Present.Perfect. (Shengze Zhu)

Más de 400 millones de ciudadanos chinos realizan emisiones de vídeo en directo a través de distintas plataformas online. Estas plataformas les permiten monetizar su actividad según su popularidad y alcance con la comunidad de espectadores que se genera a su alrededor. En Present.Perfect. (2019) la directora Shengze Zhu ha seguido a un puñado de ‹streamers› (llamados en su característica jerga “anclas”) durante meses y ha construido a partir de cientos de horas de metraje capturado un documental de observación sobre este fenómeno. Desde sus lugares de trabajo, sus casas y su cotidianidad, entre grandes centros urbanos y remotas poblaciones rurales, las imágenes nos llevan por un recorrido inmediato de las inasumibles distancias de la geografía de este inmenso país —vertebrado por necesidad a través de todos los sistemas de comunicación posibles y para cuyos habitantes Internet supone un cambio de paradigma en las relaciones personales y con su entorno—.

Dos cosas llaman la atención en principio. Por un lado las imágenes directas están convertidas a blanco y negro, homogeneizando visualmente las diversas fuentes digitales y proponiendo de entrada un distanciamiento formal respecto a esa supuesta realidad sin filtros que mediatizan el acceso a este tipo de servicios y la mirada sobre sus protagonistas. Algo que permite señalar las características del fenómeno a través de los gestos, las palabras y el comportamiento de cada individuo sujeto a las reacciones y las interpelaciones de su audiencia. Por otro lado, los escogidos forman parte de los márgenes de la sociedad. No son los más famosos, no poseen habilidades o talentos especiales. Se trata de personas con discapacidades físicas, enfermedades raras, identidades cuestionadas socialmente y con problemas para conectar con los demás por unas situaciones concretas bastante peculiares. Esta especificidad no le resta alcance discursivo, pero sí deja en evidencia la necesidad de una reflexión sobre los motivos que han llevado a la directora a escoger casos que, desde lo estético, explotan el morbo añadido a la inherente espectacularización de las vidas de quienes se exhiben utilizando estas herramientas.

Exhibición, morbo, ser testigo de la realidad ajena o vivir a través de ella. Un operador de grúa, un campesino trabajando la tierra, una empleada de un taller textil y madre soltera… el interés por conocer los modos de vida completamente distintos o similares a los propios puede justificar el entusiasmo por conocer los detalles de las banales existencias de los otros. Pero en el lado opuesto se encuentra la prueba de cómo esta tecnología de vídeo en directo manipula la realidad del individuo y forma parte de ella a la vez. Decía Susan Sontag que la fotografía igualaba el valor de cualquier lugar y evento fotografiado y convertía cada instante de nuestras vidas en un momento merecedor de ser llevado a la posteridad a través de la imagen capturada con la cámara. La civilización en unas décadas ha evolucionado de tal forma en que la colectivización de las experiencias personales es posible de manera instantánea y en tiempo real. El uso de las redes sociales es un ejemplo de ello. El plano secuencia del streaming en directo define la realidad no sólo del que mira sino también de aquel que es observado como alguien a tener en cuenta, como una persona con relevancia intrínseca independientemente del contexto cultural o las condiciones materiales.

Present.Perfect. retrata una generación para la que compartir la existencia está a nivel equivalente de la experiencia de ella en sí misma. Ser visto significa existir, tener valor para los demás. Si en todo proceso de socialización creamos una máscara que constituye nuestra persona, en esta época se requiere construir una que permita atraer interés no sólo en nuestro espacio físico más próximo sino también en el virtual repleto de extraños —que consideramos nuestros semejantes— desde una posición en la que podemos definir las reglas de cada interacción según nuestras necesidades.

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