Tomm Moore dibuja, dirige y anima La canción del mar, que distribuye Karma Films y se estrena esta semana en nuestro país. Con esta excusa sobre la mesa (redonda), Cine maldito —servidor presente y Rubén Collazos y Cristina Ejarque en espíritu, con sus preguntas preparadas junto a las mías— se sentó al lado de los compañeros de Farrucini, Cinemaadhoc y Yo me bebo tu batido, y, entre todos (intérprete incluida), acabamos teniendo una charla bastante agradable e informal, que además terminó con el propio director firmándonos algunos carteles promocionales de la película y mostrándonos un selfie en su teléfono móvil; en el cual aparecía junto a Hayao Miyazaki (Studio Ghibli) y John Lasseter (Pixar, Walt Disney), momento que aproveché para augurarle, en broma, un futuro como el Walt Disney europeo, algo que le ruborizó un poco.
Has intentado mantener vivas las leyendas, ¿está esto reñido con el progreso? Hay gente que piensa que hay que dejar atrás el pasado, para seguir adelante. ¿Animarías a todos los países a hacer este tipo de historias?
Recuerdo que cuando estaba en la universidad descubrí la animación japonesa de Miyazaki, antes había visto un tipo cine japonés más violento, como Akira o Ghost in the Shell, así que cuando descubrí el trabajo de Miyazaki pensé que era realmente interesante, porque usando su propia cultura hacía algo que todo el mundo podía ver. Creo que es algo importante, es algo que me gusta, me parece fascinante. Vi hace poco un corto con cuentos del folclore húngaro y me pareció muy interesante, es una cosa universal. Es una forma de probar diferentes sabores, igual que nos gusta comer comida india, china o lo que sea, también se puede dar en el arte, para que así los niños puedan tener otros sabores y puntos de referencia, no sólo grandes películas americanas. No vamos a ir a comer siempre al McDonald’s.
En cuanto a lo del progreso, es casi imposible olvidar el pasado. De pequeño estás más influenciado por las cosas americanas, los cómics y todo eso, pero luego, de más mayor, empiezas a apreciar y reconocer el valor de lo nuestro. Incluso empiezas a darte cuenta de que historias más modernas están construidas sobre esa base antigua. ¿Conoces a Joseph Campbell? Escribió El héroe de las mil caras y luego se vio que La guerra de las galaxias era básicamente la misma historia. Es decir, no hay historias nuevas.
Se ha destacado mucho en la promoción de esta película la importancia de Miyazaki, ¿qué otras influencias, en cuanto a cine de animación, podemos encontrar en tu obra?
Creo que diría Genndy Tartakovsky, es muy interesante, porque con un bajo presupuesto imagina un espacio realmente cinemático. También Richard Williams, que fue un innovador en términos de trabajar diferentes estilos, dibujo a mano y otras cosas muy interesantes.
En relación con la pregunta anterior, ¿cuáles son tus referentes, más allá de la animación? Por ejemplo, es una fábula sobre dos niños y hay imágenes que incluso recuerdan a La noche del cazador, como esas en que viajan y hay animales acechando o completando ese paisaje.
¡Oh, sí! Bien visto (risas). Creo que en relación a La noche del cazador, fue el compositor Bruno Coulais quien, hablando al principio del proceso, mientras hacíamos el storyboard, vio las referencias y le gustó esa parte de la película en la que la chica canta y se ve a los animales, así que intentamos crear algo parecido.
Hay dos películas irlandesas de cuando era niño, Into the West (Escapada al sur) y The Secret of Roan Inish (El secreto de la isla de las focas), que también me influyeron mucho. Las vi cuando tendría 13 ó 14 años y desde entonces siempre he pensado que quería hacer algo similar.
El personaje protagonista, Ben, describe gran parte de la acción a partir de los dibujos.
No lo sé, eso quizá proviene de mí, de mi infancia; cuando era niño le daba sentido al mundo dibujando. Creo que los dibujos de los niños son realmente especiales, tienen una composición perfecta, lo organizan todo de forma que se cuente una historia. No tratan de ser realistas, eso ocurre a partir de los 9 ó 10 años, cuando intentan hacer dibujos realistas, pero antes de eso, todo el dibujo está simplemente en el lugar correcto.
Además, me gusta pensar que con la animación hecha a mano, ellos se pueden identificar, que van a pensar «¡eso es algo que yo también puedo hacer!». Porque tú te acuerdas de cuando La guerra de las galaxias estaba hecha con maquetas, las veías moviéndose, y era algo que tú también podías hacer, no como ocurre ahora con el CGI, que parece que necesitas un título universitario o un máster en informática.
¿Cuándo te diste cuenta de que te gustaba esto de dibujar? ¿Cuándo descubriste tu talento? Y luego, ¿cuándo asentaste el estilo? ¿Tenías en mente dedicarte al cine?
Creo que tuve un extraño viaje. Recuerdo que cuando era niño, vi en la televisión un montón de documentales sobre el hecho de que el estudio de animación de Don Bluth se estableció en Irlanda. Él vino en los 80, yo aún era un niño, así que de repente pensé: «Así se hacen los dibujos. No es magia, es algo que yo mismo puedo hacer», e intenté hacer mis propios dibujos; más tarde, me uní a una asociación de jóvenes directores irlandeses y visité los estudios de animación y me sentí muy deprimido. Era como una fábrica, y sentía que el de Don Bluth era el único trabajo que yo quería, así que me dije «no», y decidí que iba a dibujar cómics, ya que podía controlarlo más. Pero después fui a la universidad y me volví adicto a la animación de nuevo, porque fui a una escuela de animación. Al principio, fui sólo para aprender a dibujar bien de verdad, para ser un buen ilustrador, pero después me volvió a picar el gusanillo de la animación.
Cuando conocí a Didier Brunner, el productor francés de El secreto del libro de Kells, pensaba que tenía un estilo original y él me dijo: «No, aún es demasiado Don Bluth», así que él realmente me empujó a encontrar un estilo único. Yo tenía 22 ó 23 años en ese momento, cuando conocí, también, a Michel Ocelot, el director francés y él también me dijo que era demasiado Don Bluth. Para mí, yo creía que era verdaderamente original, pero ellos me empujaron hasta encontrar mi propio estilo.
¿A qué se debe que los fondos tengan esa geometría tan buscada en contraste con sus personajes?
Sí, creo que es algo con lo que voy a romper en mi próxima película. Para esta película, Adrien [Merigeau], el director artístico, y yo, queríamos utilizar algo así como un lenguaje de las formas. Queríamos usar las formas para contar la historia, como si fuera música. Usamos círculos para sentimientos reconfortantes, o diferentes triángulos para el peligro, etc. Formas realmente sencillas, como dibujadas por niños. La geometría simple de los niños.
Pero la película rompe con ese esquema, ¿no? La abuela también es un círculo, y el hada búho. Son círculos y sin embargo peligrosos.
Intentamos crear y usar esa sensación. Cuando hay tanto amor que atrapa. El amor de la abuela o la bruja, la manera en que aman y protegen. Es como una tela de araña, un círculo que hay que romper. Renacer.
Y la idea de desdibujar los bordes en las escenas de los sueños, como también se pudo ver en El secreto del libro de Kells, ¿de dónde sale?
Queríamos tener dos estilos; un estilo acuarela, donde los colores se van desdibujando, para las memorias, los recuerdos, y luego para la acción real de cada día, un diseño más cerrado.
Hay tanta Historia y mitología en Irlanda, que podrías dedicar tu carrera a explotarla y siempre sería novedosa. ¿Entra en tus planes?
No lo sé. La próxima película del estudio no, pero como director por el momento tengo un proyecto o una idea más sobre la mitología irlandesa, y luego tal vez cortaré con eso. No estoy seguro de si haré más; además, creo que 3 es un buen número para este tipo de cintas. Como una especie de trilogía espiritual, pero no conectada.
Siempre he querido hacer una película sobre una nave espacial y chicas en bikini (risas).
¿Tenías experiencia como ilustrador de libros infantiles? La película tiene esa clase de dibujo.
Sí, hice cómics cuando era joven. Miramos libros, queríamos plasmar ese tipo de sensación. Hice muchas ilustraciones para libros infantiles y cómics, de los que me avergüenzo. Lo hice para pagar el alquiler. Hice dos libros en irlandés sobre San Patricio, pero son malísimos.
Parece que una vez que cumples 15 ó 16 años reniegues del cine de animación, ¿podrías ayudarme a convencer a alguien que no suela ir a ver una película si es «de dibujos»?
Sí, es cierto. Creo que es cosa de ser adolescente e intentar rechazar lo que no les haga parecer adultos, rompiendo con todo lo que les gustaba de niños, pero a la vez, si eres adulto vas a apreciar mucho más la animación. Mi hijo, por ejemplo, es un adolescente y le encanta Transformers y toda esa basura, tiene su cuarto lleno de posters así, pero de hecho, eso me parece más infantil. En cambio, su novia parece estar muy interesada en la animación. Creo que la esperanza está en las mujeres jóvenes, parecen disfrutar más con los dibujos.
No sé, a veces los adultos necesitarían ver más la película que los niños.
De hecho, viendo La canción del mar, te das cuenta de que te genera muchas sensaciones, también como adulto, ¿qué tienen los cuentos (de hadas o no) que generan eso?
Creo que es algo que vive en nosotros, son temas muy universales. Nos identificamos con estos cuentos, primero como hijos, luego como padres, de jóvenes. De niños sacamos una lectura directa y de adultos, al revisitar estos cuentos, sacamos otra lectura diferente. Fíjate en Bambi, la primera vez que la ves estás enfocado en el pequeño, y después, ya más mayor, te das cuenta de todo lo demás, de la falta de la madre.
Invitas a todos los países a que saquen su folclore, ¿cómo ves que está siendo representado el cine de animación en otros países, lejos de Pixar, Disney, Dreamworks, etc?
Es muy interesante, cada vez hay más animación de otros lados. Hay una película sudamericana que se llama Boy and the World (O menino e o mundo), que es preciosa. En el este de Europa tiene muchos cortos, en Asia la animación tiene una tradición que ya conocemos. Creo que la gente está más abierta a la animación, gracias a Internet, antes sólo teníamos lo que ponían en la televisión o en el cine y para de contar. Quizá en el futuro los más aficionados podrán tener acceso a las películas que quieran, pero cuestiones como el poder o el tema financiero en estos momentos… Por eso es importante que vosotros escribáis sobre películas que no puedan estar tan bien promocionadas con marketing, que divulguéis. En mi caso, antes sólo podía ver estas películas en festivales grandes, pero ahora con Vimeo todos los días puedes ver algo.
¿Crees que el tema de los premios de animación sigue demasiado centrado en el cine convencional?
Creo que la forma en que funcionan los Oscar es interesante. Todo el mundo está como en un gremio (Academy Branches) diferente; por ejemplo, cuando me uní a la Academia, yo estaba en el gremio de animación, así que todo el mundo de esa rama votó por esa categoría, entonces, si tú estás nominado para animación, has sido nominado por otros animadores. Ese es el verdadero premio y el principal reconocimiento. Después de eso, los premios son una convención de Hollywood, donde el juego es ver quién puede atraer a más gente para ver y votar sus películas… los maquilladores, el vestuario; todos. Todo es una carrera de fiestas, promoción, dinero…
Hubo una comida para todos los que fueron nominados en alguna categoría y estuvo muy bien conocer a todas las estrellas del mundo del cine, pero en el aparcamiento había un enorme muñeco hinchable de Baymax (Big Hero 6), que debía de costar unos 100.000 dólares. ¿Cómo puedes competir con eso? Eso vale más que todo el presupuesto de mi película.
¿Has tenido que soportar que alguien te diga que tu película se parece a Frozen? Por el tema de que se le pone el pelo blanco, son dos hermanos o si se hacen de piedra…
¡Sí, es muy raro! Estábamos trabajando en la película cada día con el editor y éste fue a ver Frozen. Vino al día siguiente a trabajar y me preguntó «¿Has visto Frozen? Vete a verla» y yo estaba como «¡¿de verdad, de verdad?!». Quizás porque ellos también cogen del folclore de Suecia y Escandinavia, como una mezcla de América y Escandinavia. Pero es interesante, a mí me gustó Frozen, todo el mundo dijo que no le gustó, y a mí me gustó… Buena música (risas). Creo que la princesa que llevo dentro se escapó.
Es divertido, ¿sabes? Viniendo, en la cola para subir al avión, había una niña vestida de princesa cantando Let It Go, y me di cuenta de que no es una película para mí, no está hecha para que yo la juzgue, sino para que las niñas la disfruten… y Transformers es para chicos adolescentes (risas).
Estaba más preocupado por Brave, que estaba ambientada en Escocia, y de hecho también utiliza las luces para guiar al héroe. Una película mucho más similar que Frozen. O Ponyo en el acantilado. Cuando vimos Ponyo, ya habíamos hecho gran parte de la película y pensamos: ¿qué podemos hacer para diferenciarnos? La idea de La canción del mar surgió hace 6 años y la película nos llevó 4, así que…
¿Qué opinas de la paulatina desaparición del cine de animación tradicional?
Creo que la animación tradicional está desapareciendo en el cine comercial, pero que en realidad, en el fondo, está creciendo. Antes, cuando yo era niño, parecía muy complicado hacer animación tradicional, necesitabas muchas cosas, pero hoy en día es muy fácil. Lo vemos cada día en diferentes países. En cambio, la animación por ordenador cada día es más complicada de hacer sin dinero, se necesita un equipo de alto nivel. Ahora la animación tradicional puede tener más vida, porque no necesitas mucho, basta con un equipo pequeño, puedes llevarla a cabo con un presupuesto pequeño. Me gusta eso, que la gente pueda quedarse con la animación tradicional. Es como con la Stop Motion o las marionetas, las usan porque están enamorados de ellas, no porque les dé mucho dinero, como a los otros. Hay como un pequeño núcleo de gente que sigue adelante.
P.D. Una lástima haber descubierto tarde que una de las voces cantantes en La canción del mar es Lisa Hannigan, famosa por (mejorar canciones y) colaborar en algunos temas de Damien Rice. Seguro que algo me habría gustado preguntarle al respecto.