Ex Libris: The New York Public Library (Frederick Wiseman)

Hace poco cuando descubrí National Gallery, supuestamente la primera película que disfrutaba de Frederick Wiseman, muchos de los documentales que en el colegio, instituto o cines habían despertado mi atención convergieron en el estilo depurado de la visión del director americano. Estos documentales que en partes introducían una cámara objetiva, un dios que ve y escucha todo, rápidamente se alejaban de esta forma y volvían a la entrevista: periodista, conversador y quién responde, más propia de una reportaje.
Al descubrir National Gallery entendí que muchas de estas partes visuales y pacientes que me fijaba en mi adolescencia se convertían en el método de un documental de 4 horas, donde el estilo clásico del periodismo desparece y se acerca a la esencia del arte cinematográfico: mostrar.

Ex Libris: The New York Public Library, el último documental del director americano presentado en la Biennale di Venecia 2017, se planteaba como un film sobre la profundización en torno a la biblioteca pública de Nueva York y una gran hipótesis que sustentaba el documental: la biblioteca es actualmente un lugar de los libros o de la gente que quiere adquirir conocimientos o experiencias
Pero el largometraje es también la reconstrucción cinematográfica de una ciudad a través de la introspección en el sistema de redes de bibliotecas público-privadas de muchos de los barrios de New York.

El ambicioso y atento film recoge el esquema habitual del cine de Frederick Wiseman: ese esqueleto donde la cámara invisible inunda de personas, reuniones, miradas, conferencias, y discusiones. Así, su columna vertebral es el montaje de todas esas imágenes previamente capturadas por el plano fijo durante meses.
Para dibujar esta relación inseparable entre ciudad y bibliotecas el director se ayuda de un montaje de escala transitivo, siempre de una posición expansiva (parques, calles, tráfico, monumentos, fachadas) a una introspectiva (salas de conferencia, libros, gente estudiando, reuniones). De fuera a dentro, para recorrer la ciudad y sus bibliotecas.

Precisamente esta estructura del cine de Frederick Wiseman se ve alterada siempre por pequeños matices. En Ex Libris: The New York Public Library el ritmo varía en esos momentos en que la cámara recorre el espacio exterior: un ritmo de planos cerrados más rápido en las secuencias de transición entre una biblioteca u otra y más lento en las reuniones, conferencias y debates, que franquean temas como el racismo, el papel de los libros de educación en el momento de transmitir unos ideales racistas; la lectura y ayuda a partir de los audio-libros en los ciegos; debates sobre teatro o música; conciertos de música, etc.

Todos estos temas y muchos más son acompañados por asunto central y recurrente en las reuniones de junta: el papel de las nuevas tecnologías e internet en la biblioteca. ¿Cómo el cambio constante se puede aprovechar o adaptar a una institución, concebido equivocadamente como el sitio de los libros? ¿Cómo se debe realizar la digitalización, a qué público se quiere llegar, a qué cantidad? ¿Qué debe de ser una biblioteca, cómo se debe concebir en el siglo XXI?

Esta función, evidente, afrontada por las personas, expuesta con lucidez y sin un juicio por el director, debe de ser presentada a todos los ayuntamientos y instituciones, como base de referencia, para afrontar un presente.
En pocos meses, la ciudad donde vivo, ha aprobado el proyecto de la construcción de la nueva biblioteca, abierta y dirigida al pueblo, a sus gustos, inquietudes, problemas y ambiciones.
Y les recomendaré Ex Libris: The New York Public Library de Frederick Wiseman.

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