El desconocido (Dani de la Torre)

Mucho se ha hablado en los últimos diez años sobre la progresiva hollywoodización (disculpen por el vocablo) que se ha producido desde algunos rincones de la cinematografía española, siempre en cuestiones puramente artísticas y no tanto por un aumento exagerado de presupuestos. Uno de estos últimos ejemplos es El desconocido, cinta que dirige el casi novel Dani de la Torre (ya había dirigido Mar libre, una miniserie televisiva) y que sitúa a Carlos, un padre de familia caracterizado por Luis Tosar que, mientras lleva a sus hijos al colegio, recibe la llamada de un hombre que asegura haber instalado una bomba en su coche, bomba que explotará si alguno de los ocupantes abandona el vehículo y que sólo desactivará si el protagonista, bajo su condición de director de una sucursal bancaria, ingresa una cantidad de dinero abultada en la cuenta bancaria del desconocido.

Antes de que padre e hijos cometan la desgracia de meterse en el coche, De la Torre nos sitúa a la perfección en la psicología de los personajes con apenas una escena rutinaria. Carlos parece estar plenamente dedicado a su trabajo e ignora las peleas de sus vástagos. Éstos son Sara, siempre pegada al móvil y Marcos, inmerso en la edad de las travesuras. La esposa, Marta, parece nerviosa y sobrecargada de tanto estrés. No hace falta más presentación antes de dar paso a lo que, una vez se destape la verdadera trama, se convertirá en un ritmo vibrante que prácticamente no deja opción para tomarse un respiro. El desconocido es de esas obras que garantizan enganchar en la butaca al espectador durante todo su metraje.

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Hasta aquí las bondades de este debut en el largometraje de Dani de la Torre. Pronto descubriremos cuál es el primer gran error del film: unas actuaciones tan pasadas de dramático que rayan lo caricaturesco. Hay una determinada escena en el interior del coche repleta de llantos y gritos que no sólo no consigue la empatía respecto de los personajes, sino que abochorna ligeramente e impide tomarse más en serio el desarrollo de la trama. Ni siquiera al gran Luis Tosar se le nota muy cómodo en tales momentos. Tal circunstancia enlaza con otro de los “peros” que se le pueden achacar a la película: casi todos los personajes reaccionan de manera arquetípica y resulta muy fácil anticiparse a la evolución que experimentarán con el paso de los minutos.

Pero, sin duda, el principal error de El desconocido está compuesto por los muchos agujeros de guión, demasiados como para tomarla en serio. Ya no hablamos de una circunstancia incluso aceptable cinematográficamente como que Carlos cambie de planes y decida llevar a los niños en su coche, por mencionar la primera de toda la película, sino de una serie de cosas rematadas en su recta final por el personaje interpretado por Javier Gutiérrez que, en su conjunto, hacen perder mucho crédito a lo que estamos viendo en pantalla. Al menos, eso sí, dichos agujeros argumentales no entorpecen la honestidad de la cinta, que en ningún momento busca engañar al espectador con las trampas tan habituales del género.

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En medio de este caos argumental, el desenlace difícilmente podía ser más previsible, aunque el mensaje de conexión con el panorama actual español y la crítica social que ello conlleva sí están muy bien implementados y dotan de un fuerte componente humano a unos personajes que, por otra parte, habían carecido del mismo durante buena parte de la película. Lástima que, por los problemas de guión anteriormente comentados, El desconocido se encuentre tan carente de fuerza que al llegar el fundido en negro (tras un epílogo que quizá debería haberse omitido) sólo nos deja el poso de haber pasado un rato entretenido y la decepción de no saber conducir con precisión la interesante situación que al inicio nos ofrece De la Torre.

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