Inés María Barrionuevo… a examen

Verano de 1987 en un pueblo de la provincia de Córdoba en Argentina. En un día caluroso de enero Lucía (Melissa Romero) se levanta pronto. Casi clandestinamente, con la luz de la primera hora de la mañana, sale de su casa para ir a nadar a la piscina, donde Ana (Sol Zavala) le ofrece unas toallas y un libro para su hermana. Lucía pasa junto a Elena (Florencia Decall) unos días en ausencia de sus padres y ocupa las horas estudiando para presentarse al examen que le permita acceder a la carrera de arquitectura en Buenos Aires. Su hermana se encuentra lastrada por la escayola de su pierna derecha, que le impide aprovechar el tiempo libre y socializar. En Atlántida (Inés María Barrionuevo, 2014) la directora de Camila saldrá esta noche establece primero con estos dos personajes un núcleo del relato, que poco a poco se enriquece y expande con la introducción de otras jóvenes y muchachos del lugar. Estos pasan su tiempo juntos y hablan tanto de sus desastrosas primeras incursiones sexuales como de las experiencias amorosas de los demás. Sus juegos y dinámicas propias de la edad contrastan con dos hermanas que entran en conflicto apartadas, por un motivo u otro, de este mundo al que pertenecen de manera natural por sus edades.

La madurez y responsabilidad de Lucía subraya aún más los comportamientos infantiles de Elena, que le demanda atención y cuidados constantes a la vez que recibe visitas de amigas. El personaje de Melissa Romero acaba por abandonarla y conduce la camioneta con su perro para aprovechar el día junto a Ana en un lugar apartado en el campo. Elena recibe la visita del médico Ignacio (Guillermo Pfening), a quien acompaña en sus visitas con el coche. Por un lado vemos desarrollarse la reprimida personalidad de la hermana mayor, provocada en parte por el peso de las responsabilidades que recaen sobre sus hombros. Por otro, la joven interpretada por Decall quiere experimentar, salir de su casa, dejar de ser tratada como una niña, arriesgarse. Sus inquietudes en ese sentido se verán recompensadas por una jornada conociendo distintos vecinos y lugares de cerca. También la muerte de uno de los pacientes del doctor. Pero no todo es inocuo e inofensivo y carente de consecuencias. Sus intentos por ser tratada como una adulta la llevan a una situación de auténtico riesgo, de la que es salvada en el último instante por un Ignacio que la trata con una patente ambivalencia —claramente inapropiada por la diferencia de edad entre ambos—.

La cámara en mano de la directora permite seguir a sus personajes con una destacable proximidad desde una perspectiva naturalista que rehúye de explicaciones psicológicas evidentes. Elena y Lucía son las dos caras de la misma moneda y sienten los mismos anhelos. Las diferencia la forma de abordarlos, pero ninguna de las dos sabe cómo gestionar sus deseos. Una intenta exponerse mientras la otra lo evita. La primera quiere apropiarse del derecho a equivocarse y sufrir que marca el paso a la adultez (que representa el momento de eliminar el yeso de su pierna), la segunda guarda sus sentimientos del presente y concentra sus energías para preparar su futuro en la gran ciudad. La piscina, el heladero, la feria de miel que va a celebrarse en la localidad o las distintas interacciones de adolescentes construyen un mundo más allá de las hermanas, que incluye a Andrés (Axel Prato). Con él aparecen unas consideraciones de relaciones de clase y racismo que la propia naturaleza y extensión del filme no dejan desarrollar mucho más allá de lo anecdótico. En este entorno se resaltan los desencuentros con un magnífico plano general en un cruce de una carretera —donde vemos a las hermanas tomar direcciones distintas— y, a través de la precisa narrativa de la cinta, las relaciones casuales que se crean entre individuos de distintos ámbitos, géneros y edades en momentos puntuales, capturando la compleja estructura social que determina el aparentemente caótico día a día de estos jóvenes, representado simbólicamente con la presencia de las colmenas y el cuidadoso tratamiento que requieren para que prosperen.

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