Good Vibrations (Lisa Barros D’Sa, Glenn Leyburn)

Terri Hooley, como muchos habitantes de Belfast, había asistido a conciertos de los Rolling Stone, de Bob Dylan y de tantos otros grandes artistas. Eran los jóvenes de los 60, y sus amigos eran anarquistas, comunistas, lesbianas o pacifistas. Pero luego todo se fue a la mierda con esa espiral sin precedentes de violencia, con bombas, atentados, soldados y odio por todas partes. Y Terri Hooley se quedó solo. Solo con su música, y su chapita con el símbolo de la paz en la ciudad de las bombas y los disparos en las rodillas. Solo en el desierto en una Belfast dividida entre católicos y protestantes.

Así comienza la sorprendente historia del padrino del punk norirlandés, el tipo que llevo a darse a conocer a grandes grupos y que a cambio, se arruinó una y otra vez, sin aceptar jamás compensación económica en los turbios años 70 y 80, con el terrorismo de todos sobrevolando la ciudad con especial intensidad. Pero no se preocupen que esto va de buen rollito y mejor música.

Terri comienza abriendo una tienda de música en Great Victoria Street, la llamada “calle de las bombas”. Su objetivo: traer el Reggae a Belfast. El nombre del establecimiento, toda una declaración de intenciones; Good Vibrations. Terri se mueve entre dos mundos que se odian y de una manera o de otra, consigue obtener algo así como la etiqueta de neutral. Al fin y a cabo, todos sus amigos anarquistas, pacifistas, gais o comunistas ahora son miembros del IRA o de los paramilitares. Aunque esto no le libre del todo, sobre todo con las nuevas generaciones del IRA. Pero él no se desanima fácilmente. Tampoco estamos ante una cinta sobre el terrorismo, sino de la victoria de la música sobre ella, de la historia de Terri y de como el puto culo del mundo parió grupos del estilo The Outcasts, The Understones o Rudi.

Se usan imágenes de archivo para hablarnos de la lacra del terrorismo y del odio religioso. Sí, la muerte está ahí, pero lo repetimos, esta película no va por ese camino. Ágil, fresca y divertida, Good Vibrations hace un repaso a los años donde entre bomba y bomba se juntaban un grupo de chavales con chupa de cuero y pelo de color rosa a escuchar Punk sin importar la orientación religiosa y de como nuestro héroe aportó su granito de arena para ello, luchando contra miembros del IRA, la indiferencia de la gente o las autoridades inglesas.

Todo se centra en el personaje interpretado a las mil maravillas por Richard Dormer, tocado por el dedo de dios (AKA un Hank William con sombrero de cowboy), un personaje carismático al que su matrimonio se le escapa de las manos tanto o más que su cuenta corriente. Pero da igual, el espectáculo debe continuar, hay que hacer otro bolo y acabar una vez más con otro ensordecedor riff de guitarra.

y es que toda la obra está impregnada de momentos musicales. A medio camino entre Radio encubierta y 24 Hour Party People, la cinta de los cineastas Lisa Barros D’Sa y Glenn Leyburn acaba siendo vitalista como ella sola. Especialmente recomendable para los amantes de la música, en concreto a ese sonido sucio que salía de los garajes de Belfast compitiendo en volumen a las bombas y tiros.

Estamos ante una película que narrativamente no ofrece nada nuevo, pero que gracias a su buen hacer de actores, a su música y al tono que consiguen transmitir a las mil maravillas sus autores (una mezcla de vitalidad entremezclada con las imágenes de archivo de aquella terrible época), se eleva por encima de la mayoría de cintas que asaltan semana tras semana nuestras carteleras.

De como un tipo que abrió una tienda influida por el Rock y soñando con el Reggae tuvo una revelación (porque es así como nos es mostrado a Terri en el primer concierto de música Punk al que asiste) acabó por crear los mejores grupos del lugar, sin importarle nada y luchando siempre contra viento y marea. Y es que Terri cae bien, coño. Que sí, que es un poco muy suyo, pero hay que ser muy grande para llenar la sala más grande para un concierto de música Punk y acabar en bancarrota por haber invitado a demasiada gente de gratis.

Un personaje, vaya. Aprovechemos que Lisa y Glenn recuperan su historia.

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