilite una vida más plena, entendiendo esa completitud de formas muy diferentes —y hasta enfermas, por qué no— en función de cada persona y su mente, o en función de sus filias y patías controladas.

En cualquier caso, Thin Ice no llega a tanto, aunque sí reflexiona casi involuntariamente —al menos en apariencia— sobre el poder que tienen sobre nosotros algunos pecados capitales, en tono de comedia y con la aparición de conocidos y en general apreciados actores que hacen del progreso de la cinta algo ameno y reconocible como un film singular, lejos de sus semejantes argumentales y estilísticos.

Escrito por Alberto Mulas

 

Terribly Happy (Henrik Ruben Genz)

Las historias centradas en un personaje que abandona la ciudad para irse a vivir a un entorno rural (o viceversa) pueblan las pantallas cinematográficas prácticamente desde los albores del cine clásico. Las diferencias que surgen entre costumbres, modos de vida y mentalidades precipita el conflicto desde el que se construyen las historias.

Si bien hay muchos westerns y obras de cine negro que toman como punto de partida este argumento, en los últimos tiempos éste ha sido especialmente habitual en la comedia, en películas que ponen en juego la técnica cómica del “pez fuera del agua”.

En ese sentido, el argumento de Frygtelig lykkelig no es demasiado original: un policía de Copenhage es destinado a un pueblo de la campiña danesa, donde deberá permanecer un tiempo como policía rural. El planteamiento recuerda ciertamente al de la popular comedia de Edgar Wright, Hot Fuzz, rodada tan solo un año antes. Sin embargo, a diferencia de aquella, Frygtelig lykkelig es un thriller mucho más negro, menos paródico y con varios elementos provenientes del cine negro clásico (el detective con pasado oscuro, la ‹femme fatale›, la atmósfera opresiva, etc.).

El director y coguionista, Henrik Ruben Genz, es conocido por ser el responsable de comedias y series de televisión danesas, algunas tan celebradas como Forbrydellsen. Lejos de inventar nada, Genz se dedica en esta ocasión a jugar las cartas con las que cuenta: un buen guion que se va retorciendo poco a poco, unos personajes interesantes y una localización pintoresca que le da el toque diferencial al film. La puesta en escena, en ese sentido, privilegia una narración más bien clásica, que se va tornando a la vez más oscura y cómica a medida que avanza el metraje. Aun así, es interesante observar cómo la película juega con las expectativas de un espectador acostumbrado a este tipo de films, rompiendo sus esquemas mediante un rechazo a cualquier tipo de categorización moral.

La película está construida a través de una repetición de escenarios y motivos, en los que se introducen pequeños cambios que describen la evolución del protagonista, desde un afable y tranquilo policía a un asesino sin escrúpulos. Es esta evolución (o involución) de los personajes el principal acierto de la película, que sin embargo peca de cierta indefinición al situarse ni en el drama romántico, ni en el thriller o la comedia negra. El director parece no querer aprovechar la vis cómica que tiene la historia y los intérpretes, privilegiando en todo momento el conflicto dramático.

Con todo, Frygtelig lykkelig es un film muy disfrutable, con un interesante juego de giros de guion y rotura de las expectativas, y cuyo aire clásico y situaciones casi surrealistas constituyen una buena aportación al género.

Escrito por Iván Correyero

 

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