Cartas de la guerra (Ivo Ferreira)

Es curioso que en tras una crisis económica brutal, un rescate financiero y un deterioro general de las condiciones de vida, la calidad e innovación del cine portugués no hayan bajado en exceso. Directores como Miguel Gomes, Pedro Costa o Marco Martins han conseguido tomar el testigo de la generación de Miguel de Oliveira o João César Monteiro y explorar nuevas direcciones, ofreciendo algunas de las películas más rompedoras y comprometidas del último cine europeo.

Aunque el nombre de Ivo Ferreira suene menos, este joven director cuenta ya con tres películas: Em volta (2002), Águas mil (2009) y Cartas da guerra (2016), presentada el pasado año en el festival de Berlín, y que es sin duda su película más ambiciosa hasta la fecha. Cartas da guerra es una adaptación libre del libro D’este viver aqui neste papel descripto, del escritor portugués António Lobo Antunes, una recopilación de las cartas que el autor envió a su esposa mientras estaba destinado como soldado en la guerra de independencia de Angola (1961-74).

Pese a estar basado en las vivencias del escritor, Cartas da guerra está muy lejos de ser un ‹biopic› al uso. Lo primero que sorprende de ella es el uso expresivo del blanco y negro y una voz en off con una presencia casi constante, lo que nos hace pensar inevitablemente en Tabú (2012), de Miguel Gomes. Sin embargo, la película de Ferreira nos lleva por otros derroteros, ya que en esta ocasión la suave voz de Margarida Vila-Nova funciona más como una manera de fijar el tono epistolar del film que como motor de la narración.

Gracias a una intensa fotografía y un ritmo sosegado, Ivo Ferreira ha sabido hacer flotar en el ambiente cálido y estanco de la Angola rural la desilusión de los jóvenes soldados y la absurdidad de la guerra colonial, un conflicto que a la postre sería uno de los motivos principales de la Revolución de los Claveles. Este tema, el del origen de la revolución, no es sino otro de los caminos que el film abre y nunca llega a explorar, quizás por miedo a desviarse de la idea central. Si hay varias películas en Cartas da guerra, seguramente la historia de amor no sea la más interesante. Las cartas leídas, aunque de gran poder evocador, se tornan repetitivas a medida que avanza la película, cuya trama acaba girando sobre sí misma.

Aunque el film cuenta con una gran atmósfera y ambientación, mezclando el realismo cotidiano con una querencia por las imágenes sugerentes, cuesta destacar algo más que esa atmósfera, ya que ni los personajes secundarios ni la trama consiguen mantener nuestro interés durante todo el film. Es por todo ello que Cartas da guerra parece quedarse en un medio camino entre la prosa y la poesía, sin acabar de decidirse por ninguna de las dos.

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